Alzheimer

Identifican un gen supresor de memoria clave en el alzheimer

Ron Davis, responsable del proyecto
Ron Davis, responsable del proyectolarazon

Científicos del campus de Florida del Instituto de Investigación Scripps (TSRI, por sus siglas en inglés), Estados Unidos, han identificado un único gen supresor de memoria en las células del cerebro de la mosca de la fruta ‘Drosophila’, un sustituto ampliamente reconocido para los estudios de la memoria humana. El trabajo, que fue dirigido por Ron Davis, presidente del Departamento de Neurociencia de TSRI, se publica este jueves en la revista ‘Neuron’, informa Europa Press.

Aunque la investigación ha identificado cientos de genes necesarios para la formación normal de la memoria, los genes que suprimen la memoria son de especial interés, ya que ofrecen una visión de cómo el cerebro prioriza y maneja toda la información, incluyendo recuerdos. Estos genes también proporcionan pistas de cómo los científicos podrían desarrollar nuevos tratamientos para los trastornos cognitivos como la enfermedad de Alzheimer.

Davis y sus colegas examinaron aproximadamente 3.500 genes de Drosophila e identificaron varias docenas de genes nuevos supresores de memoria que tiene el cerebro para ayudar a filtrar la información

y almacenar sólo las partes importantes. Uno de estos genes supresores, en particular, les llamó la atención.

«Cuando eliminamos este gen, las moscas tenían una mejor memoria, una memoria casi dos veces mejor --relata Davis--. El hecho de que este gen está activo en la misma vía que varios potenciadores cognitivos que actualmente se utilizan para el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer sugiere que podría ser una potencial diana terapéutica nueva».

Cuando los investigadores desactivaron este gen, conocido como DmSLC22A, la memoria moscas de los olores (la forma más estudiada de la memoria en este modelo) mejoró, mientras que la sobreexpresión del gen inhibió la misma función de la memoria.

«Los procesos de memoria y los genes que hacen las proteínas del cerebro necesarias para la memoria se han conservado evolutivamente entre los mamíferos y las moscas de la fruta», señala el investigador asociado Ze Liu, co-primer autor del estudio. «La mayoría de los genes causantes de enfermedades cognitivas humanas tienen los mismos homólogos funcionales genéticos en las moscas», añade.

El gen en cuestión pertenece a una familia de «transportadores de membrana de plasma», que producen proteínas que mueven moléculas, grandes y pequeñas, a través de las paredes celulares. En el caso de DmSLC22A, el nuevo estudio indica que el gen hace que una proteína implicada en el movimiento de las moléculas neurotransmisoras desde el espacio sináptico entre las neuronas regrese a las neuronas.

Cuando DmSLC22A funciona normalmente, la proteína elimina el neurotransmisor acetilcolina a partir de la sinapsis, ayudando a terminar la señal sináptica. Cuando la proteína está presente, persiste más acetilcolina en la sinapsis, haciendo que la señal sináptica sea más fuerte y más persistente, lo que lleva a mejoras en la memoria.

«DmSLC22A sirve como un cuello de botella en la formación de la memoria», apunta el investigador asociado Yunchao Gai, otro co-primer autor del estudio. «Teniendo en cuenta el hecho de que los transportistas de plasma son dianas farmacológicas ideales, los fármacos que inhiben esta proteína puede proporcionar una forma práctica de mejorar la memoria en personas con trastornos de memoria».

El siguiente paso, añade Davis, es el desarrollo de un cribado de inhibidores de esta vía que, de forma independiente o en conjunto con otros tratamientos, puedan ofrecer una manera más eficaz para hacer frente a los problemas de pérdida de memoria por la enfermedad de Alzheimer y otras patologías neurodegenerativas.

«Una de las principales razones para trabajar con la mosca es identificar las proteínas del cerebro que pueden ser dianas adecuadas para el desarrollo de potenciadores cognitivos en los seres humanos -señala Davis--. De lo contrario, estaríamos adivinando en la oscuridad cuál de las más de 23.000 proteínas humanas podrían ser objetivos apropiados».

EP