Elecciones catalanas
21-D: El 17% de indecisos tienen la llave
Los partidos cerraron la campaña con mensajes para movilizar al 17% de dubitativos. Los expertos coinciden en que el electorado «se está moviendo mucho». Los constitucionalistas acarician el fin del soberanismo
Los partidos cerraron la campaña con mensajes para movilizar al 17% de dubitativos. Los expertos coinciden en que el electorado «se está moviendo mucho». Los constitucionalistas acarician el fin del soberanismo.
Sólo en los cuarteles generales del PACMA y de STOP Recortes no hay nervios. Ambas formaciones saben de antemano que no tendrán representación, aunque cuentan con sumar más de los 40.000 votos que consiguieron en 2015. Un puñado de votos pensarán muchos, pero este puñado de votos puede decidir el resultado más enconado de la historia de Cataluña. En los cuarteles de invierno de los siete partidos que obtendrán representación, se aprovechó el día de ayer para «echar el resto», para intentar influir en ese 17% de voto indeciso que serán fundamentales para decantar mayorías. Los nervios en esas sedes sí que estaban a la orden del día.
Los principales partidos están desdeñando las encuestas porque «las cocinas están viciadas» y se concentran en los famosos trackings que están custodiados como oro en paño, por los responsables demoscópicos de los partidos. Por ejemplo, las encuestas que se publican por «El Periódico de Andorra», en estos días que en España no se pueden publicar, no acertaron en 2015. Erraron sus predicciones en la asignación de Ciudadanos y Comunes, al alza, dieron entrada a Unió que no obtuvo representación y a PSC y CUP, a la baja. Además, todos los expertos coinciden en que el electorado «se está moviendo mucho» y que la evolución del voto que registran estos trackings diarios está subiendo y bajando como un «Dragon Khan». Un experto consultado por LA RAZÓN apunta «que las encuestas no son creíbles porque no tienen en cuenta porque no pueden medirlo, el voto protesta, el voto cautivo y el voto cauteloso», que impide «analizar con certeza las intenciones de voto y, por tanto, la extrapolación de escaños».
Con estas premisas, los trackings que registran estos movimientos adquieren gran importancia, aunque hacen imposible resolver la principal incógnita, si el independentismo obtendrá la mayoría absoluta. Con esta pregunta en el aire se pueden extraer dos sensaciones. La primera, el independentismo da por perdida esta mayoría, centrándose en una lucha cainita entre ERC y los chicos de Puigdemont, mientras que la CUP aspira sólo a obtener el voto protesta. La segunda, el constitucionalismo sabe que no tendrá la mayoría absoluta, aunque confía en evitar que el independentismo la obtenga.
Los partidos constitucionalistas –PSC, Ciudadanos y PP– respiraban ayer con los trackings en la mano. Los socialistas alcanzan los 700.000 votos, los que obtuvo José Montilla en 2010, creciendo en más de 200.000 con respecto a 2015; los naranjas de Inés Arrimadas se sitúan por encima de los 900.000 electores creciendo en el mismo número que los socialistas –aunque fuentes de la dirección del partido apuntan que el volumen de electores puede situarse por encima del millón de votos– y los populares recupera terreno llegando a los 300.000 votos. «Ciertamente el voto constitucionalista está movilizado, pero las encuestas indican un trasvase de casi el 50% del PP a Ciudadanos. Creo que no será tanto, pero puede resultar inservible en algunas circunscripciones», apunta el experto consultado. Esta situación se puede producir en Gerona y Lérida, fundamentalmente, porque en estas provincias el PP y la CUP se disputarán un diputado. Si el PP tiene demasiado trasvase a Ciudadanos, los constitucionalistas pueden «morir de éxito, porque ese voto puede ser irrelevante», y es contundente en su análisis: «La mayoría constitucionalista pasa porque Cs no se lleve todo el voto del PP, que el PP aguante. Que su pérdida de voto con respecto a 2015 no supere el 30%».
En el mundo soberanista, ERC parece romper la estrategia de Puigdemont. Los trackings los sitúan por primera vez por encima del millón de votos, mientras que Junts per Cat baja los niveles del PSC, algo más de 700.000 votos, aunque su influencia en el mundo rural tendrá prima en la representación en el Parlament con más escaños. A pesar de mantenerse en estas cotas, la lista de Puigdemont alejada de su propio partido, el PDeCAT, que ha mantenido un escrupuloso silencio en esta campaña, lleva una acentuada tendencia a la baja en los trackings de los últimos días.
La CUP, que no aspira a ser decisiva y prefiere un papel de «pepito grillo» en el nuevo hemiciclo, aglutina ese voto protesta, aunque está perdiendo fuelle con vías de agua hacia ERC. Los republicanos abren zanja con Puigdemont, dejando la carrera política del ex president en el alero, o en versión CUP arrojándolo a «la papelera de la historia». Junts per Cat, la lista de Puigdemont, se ha gripado en los dos últimos días. No sólo pierde votos que recupera ERC sino también por el frente de la CUP. El independentismo, aunque desmoralizado, puede mantener su mayoría, «de hecho, las franjas electorales se sitúan entre 66 y 69 diputados».
Catalunya en Comú, heredera de Catalunya Sí que es Pot, no mejora. Puede alcanzar los 300.000, por debajo de los 350.000 logrados por la lista liderada por Iniciativa per Catalunya, relegada al ostracismo en estas elecciones por Ada Colau y Xavier Domènech. Dada la igualdad de los dos bloques, constitucionalistas y separatistas, Domènech puede tener la llave de la gobernabilidad, aunque deteriorada, porque no cumple ni de lejos sus expectativas.
Quizás, hoy más que nunca, con este escenario endiablado hay que reproducir las palabras del socialista Miquel Iceta en «Más de Uno» con Carlos Alsina: «Habrá sorpresa el 21-D. Lo que no sé es cual».
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