Prevención
Niños veganos: Una dieta restrictiva que pone en riesgo su desarrollo
El vegetarianismo llevado al extremo en la etapa infantil y sin un control nutricional conlleva déficit de calcio, hierro, zinc, vitamina D y B12. Sus defensores se apoyan en que contiene todos los nutrientes, disminuye la obesidad y mejora la salud cardiovascular, y tachan a sus detractores de falta de conocimiento
El vegetarianismo llevado al extremo en la etapa infantil y sin un control nutricional conlleva déficit de calcio, hierro, zinc, vitamina D y B12.
Más allá de la función de nutrir, para muchas personas la comida se ha convertido en una ideología. Éste es el caso de los veganos, una filosofía de vida que lleva el vegetarianismo al extremo y cuya dieta sólo admite alimentos vegetales y ninguno de procedencia animal. A falta de cifras oficiales, se estima que en España hay unos 40.000 veganos. Este modelo alimentario se ha puesto en el punto de mira cuando el pasado mes de julio una niña de dos años tuvo que ser ingresada en un hospital de Génova (Italia) aquejada de problemas de motricidad, falta de reflejos y bajos niveles de hemoglobina por llevar una dieta vegana impuesta por sus padres.
Este hecho hizo saltar las alarmas y en agosto una diputada italiana presentó un proyecto de ley para sancionar, incluso, con penas de uno a seis años de cárcel para los progenitores que obliguen a sus hijos a esta alimentación. El caso de Italia no es aislado. En Francia, en 2011, una pareja vegana fue condenada a cinco años de prisión por la muerte de su hija, de 11 años. La Justicia estimó que el bebé «heredó» un déficit alimentario de la madre a través de la leche materna. En 2013, en Holanda, la Justicia intentó quitarle la custodia a la madre de un adolescente de 15 años por someterle al crudiveganismo.
Al extremo
¿Pueden los niños seguir una dieta vegana sin que su salud se resienta? Desde la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) sostienen que en los vegetarianos estrictos, como sucede con los veganos, «hay más riesgo y, sobre todo, en periodos críticos de la vida con más necesidades: embarazo, lactancia, adolescencia y momentos de enfermedad». Por su parte, el doctor Iván Carabaño, jefe de Servicio de Pediatría en los hospitales Universitario Rey Juan Carlos y general de Villalba, del grupo Quirónsalud, lo tiene claro: «La dieta vegetariana estricta es desaconsejable en la edad pediátrica». Una opinión que comparte Elisa Blázquez, responsable del Área de Nutrición de la Clínica Medicina Integrativa, quien afirma que «mi recomendación es que se eviten este tipo de dietas tan estrictas en niños recién nacidos y la primera infancia». Instaurar una dieta vegana entre el colectivo infantil «es complejo, se necesita un menú perfectamente diseñado, que el niño admita una gran variedad de alimentos vegetales que, en ocasiones, tienden a rechazar y, en la mayoría de los casos, que la dieta vaya suplementada», añade Blázquez.
Sin menú escolar
En España es casi imposible disponer de menús veganos en el comedor escolar. «No existe una regulación al respecto. Hay menús, por ejemplo, para musulmanes sin carne de cerdo, pero si se solicita comida vegana el colegio y las propias empresas de catering pueden negarse e, incluso, pedir un certificado médico como si ser vegano fuera una enfermedad. Sólo en el País Vasco y por petición popular se permiten menús vegetarianos en los colegios», denuncia David Román, portavoz de Unión Vegetariana Española (UVE).
Las preparaciones que requiere un menú vegano son para Marta Villarino, nutricionista infantil del Servicio de Pediatría del Hospital Ruber Internacional de Madrid, «complicadas porque en el caso de un crudivegano que cocina como máximo a 42 grados, la textura no es tan blanda, por ejemplo, para un niño que no tenga la dentición completa. Lo que es imprescindible para evitar carencias y problema de salud es contar con el asesoramiento de un experto en nutrición».
Los defensores de este modelo alimentario se apoyan en que la falta conocimiento por parte de muchos profesionales es lo que les lleva a posicionarse en contra. Miriam Martínez-Biarge, pediatra y autora de mipediatravegetariano.com, afirma que «si algún pediatra a nivel individual “desaconseja” esta dieta lo hace por no haberse informado adecuadamente sobre ella. Los médicos recibimos muy poca formación nutricional durante la carrera y esto debería mejorarse. La Academia Americana de Nutrición ya manifestó en el año 2009, basándose en la evidencia científica disponible, que una dieta vegana adecuadamente planificada es apropiada en todas las etapas de la vida, incluída la infancia. Esta posición la comparte la mayor parte de las asociaciones de dietética de los países occidentales».
¿Antiobesidad?
Román sostiene que «hay muchas familias que comen de todo, tienen a sus niños mal alimentados y desde pequeños ya empiezan con diabetes, hipertensión y esto no está sometido a ningún control cuando está relacionado con malos hábitos nutricionales. Sin embargo, se intenta criminalizar a la familia vegana que, por un caso aislado como el de Italia y en el que no se sabe si había una patología previa o los padres eran unos irresponsables, se ha generalizado que la dieta vegana es incorrecta». Lo que sí que es cierto, sostiene Blázquez, es que «la dieta vegana es rica en antioxidantes, vitaminas y fibra y la cantidad de colesterol y la de grasas saturadas es mínima, lo que favorece una correcta salud cardiovascular del niño y disminuye el riesgo de sobrepeso y obesidad».
Una realidad que comparten tanto detractores como defensores es la falta de vitamina B12 en la dieta vegana. Un déficit que, por sus consecuencias para la salud, obliga a tomarla en forma de suplemento. Sin embargo, Carabaño afirma que hay más riesgos en la dieta vegana aparte de la falta de vitamina B12. «Las dietas vegetarianas son bajas en calorías, su contenido en grasa es bajo y, por ello, se necesita ingerir un gran volumen de alimentos y el estómago de los niños se distiende peor que el de los adultos; hay vegetales que contienen gran cantidad de proteínas, pero el valor biológico de las mismas no es tan elevado como el de las proteínas de origen animal. Por valor biológico se entiende la cantidad de aminoácidos esenciales que las constituyen; la vitamina B12 está presente sólo en dos vegetales: los fermentados de soja y algunas algas. Su presencia, además, es errática y variable. El mayor riesgo se produce durante la gestación y la lactancia. Por último, los productos vegetales son pobres en zinc, cobre y selenio, todos ellos cofactores de muy diversas actividades biológicas». Todo esto conlleva, según Villarino, «problemas en el sistema locomotor, de coagulación, en la formación de tejidos o de hierro». A este respecto, Martínez-Biarge afirma que «el único nutriente que no se encuentra en una dieta vegana es la vitamina B12, que se puede obtener de alimentos enriquecidos o de suplementos, aunque es más seguro hacerlo a través de suplementos. Una dieta vegana bien planificada no es carente en hierro ni en calcio. Las legumbres, los frutos secos, las semillas y los cereales integrales son ricos en hierro. Muchas verduras y las almendras, el tofu, el sésamo, los higos, las naranjas y las legumbres suponen un buen aporte de calcio. La leche materna es una fuente excelente de calcio para los bebés hasta que tienen al menos dos años».
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