Elecciones generales
Rajoy busca una mayoría frente al pacto de perdedores
Los estrategas electorales del PP han apostado por una campaña sin riesgos. Ni en el programa ni en los integrantes de la candidatura ni tampoco en el mensaje del candidato, Mariano Rajoy.
Los estrategas electorales del PP han apostado por una campaña sin riesgos. Ni en el programa ni en los integrantes de la candidatura ni tampoco en el mensaje del candidato, Mariano Rajoy. Una campaña «tranquila», como sostiene un alto cargo de los populares, casi anodina, que no movilice a la izquierda y que centre todos sus esfuerzos en el nicho electoral en el que el PP aspira recuperar los votos necesarios para llegar, a ser posible, a la barrera de los 130 escaños.
Éstas son las «armas» de Rajoy para conseguir una mayoría suficiente que conjure una alianza contra la lista más votada, la suya, según coinciden en pronosticar todas las encuestas. Contra «la alianza de los perdedores», como sentencian en el comité de campaña. El PSOE ha convertido en uno de sus mantras la idea de que Ciudadanos le dará el Gobierno a Rajoy, y los del PP justo han levantado sobre la idea contraria otro de sus eslóganes electorales. Más allá de los mensajes de campaña, en el cuartel general de Génova trabajan con la hipótesis de que la caída del PSOE es inevitable, y que, por tanto, sus energías tienen que ir dirigidas a combatir electoralmente a Ciudadanos. Lo que no quiere decir, precisan, entrar en el cuerpo a cuerpo con Albert Rivera ni optar por una campaña embarrada que busque desprestigiar a su rival político. Rajoy se va a ajustar a su libro, el de presentarse como el candidato solvente, experimentado y capaz de garantizar que la «nave» no vuelva a perder el rumbo. Se centrará en recuperar la confianza de su votante tradicional. Bien por confianza en sus expectativas, bien a base de intentar convencerle de que si no le dan una mayoría holgada la alternativa será un Gobierno del PSOE con Ciudadanos. Los expertos sociológicos sostienen que unas elecciones tan excepcionales como éstas, en las que todo está abierto, y en las que la victoria, por primera vez en democracia, no garantiza el Gobierno de la Nación, van a estar muy determinadas por las expectativas de futuro que sean capaces de crear los candidatos. La agenda que ha marcado el arranque de la campaña sopla a favor del PP, pero el candidato tiene que combatir el daño que ha dejado en su imagen la gestión de estos cuatros años, en lo económico, pero también por los casos de corrupción y por el clima de opinión desafecto con el funcionamiento de algunas instituciones y del propio bipartidismo. Su «target» son los mayores, porque entre los jóvenes se han hecho fuertes los emergentes. Rajoy se juega La Moncloa a la baza de la distancia que le saque a Ciudadanos y de la negociación postelectoral con este partido. Pero el PP también se juega el modelo de transición hacia una renovación en su estructura orgánica de dirección. En las filas populares dan por hecho que si son capaces de mantener el poder, el Congreso Nacional de principios de 2016 abrirá un camino de ruptura con la etapa anterior, pero controlada, sin voladuras internas ni en sus Estatutos ni en el liderazgo. Si el PP pierde el poder, éste será un Congreso de cambio total, en el funcionamiento interno y también en el equipo que llevará las riendas en la oposición.
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