Dakar
Sánchez busca reeditar el pacto con C’s y forzar la abstención del PP
Sevilla pide que se permita gobernar a quien tenga más apoyos parlamentarios y Ferraz desoye la estrategia de los moderados y los barones, que instan a dejar paso a Rajoy si hay «sorpasso».
Sevilla pide que se permita gobernar a quien tenga más apoyos parlamentarios y Ferraz desoye la estrategia de los moderados y los barones, que instan a dejar paso a Rajoy si hay «sorpasso».
Los pactos postelectorales quedarán marcados por el resultado del 26-J. Los partidos hacen sus cábalas, pero será el resultado de las urnas el que determinará el margen de acuerdo. En la campaña no habrá novedades por parte de ninguno de los contendientes. Y el PP ya fijó con claridad en las elecciones de diciembre su apuesta a favor de que gobierne la lista más votada, condición que reeditará en estos comicios, y a favor de una gran coalición con socialistas y Ciudadanos. Que hoy se sabe que es imposible. Los votos del partido de Albert Rivera fueron insuficientes en diciembre para formar gobierno, y en estas elecciones las encuestas señalan que ocurrirá lo mismo.
No obstante, la crítica situación que atraviesa la dirección socialista, crucificada por todas las encuestas publicadas y sin haber sido capaz de aprovechar el debate a cuatro del lunes, ha llevado a Ferraz a buscar a la desesperada el salvavidas de apelar de nuevo, como hicieron en diciembre, al mantra de que tiene que gobernar aquel que sume más apoyos parlamentarios, más escaños, y no la lista más votada. Esto exige que Pedro Sánchez aguante y no pierda apoyos con respecto a diciembre, hipótesis que no avala el último sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Es verdad que Ferraz confía, igual que Génova, en que el reparto final de los restos no beneficie mayoritariamente a Podemos.
Esta maniobra en campaña de Ferraz contrasta, sin embargo, con los mensajes que están trasladando barones e históricos socialistas, e incluso desde Ciudadanos, y que apuntalan la idea de que los dos partidos intentarán después de las elecciones de junio, si los resultados se lo permiten, forzar la salida de Mariano Rajoy para facilitar un Gobierno del PP, como lista más votada, a través de su abstención.
El PSOE de Pedro Sánchez pone todas sus esperanzas de cara al 26-J en los escaños que sea capaz de obtener. Un número suficiente que le permita mantenerse como principal partido de la oposición –aunque Unidos Podemos le supere en votos– y ejercer un margen de maniobra para aglutinar una mayoría de apoyos en torno al proyecto socialista. Desde hace varias semanas el propio Sánchez defiende en público que en un sistema parlamentario como el actual lo importante no es ganar las elecciones, sino ser capaz de gestionar el resultado posterior a través de alianzas postelectorales que garanticen la investidura. En este escenario, los socialistas apelan al sentido de responsabilidad del PP para que –llegado el momento– no bloquee la candidatura de quien tenga ese apoyo mayoritario. Una suerte de traje a la medida del candidato socialista, que es consciente de que no será la primera fuerza tras los comicios y de la dificultad de Mariano Rajoy para pactar con otras fuerzas políticas. «La Liga no la gana quien vence más partidos, sino quien consigue más puntos», señaló el líder del PSOE, utilizando un símil futbolístico, ayer en «Los Desayunos de TVE».
Según fuentes de Ferraz, es en este contexto en el que debe entenderse el tuit que publicó ayer su experto económico Jordi Sevilla y que hizo saltar todas las alarmas sobre una posible gran coalición, al indicar que para evitar unas terceras elecciones «debería dejarse gobernar al candidato que obtenga mayor apoyo parlamentario». Estas palabras dejaban la puerta abierta a una posible abstención del PSOE si era Rajoy el que conseguía articular esa mayoría, aunque fuentes de la dirección salieron rápidamente al paso para negarlo y el propio Sevilla se vio obligado a matizar con otro mensaje en la misma red social. «No tengo duda de que tras el 26-J, igual que pasó tras el 20-D, Pedro Sánchez será el candidato que conseguirá mayor apoyo parlamentario», escribió horas después en su cuenta de Twitter. Éste es precisamente el escenario que el PSOE quiere explorar: reeditar el pacto con Ciudadanos para convertirse en la fuerza que cuente con el respaldo de más diputados y volver a presentarse a la investidura. Esta opción desarticularía el «sorpasso» y la dualidad a la que, según las encuestas, se enfrenta Sánchez: elegir entre hacer presidente a Iglesias o a Rajoy. Además, una alianza con el partido de Albert Rivera colocaría de nuevo a Sánchez en el centro de la escena política y evitaría los movimientos en clave interna que surgirán en su partido para que abandone la dirección. La opción, que pasaría por volver a reproducir el pacto de «El Abrazo», dejaría fuera de juego a Podemos y trasladaría toda la presión a los populares, sobre los que recaería la responsabilidad de facilitar un gobierno constitucional o llevar a España a unas terceras elecciones. Sin embargo, la jugada obvia dos datos fundamentales. Los escaños que obtendrán PSOE y Ciudadanos son aún un misterio y podrían ser insuficientes, y, en segundo lugar, se da por hecho la imposibilidad de que el PP sea capaz de pactar con Rivera, una situación que cambiaría las tornas.
✕
Accede a tu cuenta para comentar