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«Espero que ahora las árbitros paren el partido si las insultan»
Marta Galego detuvo un choque en la Segunda Catalana cuando un espectador la mandó a fregar. Aplicó el protocolo «Cero insultos».
Marta Galego detuvo un choque en la Segunda Catalana cuando un espectador la mandó a fregar. Aplicó el protocolo «Cero insultos».
Había cierto revuelo en el partido Unió Esportiva Valls frente a Cambrils. Pero de repente se hizo silencio justo cuando un espectador mandó a la árbitro, a Marta Galego, de 26 años, a fregar platos. «Te quedas pensado un segundo qué hacer»: paró el partido y aplicó la iniciativa «Cero insultos en la grada», que en febrero puso en marcha la Federación Catalana y que permite detener los encuentros. Se identificó a quien había insultado, se le echó del estadio, el resto de la afición aplaudió la decisión y a la árbitro y el choque continuó. «Antes», sigue contando Marta a este periódico, «no podías hacer nada, te quedabas con muy mal cuerpo y te ibas a casa. Piensas si tan mal lo has hecho para que la tomen contigo. Pero eso es lo que quieren que pienses. Tienes que decirte a ti misma, que no, que tú lo has hecho bien». Alguna vez Marta pensó en dejar el fútbol o esa sensación tiene, pero no recuerda el partido, «no debió de ser muy traumático, entonces», reflexiona. Es árbitro por vocación, como lo es su pareja, así que juntos entienden lo complicado que es ese mundo, la paciencia que hay que tener para aguantar cuando eres tú quien toma las decisiones.
La diferencia fundamental de Marta con otros colegiados es que ella es mujer en un mundo tradicionalmente machista. «El fútbol es machista y no lo es», intenta explicar la protagonista. «Es decir, no creo que el fútbol sea más machista que otros deportes, lo que pasa que aquí viene más gente. Está claro que tiene que cambiar el comportamiento de algunas personas». Hace poco tuvo que parar otro encuentro y pedir al delegado que un aficionado dejase de insultar. «Te dicen algo por ser mujer, o por ser alto o por ser bajo, o por ser negro. Si te quieren insultar van a buscar el modo de hacerlo», cuenta. La mandaron a fregar platos y, sin embargo, está convencida «de que la sociedad cada vez es menos machista». El resto del público celebró su decisión y Marta nota que cada vez arbitra en ambientes menos tóxicos. «Me parece súper bien lo que está sucediendo y espero que cada vez más mujeres paren los partidos cuando se las insulta».
Marta vivió ayer el acoso de la popularidad, con su móvil sonando cada minuto, pero lo hizo con seguridad y aplomo, los mismos que muestra en el césped. «Hay que saber tener aguante. Y ser paciente y tranquila. Y cuando empiezas, dominar los nervios de los primeros partidos», se explica. «Yo tengo personalidad», insiste. «Tienes que tener claro tu criterio y no variarlo». Empezó en pre-benjamín, con niños de seis años, sin más problemas que los padres, que casi siempre dan más guerra. «Aunque antes apretaban más», repite.
Jugaba al fútbol-7 de defensa y ya ella era consciente de que tampoco destacaba mucho. Una compañera empezó el curso de árbitro y ella se apuntó. Su amiga lo dejó, mientras Marta se aficionó, descubrió que era lo que de verdad le gustaba. «Intento disfrutar. Tú lo ves desde fuera y te emocionas, ¿verdad? Pues es más emocionante cuando estás dentro y ves lo que estás pasando y puedes vivirlo ahí...». Se fija sobre todo en Xavier Estrada Fernández, «por su clase, por su forma, por su personalidad», asegura, mientras cada vez intenta ser menos tarjetera e imponer su autoridad hablando. Y no dudar nunca cuando desde la grada se la insulte.
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