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Mary Beard: «Somos una historia compartida»

Mary Beard / Ciencias Sociales. "No ser capaz de pensar de forma histórica hace que seamos todos ciudadanos empobrecidos", ha dicho
larazon

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Con cautela, pero con claridad. Mary Beard no pudo evitar incluir en su discurso una referencia a sus conciudadanos y hablar, sin mencionarlo, del Brexit.
Con cautela, pero con claridad. Mary Beard no pudo evitar incluir en su discurso una referencia a sus conciudadanos y hablar, sin mencionarlo, del Brexit. Eligiendo unos versos de John Done («Ningún hombre es una isla / algo completo en sí mismo / cada hombre es un fragmento del continente»), aludió a la situación política de su país: «Me temo que mis compatriotas olvidan su mensaje (el de este poema), pero ha estado rodando por mi cabeza esta semana: en los eventos que hemos disfrutado juntos, me he sentido parte de una historia compartida y de un continente compartido». La historiadora trabó una defensa de las humanidades y afirmó que «no ser capaz de pensar de forma histórica hace que seamos todos ciudadanos empobrecidos. Eso es porque la historia no es simplemente sobre el pasado». La autora de «SPQR» reflexionó sobre el papel de todos en la interpretación de los acontecimientos pretéritos y comentó que «como conversación entre el presente y el pasado, tiene tanto que ver con nosotros. No quiero decir con esto que podemos aprender lecciones directamente de la historia, la historia no es un libro de respuestas a los problemas actuales, pero sí nos enseña acerca de nosotros mismos desafiando nuestras certidumbres culturales y abriendo nuestros ojos a distintas perspectivas. Y alienta cierta humildad cultural». Beard hizo un guiño a Roma, cuya huella política y cultural subyace en nuestra sociedad; señaló que, desde esa época se han producido muchos «progresos» significativos aunque todavía «queda mucho trabajo por hacer en todo el mundo sobre los derechos de las mujeres» y que «aún tenemos esclavos, aunque no los llamemos así». Apuntó que la historia no es «un tema reservado a unos pocos profesores solitarios encerrados en sus bibliotecas. Se trata de una actividad ciudadana, comunal y compartida en la que espero que todo el mundo pueda participar, desde los niños pequeños hasta los abuelos»..

Texto íntegro del discurso de Mary Beard

Majestades
Queridos premiados
Señoras y señores,
Amigos:
Debo comenzar diciendo que es un honor abrumador recibir un Premio Princesa de Asturias. Estoy realmente encantada de recibirlo no solo en mi propio nombre, sino también en nombre de todos los profesores, académicos y escritores que trabajan duro para hacer que nuestra conversación con el mundo antiguo sea tan viva, cautivadora y gratificante. Hay personas excelentes aquí, en Asturias, haciendo exactamente eso, a algunos de los cuales he tenido el privilegio y el placer de conocer en los últimos días.
También me gusta pensar que parte de este honor es para aquella antigua raza –a pesar de lo brutales, imperialistas y misóginos que eran, sin duda– cuya literatura todavía nos desafía, cuyas leyes y política informan las nuestras, cuyos hábitos extraños aún nos intrigan y cuyos rastros se encuentran, literalmente, debajo de nuestros pies. Hablo, por supuesto, de los romanos. Y debo añadir que lo he pasado bárbaro buscándolos justo debajo de la superficie de la tierra de Asturias, cuando visité este martes la villa de Veranes.
Esa visita fue parte del programa cultural de esta semana, que para mí ha sido un claro ejemplo de la mejor forma de concebir la historia (tanto antigua como moderna). La historia no es simplemente un tema reservado a unos pocos profesores solitarios encerrados en sus bibliotecas. Se trata de una actividad ciudadana, comunal y compartida en la que espero que todo el mundo pueda participar, desde los niños pequeños a sus abuelos, desde los ávidos lectores de libros a los que encienden los televisores desde sus sofás. No ser capaz de pensar de forma histórica hace que seamos todos ciudadanos empobrecidos.
Eso es porque la historia no es simplemente sobre el pasado. Como conversación entre el presente y el pasado, tiene tanto que ver con nosotros. Ahora bien, no quiero decir con esto que podemos aprender lecciones directamente de la historia (la historia no es un libro de respuestas a los problemas actuales). Pero sí nos enseña acerca de nosotros mismos, desafiando nuestras certidumbres culturales y abriendo nuestros ojos a distintas perspectivas. Y alienta una cierta humildad cultural. Por supuesto, ha habido ‘progreso’ (a pesar de todo el trabajo sobre los derechos de las mujeres que aún queda por hacer en todo el mundo, no hay ninguna mujer en el planeta que elegiría volver a la antigua Roma, a menos que estuviera segura de tener un billete de vuelta). Sin embargo, aún tenemos esclavos (aunque no los llamamos así), y no hay best seller en el mundo occidental que haya tenido más lectores que La Eneida de Virgilio.
Nuestra historia también cruza nuestras fronteras modernas. Hay un famoso poema inglés escrito por un poeta del siglo XVI, John Donne, que comienza “Ningún hombre es una isla / algo completo en sí mismo / cada hombre es un fragmento del continente”. Me temo que mis compatriotas olvidan su mensaje, pero ha estado rodando por mi cabeza
esta semana: en los eventos que hemos disfrutado juntos, me he sentido parte de una historia compartida y de un continente compartido.
Y por todo eso me siento muy afortunada, por cierto. Gracias.