Banco Popular
El verdadero coste de la operación
Los accionistas del Santander sólo saldrán ganando si la integración genera réditos adicionales que permitan mantener de forma sostenible la remuneración que reciben
Los accionistas del Santander sólo saldrán ganando si la integración genera réditos adicionales que permitan mantener de forma sostenible la remuneración que reciben
Adiós a Banco Popular. Tras meses de incertidumbres, ayer finalmente saltó la liebre: Banco Santander se quedará con la madrileña a cambio de un euro. Al poco de desvelarse los detalles de la operación, buena parte de la izquierda política se rasgó las vestiduras: ¿cómo es posible que alguien pueda comprar un banco como el Popular por apenas un euro? El bajo precio parecía indicar una especie de contubernio político-económico a favor del Santander. En realidad, el precio que se está pagando puede que peque de alto.
¿Qué ha sucedido con el Popular?
Banco Popular ha sido desde hace años uno de los eslabones más débiles del sistema financiero español. Su exposición tóxica al ladrillo ascendía en 2012 –última auditoría detallada disponible– a unas pérdidas potenciales de más de 13.000 millones de euros. El problema con los agujeros financieros de los bancos es que son susceptibles de mantenerse ocultos mucho tiempo en sus balances: los créditos morosos pueden refinanciarse sine die para no reconocer su más que probable impago; y los activos adjudicados –inmuebles, promociones o suelo– pueden valorarse a precios irreales para no asumir las minusvalías latentes. Esto último es lo que había estado haciendo el Popular: evitar que sus pérdidas afloraran para no reconocer su auténtica situación de debilidad. Pero, al final, la basura termina aflorando. Siempre.
¿Qué alternativas tenía?
Después de que Emilio Saracho levantara hace unos meses las alfombras del Popular y reconociera su situación crítica, sólo quedaban tres alternativas: una, vender el banco a otra entidad financiera que se hiciera cargo del agujero; dos, un rescate público a costa del contribuyente; tres, trasladarles el agujero a los acreedores. Claramente, la solución más cómoda para el Gobierno y para los acreedores privados era la primera: y ésa ha sido la que finalmente ha terminado produciéndose. El Santander ha acudido al rescate y será el encargado de digerir el boquete financiero del Popular.
¿Qué ha hecho Banco Santander?
El Santander ha comprado Banco Popular a cambio de un euro. Aparentemente, se trata de un precio muy bajo, pero estamos olvidando que, al adquirirlo, también está aceptando hacerse cargo de las deudas del Popular. He ahí el verdadero coste que tendrá esta operación para el banco de Ana Botín: pagar la totalidad de las deudas a partir de unos activos que valen mucho menos de lo que se decía que valían. Ayer mismo, el Santander estimaba que las pérdidas potenciales de los activos rondaban los 8.000 millones. Para hacer frente a tan ingente suma, anunció que efectuaría una ampliación de capital de 7.000 millones. Ése es el auténtico coste de la operación, no el euro pagado.
¿Le saldrán las cuentas?
De momento, es muy difícil estimar si el Santander obtendrá beneficios con esta operación, aunque prima facie se antoja bastante complicado: la anunciada ampliación de capital de 7.000 millones diluirá la participación de los actuales accionistas del Santander, de manera que sólo saldrán ganando si la integración de ambas entidades genera réditos adicionales que permitan mantener sosteniblemente la actual remuneración que reciben. En caso contrario, serán los accionistas quienes pagarán el coste de los platos rotos. La ventaja de que sean los accionistas del Santander quienes carguen con el agujero del Popular es que, tal como manifestó ayer el ministro De Guindos, no cargarán con él los contribuyentes. Sin embargo, hay que tener mucho cuidado: no es infrecuente que los gobiernos occidentales terminen pagando los favores recibidos mediante diversas tipos de prebendas no necesariamente monetarias. Si esta operación se ha desarrollado por motivos exclusivamente económicos, bienvenida sea; si, en cambio, hay algún tipo de contraprestación política que de momento no conocemos, más nos habría valido que los acreedores del Popular soportaran todas sus pérdidas y que el Santander no acudiera al rescate. Habrá que estar vigilantes.
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