Elecciones andaluzas
«Juanma» se viene arriba: su triunfo en el debate suma apoyos al PP
El candidato del PP a presidir la Junta, Juanma Moreno, se ha comprometido a derogar el Plan de Ordenación del Territorio en Andalucía (POTA) y a sustituirlo por una normativa más flexible.
¡Tiene nombre de árbitro de Segunda B! Mediodía del lunes en la calle Sierpes, arteria principal de Sevilla. El candidato del PP a la presidencia de la Junta de Andalucía, un malagueño recriado en Madrid, pasea ante la indiferencia de los ciudadanos, en pleno centro de la capital de la autonomía, territorio rancio hispalense, sanctasanctórum del sufragio conservador regional. Juan Manuel Moreno Bonilla es mucho menos conocido para los parroquianos del Círculo Mercantil e Industrial que algunos de los periodistas que lo acompañan. Y sí: la combinación de los dos apellidos con la imagen de yerno que todas las suegras querrían tener deja una estela de hombrecillo gris, de señor con silbato en un duelo entre la Balompédica Linense y el Atlético Marbella.
Veinticuatro horas después, tras aparecer en la televisión autonómica con una corbata de color verde Carlos Cano, «quitando pena quitando jambre», y haber puesto a Susana Díaz ante el espejo de sus propias contradicciones, Juanma ha sido rebautizado con familiaridad por una marea de votantes que hasta antier se debatían entre la abstención y opciones terceristas. «Hay partido», claman ahora con convicción en la sede regional del PP. «A por ellos, oé», responde una parroquia a la que una hora de ásperas referencias a la corrupción le ha bastado para salir del desencanto y el estupor que le produjo la elección de un semidesconocido como oponente al socialismo gobernante desde hace 33 años. Apenas han pasado nueve horas desde que terminó el debate y un grupo de jubiladas departe en una venta cualquiera entre Puerto Real y Sanlúcar: «Lo mono que es y lo bien que habla el muchacho».
Ahora se entienden las renuencias de Susana Díaz al debate cara a cara, pero ni siquiera la tranquilizadora presencia como carabina de Antonio Maíllo, al fin y al cabo su socio de Gobierno hasta hace cinco semanas, le ahorró el papelón. La presidenta de la Junta, aupada por el globo hinchado tanto desde su partido como desde un sector de la derecha consciente de que era la única persona que podía evitar la deriva populista del PSOE, surfeaba sobre una burbuja de popularidad a todas luces inflada de forma artificial. Alérgica a la confrontación parlamentaria, ha construido su imagen de mujer de Estado en una sucesión de entrevistas-felpudo que le prepararon sus edecanes, pero en cuanto ha tenido que medirse con un contrincante medianamente preparado, le han reventado las costuras. Su clavo ardiendo es la demagogia y a él se agarra con la soberbia del ignorante que no tiene interés alguno por aprender.
Andalucía está ávida de cambio y así lo atestigua el hecho de que los socialistas perderán cinco puntos, en el mejor de los casos, con respecto a los comicios de 2012. Aunque todos le pronostican que será la fuerza más votada, su electorado se desangra y era obligación de Moreno Bonilla galvanizar las ansias de relevo. Tras un año de oposición timorata, se mostró al fin como una alternativa en el debate televisado del lunes y ello hizo que se disparasen las alarmas en el PSOE, cuyos monjes negros manejan desde hace meses información sensible sobre la vida personal del líder conservador. Ayer fue el día elegido para soltar a los mastines: por un lado, se afeó la elección de colegio para los hijos del oponente, como si huir del devastado sistema público de educación andaluz fuese un pecado mortal. Por otro, se refrescó una noticia rosa publicada hace varios días al fin de humanizar a Susana Díaz, que será madre de un varón. En la sede del PP regional, en la sevillana calle de San Fernando (¡el reconquistador de Sevilla para la Cristiandad!), se exclamó al unísono con Don Quijote: «Ladran, Sancho, luego cabalgamos». Por fin. Miguel de Cervantes estuvo preso en la penitenciaría sita en la calle Sierpes, donde a duras penas reconocían en la víspera a Moreno Bonilla.
Obviamente, ninguna encuesta se ha hecho eco todavía de las impresiones del debate, pero todos los sondeos del fin de semana coincidían en un estrechamiento de las diferencias en intención de voto entre PSOE y PP. En alrededor de cinco puntos se cifraba el domingo la ventaja socialista, lo que, para un experto demoscópico afín al primer partido de la oposición, supone «un empate técnico, porque contamos con una enorme bolsa de voto oculto que confiemos que aflore el día 22». Y esta situación se daba «cuando prácticamente carecíamos de candidato, porque la verdad es que Juanma no se despertó hasta el lunes en Canal Sur». Su denuncia a la Fiscalía por la revelación de datos íntimos de sus hijos es un símbolo: la prueba de que el candidato ha perdido el miedo a enfrentarse con los socialistas, el grupo que ha ejercido un poder omnímodo sobre la región desde hace más de tres décadas.
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