PSOE
Alarma entre los barones: «Sánchez ya está en campaña»
Esperaban que dejase abierta una puerta en su discurso a una abstención negociada.. Creen que ahora el único camino es que su líder pida la cabeza de Rajoy
Esperaban que dejase abierta una puerta en su discurso a una abstención negociada. Creen que ahora el único camino es que su líder pida la cabeza de Rajoy
La rotundidad exhibida ayer por Pedro Sánchez en su negativa a Mariano Rajoy no iba dirigida únicamente a su interlocutor directo. El eco de sus palabras trascendió los muros del Congreso y resonó en todas y cada una de las federaciones críticas, que llevan semanas alimentando la necesidad de convocar un Comité Federal para abrir un periodo de reflexión, también en los oídos de dirigentes y ex dirigentes que han clamado por dejar gobernar al PP para desencallar una situación de bloqueo político que dura ya demasiado tiempo. Sánchez aludió al «chantaje» de los populares, pero muchos leen que esta denuncia de presiones exacerbadas no se circunscribía únicamente a sus rivales ideológicos.
El discurso de Sánchez se siguió con moderada atención en los territorios. No en vano, al menos tres de los dirigentes consultados por este diario reconocieron no haber visionado la intervención en su totalidad. Sin embargo, el trasfondo de la misma pronto corrió como la pólvora. La dureza en su defensa del «no» se vislumbró como un nuevo desafío ante quienes entienden que el PSOE debería abandonar la «cerrazón» y moderar el discurso, una vez se materialice la investidura fallida de Mariano Rajoy. «Defender la abstención a partir de hoy es una batalla casi imposible de ganar», comentan a LA RAZÓN desde el entorno de uno de los barones proclives a adoptar esta posición tras las elecciones en el País Vasco y Galicia. Estas mismas fuentes valoran positivamente el discurso de Sánchez, consideran que «se ha crecido en el espacio que le dejó Rajoy con su mal discurso», pero ven en un «claro tono en clave de campaña, tanto interna como para terceras elecciones».
Es en este punto donde cunde la preocupación. En los territorios se había asumido –con mayor o menor aceptación– que en esta investidura el PSOE no se movería del «no». Sin embargo, se esperaba dejar un resquicio abierto para modular la posición y evolucionar –en un futuro– hacia una «abstención condicionada», dejar gobernar al PP a cambio de una ambiciosa agenda de regeneración y reformas que les permitieran hacer pedagogía entre los votantes. Con la rotundidad de Sánchez, los barones asistían alarmados a su nula intención de moverse de ese «no» más adelante y de provocar unas terceras elecciones. El fin supremo de estos dirigentes es evitar una nueva convocatoria electoral, pues consideran que ésta sería profundamente perjudicial para el PSOE y ampliarían la brecha que les separa del PP. No comparte esta visión la dirección del partido, que llama a desdramatizar una nueva cita con las urnas, convencidos de que ya han roto su suelo histórico y sólo pueden mejorar sus resultados. Unas terceras elecciones tienen también su encaje en clave interna, pues permitirían a Sánchez repetir como candidato –nadie le disputaría esta posición de desgaste– y mantener unos meses más su despacho en Ferraz.
Sin embargo, no todo en el discurso del líder socialista fue desesperanzador. La cruda crítica que Sánchez dirigió al candidato popular permite a los socialistas hacer una lectura a la desesperada. «Ha hecho hincapié en que el problema es Rajoy», señalan, y apuntan a una nueva estrategia que pasaría por demandar un cambio de candidato para desencallar la situación. «Esa vía todavía está abierta», señalan, conscientes de que nunca fue la primera opción para el PSOE. En la hoja de ruta de los críticos está poner en marcha una legislatura corta cuanto antes, que permita a los socialistas rearmarse en la oposición y poder concurrir con garantías de éxito a una nueva convocatoria electoral dentro de dos años. Para este escenario, al PSOE no le interesa –a priori– un candidato renovado en el PP que pueda dar al traste con la corriente de regeneración que subyace en el electorado de las fuerzas del cambio.
La convocatoria de un Comité Federal que diversos dirigentes territoriales demandan a la dirección de Pedro Sánchez no es una potestad exclusiva de ésta. Según la regulación interna del PSOE, el máximo órgano entre congresos puede convocarse por la Ejecutiva federal –procedimiento habitual– o puede forzarse de forma externa si se reúnen un tercio de las firmas que lo componen (295 miembros). Esta última mecánica permitiría a los territorios, que gozan de tal apoyo, proponer la reunión del Comité Federal. Sin embargo, el procedimiento –que nunca se ha llevado a cabo hasta ahora– es considerado «un poco extremo» incluso por los propios críticos, que no prevén invocarlo por esta vía. Esta es la razón por la que se suceden los llamamientos públicos para que la dirección lo convoque «motu proprio». Sin embargo, la Ejecutiva se reunió el pasado lunes y, según el propio Sánchez, ningún dirigente territorial pidió su convocatoria. Esta ola de requerimientos públicos de los barones parece no hacer mella en Ferraz, que ya ha contestado a dirigentes como el presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, o el valenciano, Ximo Puig, que no habrá una nueva reunión hasta que el escenario cambie y sea necesario modificar la postura. Es más, estas mismas fuentes apuntan que quienes ahora piden la abstención estuvieron en el último Comité Federal y no defendieron esta postura ante el plenario ni ante la militancia.
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