Felipe González
Sánchez «desaparece» para eludir su desgaste
Desde su entorno se apunta que está «descansando» y «madurando» qué papel debe asumir el PSOE en la formación de Gobierno
Desde su entorno se apunta que está «descansando» y «madurando» qué papel debe asumir el PSOE en la formación de Gobierno
«¿Dónde está Pedro Sánchez?». Está es la pregunta que asalta a propios y extraños dentro y fuera del PSOE. Cuando se cumple una semana de las elecciones generales, también se cuentan siete días sin noticias del que las urnas designaron como líder del principal partido de la oposición. Desde que compareciera en la sede federal de Ferraz para valorar –sin admitir preguntas– el peor resultado histórico del partido, Sánchez se ha sumido en un exilio autoimpuesto que contrasta con la sobreexposición mediática que le caracteriza. La noche del 26 de junio –parapetado por su Ejecutiva, integrantes del PSM y la lista de Madrid– el secretario general se felicitó por haber conseguido esquivar el «sorpasso» y mantener a los socialistas como «partido hegemónico de la izquierda». Un mensaje sin triunfalismo, pero también sin un ápice de autocrítica, después de romper –por segunda vez en seis meses– el suelo electoral del PSOE.
Desde entonces el mutismo es total. El secretario general socialista se ha inhibido de sus funciones de portavoz público del partido y ha delegado en sus más fieles colaboradores la legitimidad para marcar el discurso oficial. No responde a preguntas de los periodistas desde el escueto «canutazo» –declaraciones a los medios– a la salida del colegio electoral después de votar. Ni siquiera ha utilizado sus cuentas en las redes sociales Twitter y Facebook para marcar la pauta del partido o el rumbo que va a tomar en las futuras negociaciones de Gobierno, una actitud que contrasta con las semanas de campaña en las que su actividad era frenética y se utilizaban estos perfiles para relanzar y destacar los mensajes y propuestas claves de la formación. Un agradecimiento a la Selección española, tras ser eliminada de la Eurocopa; la condena por el atentado de Estambul, o una reseña sobre la reunión de los socialistas europeos han sido las únicas «señales de vida» del líder socialista en Twitter .
Si el objetivo de Sánchez con su «retiro» público era evitar que la presión mediática se focalizase sobre el PSOE, no ha conseguido sino el efecto adverso, pues el vacío de su ausencia ha sido ocupado por un aluvión de declaraciones de barones territoriales marcando, a veces con orientación opuesta, el camino que debe seguir la dirección. Un camino que en todos los casos lleva a ocupar la oposición en una legislatura corta del PP.
Además, la estrategia de mantener un medido silencio, lejos de pasar desapercibido, ha puesto a Sánchez en el centro de la escena política por la ausencia de respuestas a los principales interrogantes que atenazan a su partido. En el seno de la formación hay quien no oculta su sorpresa por que Sánchez se haya «borrado del mapa» en una coyuntura en la que se deben asumir responsabilidades, después de haber cosechado de nuevo los peores resultados de su historia. Pero el líder socialista no es el único dirigente al que se echa en falta. El mismo patrón parece haber adoptado su número dos, César Luena, cuyo perfil bajo hizo que no compareciera el 27-J para valorar los resultados, como ocurrió en diciembre. La relación entre Sánchez y Luena atraviesa un momento delicado, después de que a raíz de la campaña electoral surgieran profundas discrepancias entre ellos sobre el rumbo que el partido tenía que tomar. El papel de portavoz autorizado lo ha asumido, desde entonces, Antonio Hernando, que fue el encargado de dar cuenta ante los medios de la posición que defenderá el partido: una oposición frontal, por activa y por pasiva, a que Rajoy sea presidente.
Desde el entorno de Sánchez se apunta a que el líder socialista está «descansando» después de una frenética campaña. Una apreciación que molesta a algunos dirigentes que también se han esforzado al máximo en estas semanas y «no nos hemos tomado vacaciones». Los únicos movimientos que han trascendido en esta semana ha sido un viaje a Bruselas con sus homólogos europeos y una reunión –casi secreta– con el ex presidente Felipe González para pulsar el sentir del partido de cara a facilitar o no un Gobierno de Rajoy. El secretario general está «madurando», según fuentes de su equipo, las opciones que tiene el PSOE de cara a la gobernabilidad. El miedo a la hemeroteca, esto es, que un pronunciamiento público quede posteriormente desmentido por los hechos, es lo que imprime de tanta cautela y ocultismo los pasos de Sánchez.
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