Asuntos sociales
Desde un banco del Juzgado viendo pasar el Derecho de Familia
Escribo sentando en un banco de los pasillos de una audiencia, mientras espero que un cliente, que ha venido desde Suiza, realice la prueba de equipo psicosocial. Un caso de esos llamado “mediático”, pero que en realidad es un caso “desgraciado”.
Tras dos años, el padre dentro del marco de la realización de la prueba podrá ver a su hija un ratito, pero para eso tenemos que escondernos en un piso diferente del juzgado al piso en el que se encontrará la niña, esperar que nos avisen, subir rápidamente y a ver cómo reacciona una niña machacada por parte de la madre sobre la figura paterna.
En otra punta del país, tengo a otro cliente haciendo sesión de mediación por Skype, en un caso de sustracción de menores, desde Francia; y al mismo tiempo me entra un mensaje diciendo que alguien ha descubierto que una hija por la que ha luchado muchísimo no es hija suya a la vista de las pruebas de paternidad, y con 71 años se encuentra que ha vivido una mentira y ha luchado por una falsedad.
Pero lo que me tiene más abstraído en este banco, no es la prueba que se está haciendo al otro lado de la puerta , ni la mediación difícil de si han de quedarse en Francia o en España unos niños; sino que es la carta que me ha escrito un niño y de la que acompaño un fragmento como ilustración de este post.
Es un niño de 8 años que me pide ayuda y me dice que quiere denunciar a su padre por mal trato físico y psicológico. En realidad es una hoja de libreta escrita a lápiz en donde me va desgranando los comportamientos por los que se queja.
En el medio, o como marco, existe un procedimiento de modificación de medidas, instado por el padre para solicitar una guarda y custodia compartida, cosa que el niño no quiere. Ante esta situación, he jugado la carta inversa a la que normalmente se jugaría.: Equipo psicosocial, e informe con examen del padre y la madre sobre si lo mas adecuado al interés del menor es esa ideal guarda y custodia compartida, en la que idealmente los padres varones se implicarían mas con sus hijos.
Pero esta vez me parece que el niño necesita otra cosa, así que a regañadientes conmigo mismo confío en el ministerio Fiscal, y en vez de presentar la carta en el procedimiento judicial, se la presento directamente al defensor del menor para que haga lo necesario para proteger al niño; y presento así mismo un expediente de Jurisdicción voluntaria para solicitar autorización para llevar al niño a tratamiento medico, y me opongo a la prueba del equipo psicosocial, y solo pido una exploración o un examen judicial del niño a solas con el Juez y el Ministerio Fiscal.
En definitiva, intento sacar al niño del pleito en vez de hacer girar el pleito alrededor del niño. Pero sacar al niño del pleito no evita la mínima judicialización que pretendo, pues hay cosas que son inevitables, ya que es inexistente el contacto o la comunicación entre el padre y la madre, por lo que en vez de hablar y llevar al niño al medico de mutuo acuerdo tengo que pedir una intervención judicial. Y necesito la ayuda del ministerio Fiscal, ¿La tendré? o este tema, en relación con otros temas de menores, carecerá de la entidad suficiente para hacer una intervención. ¿Y como terminará este episodio de la historia de este niño que me ha tomado como su esperanza?¿Y si le fallo, pienso, y me lo vuelvo a encontrar dentro de diez años, que lugar ocuparé en su vida entonces?
El tiempo pasa aquí sentado, la vida sigue por ahí fuera; detrás de los cristales, un operario sin protección se encuentra al otro lado en un carrito suspendido del espacio limpiando los cristales, ajeno a todo lo que pasa dentro del edificio Judicial. Parece que no hay nada extraño o diferente, que no se mueve nada, que no ocurre nada mientras tantas cosas están ocurriendo al mismo tiempo.
✕
Accede a tu cuenta para comentar