Prevención
Cuando la microbiota enferma, aparece la obesidad o la diabetes aparece
La alteración de las bacterias de la flora intestinal puede provocar un incremento de 150 calorías al día. La solución terapéutica pasa por investigar probióticos para sanar la flora bacteriana o por realizar trasplantes de microbiota de una persona sana.
La alteración de las bacterias de la flora intestinal puede provocar un incremento de 150 calorías al día. La solución terapéutica pasa por investigar probióticos para sanar la flora bacteriana o por realizar trasplantes de microbiota de una persona sana.
Del papel de la microbiota cobra protagonismo. Ya no sólo sabemos que los billones de bacterias que viven en nuestro intestino son claves para nuestra salud, sino que tienen que ver con la génesis de otras dos enfermedades: la obesidad y la diabetes. Tres de cada diez pacientes van a acudir a consulta con problemas de obesidad y el 13 por ciento de la población de más de 20 años tiene diabetes, lo que impone la necesidad de tomar medidas, según se puso de manifiesto en el 58 Congreso anual de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), celebrado, la pasada semana, en Málaga.
Es por ello que las investigaciones sobre la obesidad y la diabetes se centran ahora en su relación con la microbiota, ese complejo de microorganismos que velan por producir vitaminas, contribuir a la absorción del hierro o el calcio, proteger de agentes infecciosos o modular el sistema inmune. No obstante, hemos ido mermando ese complejo de bacterias de vital importancia, con nuevos hábitos y con un estilo de vida que normaliza el alto consumo de antibióticos, las deficiencias de la dieta, la falta de lactancia materna o el incremento del nivel de estrés. En efecto, en palabras del presidente local del congreso y jefe de endocrinología de los hospitales Regional Carlos Haya y Clínico Universitario de Málaga, el doctor Francisco Tinahones, «nos enfrentamos a la reducción o la alteración de estas bacterias y eso puede provocar que se generen hasta 150 kilocalorías de más en la dieta diaria». Según explica este experto, «la reducción de bacterias incorporadas a nuestro ecosistema presenta una relación directa con la obesidad: las bacterias contribuyen a obtener más energía de lo que comemos y si predominan las que rentabilizan más la energía, podemos explicar que la alimentación a un sujeto, en función de las bacterias que tiene, le engorde más o menos». Por eso, en definitiva, unas personas pueden engordar mucho más que otras.
Aislado
Es así como enfatiza que estos cambios en el intestino influyen de pleno en la obesidad, pero también en la diabetes. Es importante que el intestino esté aislado y no entren toxinas en nuestro interior: «si hay un déficit de microbiota que lo aísle del medio externo, pueden entrar en sangre toxinas que no entrarían si esa flora estuviera intacta, porque las toxinas contribuyen a la resistencia a la insulina y a que haya diabetes», explica. En definitiva, cuando la microbiota enferma, la aparición de la obesidad o de la diabetes es mucho más probable.
Además, según el doctor Tinahones, hemos perdido biodiversidad en nuestro intestino y tolerancia a antígenos externos, por lo que tenemos más probabilidad de sufrir alergias o de padecer enfermedades autoinmunes. En la adultez, la prevención solo puede pasar por el control de la alimentación y por una dieta mediterránea rica en fibra. En las primeras etapas de la vida, que es cuando nos hacemos tolerantes a los antígenos, la prevención de enfermedades o de una microbiota enferma, hace imprescindible la lactancia materna.
En el marco de estas investigaciones, se están empezando a diseñar estudios para modificar la microbiota: parece que la solución terapéutica para pacientes con obesidad y con diabetes puede estar en los probióticos o en alimentos enriquecidos en bacterias sanas que ayuden a disminuir la entrada de toxinas; pero también en los transplantes de microbiota de sujetos sanos a sujetos con enfermedades. Así lo están haciendo en Holanda y, según Tinahones, se desarrollará en Málaga el año próximo, gracias a un proyecto autorizado para «utilizar la microbiota de sujetos sanos, sin diabetes, y transplantarla a sujetos que sí que sufran esta enfermedad».
Pero, ¿cómo sé si mi microbiota está sana o no? Tinahones alude a la prevención porque no hay síntomas, no hay indicios de una microbiota enferma. Lo único que se puede solicitar es un análisis de las heces que incluya la observación del estado de la microbiota... sólo así se podría descartar que la reducción de las bacterias no le esté pasando factura.
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