Elecciones generales
Rajoy frente a la pinza anti-PP
El PP gana las elecciones pero tendrá que negociar para formar Gobierno en un Parlamento fragmentado. El PSOE logra su peor resultado pero se mantiene como segunda fuerza y podría buscar pactos «anti-PP». Podemos logra un resultado histórico y sus 69 escaños le dejan cerca del «sorpasso» a los socialistas. Ciudadanos se desinfla y no logra ser decisivo para formar Gobierno ni con el PP ni con el PSOE
El PP gana las elecciones pero tendrá que negociar para formar Gobierno en un Parlamento fragmentado. El PSOE logra su peor resultado pero se mantiene como segunda fuerza y podría buscar pactos «anti-PP». Podemos logra un resultado histórico y sus 69 escaños le dejan cerca del «sorpasso» a los socialistas. Ciudadanos se desinfla y no logra ser decisivo para formar Gobierno ni con el PP ni con el PSOE
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- Artículos de: Antonio Martín Beaumont, Martín Prieto, Alfonso Merlos, Fernando Rayón, Josep Ramón Bosch, Lorente Ferrer
- Editorial: Por sentido de Estado debe gobernar la lista más votada
Las elecciones generales dejan al PP como el partido más votado, con 123 escaños, y a una importante distancia con respecto a la segunda fuerza, el PSOE. Le supera en 33 escaños y en 6,7 puntos en porcentaje de voto. La lista más votada no tiene una alternativa clara y estable en la izquierda por el varapalo que se pegan los socialistas, que se dejan hasta 20 escaños con respecto a su peor resultado, el de 2011. El primer análisis del nuevo Parlamento es la ingobernabilidad ante la necesidad de sumar a más de dos partidos para conseguir la investidura.
El PP queda lejos del objetivo que se fijó para hacer más fácil la estabilidad, los 130 escaños, y se enfrenta a un Parlamento con una fragmentación sin precedente en democracia y muy difícil de gobernar. No hay mayoría absoluta en el centro- derecha, que sumaría 163 escaños, y en la izquierda Pedro Sánchez necesitaría no sólo a Podemos sino el apoyo de al menos ERC, Bildu e Izquierda Unida. El abrazo de Sánchez con los independentistas catalanes y los abertzales de Amaiur no parece posible a priori, ya que supondría hacer concesiones como el referéndum de Cataluña, que el líder socialista siempre ha negado en campaña.
Rajoy necesitaría a Ciudadanos, y con sus escaños se quedaría a 14 de la mayoría absoluta, pero podría lograr la investidura con la abstención de Rivera y la de los socialistas en segunda vuelta.
El PSOE sobrevive a duras penas como segunda fuerza, pero con Podemos pisándole los talones como consecuencia de la fratricida pelea por el voto del «cambio», en el centro y a la izquierda, en la que al partido de Pablo Iglesias le ha sentado muy bien la campaña. Los sondeos previos anunciaban su desplome y la estrategia de movilización y de comunicación han dado la vuelta a la situación.
De hecho, Podemos se ha quedado a 1,36 puntos de los socialistas. Pablo Iglesias puede mirarse de «tú a tú» con Pedro Sánchez y esto tendrá sus consecuencias en la negociación postelectoral y en la situación interna del PSOE. Un dato a destacar es el buen resultado del PSOE en Andalucía lo que dará mucho poder de decisión a Susana Díaz.
Por su parte, Ciudadanos se asienta en el cuarto puesto, pero no logra ser el árbitro que decidirá si gobierna la lista más votada ya que los nacionalistas seguirán teniendo poder de decisión pese a su retroceso en la Cámara. Albert Rivera llegó a la campaña impulsado como un cohete por los resultados de las elecciones catalanas, pero en el día a día ha cometido fallos que han rebajado sus expectativas.
Ninguna de las dos hipótesis de mayoría parlamentaria se presenta sencilla, ni el Gobierno de la lista más votada con el apoyo de Ciudadanos ni la coalición de izquierdas (PSOE y Podemos tampoco superan el muro de la mayoría absoluta). Si se acepta cambiar la pugna entre derecha e izquierda por la de la vieja política frente a la nueva, los partidos tradicionales ganan a los emergentes, pero éstos condicionarán el futuro Parlamento bajo un riesgo real de ingobernabilidad que incluso abre la puerta a unas nuevas elecciones. La estabilidad, y las posibles consecuencias de la situación política en la evolución económica, dependerán en buena medida de las decisiones que adopten.
En una campaña electoral en la que ha primado la imagen sobre el mensaje y las audiencias sobre las representaciones parlamentarias ya existentes, lo que ha llevado a excluir del juego político a partidos que ya estaban en el Congreso para beneficiar a los nuevos partidos, los sondeos no se han equivocado en porcentajes muy significativos en la radiografía de la noche electoral. Con un sistema diseñado para favorecer mayorías y Gobiernos estables, los dos principales partidos sufren un importante desgaste y se quedan lejos de los dos tercios de los 350 escaños en liza. Pero los resultados de estas elecciones no pueden compararse con ninguno anterior porque el escenario ha cambiado como consecuencia de las heridas que la larga y dura crisis ha dejado en la política tradicional.
Rajoy cumple parte de sus objetivos, pero pueden ser insuficientes dependiendo de los pactos postelectorales. Anoche salió al balcón de Génova a reivindicar su victoria y a reclamar su derecho a formar Gobierno.
El PSOE necesitaba la medalla de plata y la consiguió, pero quedó muy por debajo del suelo histórico que le dejó en 2011 Alfredo Pérez Rubalcaba. Un tercer puesto hubiese movido las aguas internas del socialismo para exigir la dimisión de Pedro Sánchez de manera inmediata, desde ayer mismo por la noche. Pero la segunda plaza puede salvarle, aunque la política de pactos con los independentistas catalanes y los nacionalistas vascos para poder gobernar tendrá la contestación de los barones. También habrá que ver las exigencias de un Iglesias crecido en campaña y que se sentirá con derecho a subir al altar tras los resultados electorales.
IU ha pasado a ser residual al no lograr los cinco escaños necesarios para poder tener grupo parlamentario propio y abocar a sus dos diputados al Grupo Mixto. La explicación está en la lucha de Alberto Garzón con Pablo Iglesias, que le llevó a concurrir en solitario y que le ha acabado costando el final de las siglas históricas de IU. En el futuro volverá, sin duda, a plantearse la demanda de su unión con el partido de Pablo Iglesias.
La participación no fue ta alta como la que hubo en 1982, cuando también había una alta demanda de cambio, pero sí cuatro puntos superior a la de 2011.
Hoy empieza una nueva etapa política. Con un Parlamento fragmentado, con dos partidos nuevos y en el que harán falta pactos casi imposibles y acuerdos impensables. Pero los expertos señalan que no es previsible que esta división se consolide más allá de estas elecciones. Porque es inevitable que alguno de los nuevos partidos se desgaste.
En Cataluña, En Comú Podem ha sido la fuerza más votada gracias al «efecto Colau» seguida de ERC que se impone al partido de Mas Democracia y Libertad, que ha sacado ocho escaños, la mitad que cuando concurría junto a Unió, que se ha quedado fuera como UPyD . Ciudadanos pierde fuelle con respecto a las autonómicas y logra un empate técnico con el PSC que baja seis diputados. El bloque nacionalista ha retrocedido dos escaños con respecto a las elecciones de 2011.
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