Elecciones Generales 2016
Aznar y González «boicotean» a sus candidatos
González y Aznar rompen la estrategia de sus partidos con mensajes cruzados con sus respectivos candidatos. El socialista apoya a Chaves y a Griñán, y el popular critica que se juegue a polarizar las elecciones
González y Aznar rompen la estrategia de sus partidos con mensajes cruzados con sus respectivos candidatos. El socialista apoya a Chaves y a Griñán, y el popular critica que se juegue a polarizar las elecciones
Dos ex presidentes del Gobierno Felipe González y José María Aznar, y un mismo destino. Son antagónicos y la relación entre ellos es más que distante, pero los une su capacidad de torcer la estrategia electoral de sus respectivos partidos. Ferraz lo disimula de una manera, y Génova, de otra. Pero en los dos «cuarteles generales» se han encendido algunas alarmas parecidas. No es la primera vez que sucede, en cualquier caso.
Ayer, el presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, y el presidente de honor del PP, José María Aznar, se cruzaron mensajes desde dos tribunas distintas. Aznar, en Madrid. Rajoy, en Burgos.
Génova sostiene que todavía «ni se han planteado» dirigirse a Aznar para proponerle si quiere participar en algún acto de campaña. Llegaría tarde, en cualquier caso, una oferta en ese sentido porque los hechos y las palabras del ex presidente del Gobierno le han quitado sentido. Ha dejado ver sin ambages que no tiene mucho interés en pedir el voto para Rajoy. No es nuevo, porque en la campaña de diciembre hizo hasta guiños a Ciudadanos. No obstante, Rajoy se esfuerza por no echar fuego a la hoguera en público, aunque el intento quede muy forzado. Ayer la salida que encontró para rebajar la imagen de tensión entre los dos fue la afirmación de que las relaciones de Aznar y él «son estupendas, y no hay nada más que decir».
Casi al mismo tiempo Aznar alertaba de que España lleva demasiado tiempo avanzando «por el camino equivocado». Y advertía, a su vez, de que deberán hacerse «sacrificios personales» para evitar males mayores. Aznar acumula diferencias personales con Rajoy y con otros miembros de la dirección del PP, pero también hay una distancia política que cada vez se ha cuidado menos de ocultar. Ayer precisó que su única función era «alentar» y «alertar», pero a nadie se le escapa en el PP, y fuera del PP, que sus pronunciamientos críticos con la política fiscal, con el impulso reformista o con la desviación del déficit tienen consecuencias que van mucho más allá de «alentar» y «alertar». Aznar introdujo desde fuera otro matiz a la campaña de su partido. La estrategia por la que ha apostado la dirección popular se sostiene en el objetivo de polarizar el escenario político entre la coalición de izquierdas, que lidera Pablo Iglesias, y ellos, como un mecanismo para apelar al voto útil y conmover a sus votantes que el 20-D insistieron en la abstención. Y justo el ex presidente del Gobierno criticó la tentación de «polarizar» a los españoles. Es cierto que el mensaje de Aznar se centró sobre todo en advertir de los riesgos del «populismo» y de la amenaza que Podemos representa, a su juicio, para España. Porque «asaltar el Paraíso es el camino más directo al infierno del conflicto violento».
También subrayó que la convivencia está seriamente comprometida y pidió recuperar «la concordia para evitar un descarrilamiento histórico que a día de hoy no es en absoluto imposible». Para ello «hay que abandonar de inmediato cualquier tentación de polarizar, amedrentar, extremar, excluir, radicalizar, dividir o enfrentar a unos españoles con otros». Aznar sí compartió ayer con la cúpula de su partido la línea argumental muy contestataria con el «populismo y los radicalismos». Pero eso no tapa los demás matices, sustanciales, que separan su mensaje del que hoy abandera la dirección del PP. Si él ayer pedía «sacrificios personales», Rajoy, sin embargo, subrayó en Burgos que él se ve «a mitad de una tarea tan difícil como apasionante», y volvió a reafirmarse en su compromiso de bajar impuestos pese a las exigencias de Bruselas, bajo amenaza de multa, para que se apliquen nuevos ajustes que permitan cumplir con los objetivos de déficit. Por cierto, la próxima semana hay reunión del Patronato de FAES. El abismo que hoy separa a Rajoy y a Aznar no ha pesado tanto como para que hasta ahora haya afectado a la decisión de que FAES, fundación del PP, siga bajo el mando de Aznar. En el Patronato hay mayoría de la cuerda del ex presidente, y lo único que Rajoy podría hacer es quitarle el dinero que recibe de los Presupuestos Generales del Estado (PGE), que es la inmensa mayoría. Ésa es la única vía que tiene para desvincular al PP de FAES. En los Presupuestos no viene fijado el reparto por fundaciones. Sólo la cantidad global para todos, que se reparte según escaños. Y que luego se distribuye según cada partido decide. A la dirección popular le bastaría con cambiar el destinatario, pero ésa es un batalla que hoy no está abierta.
González también dio ayer una buena estocada a la estrategia de Ferraz. El mazazo del procesamiento de los ex presidentes Manuel Chaves y José Antonio Griñán ha obligado a Pedro Sánchez a recolocarse con un mensaje en el que marcó claramente distancias con lo que representan estos dos referentes históricos del socialismo. Y González entró en el debate para romper con esa línea argumental y posicionarse del lado de la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, más generosa en la defensa de la presunción de inocencia de Chaves y de Griñán.
El dardo de González a Sánchez fue contundente: «Yo sí pongo la mano en el fuego por Chaves y Griñán». Para añadir a continuación que defiende «la honradez personal» de la cúpula del socialismo andaluz y criticar a quienes «se escapan» de su defensa. Ferraz se enfrenta a una campaña muy complicada. Bajo la presión del empuje de Unidos Podemos y sin haber conseguido que ninguna encuesta les confirme que han sido capaces de sacar la más mínima ventaja de los meses en los que Sánchez ha ejercido de candidato a presidente del Gobierno sin tener los apoyos para sacar adelante su investidura. Uno de sus problemas, en el que está la raíz de la debilidad del bipartidismo, es la fuga del votante más joven a los partidos emergentes, en su caso mayoritariamente a la formación de Podemos. «Y ni los mensajes de apoyo a Chaves y a Griñán ni las noticias sobre los negocios de González nos ayudan a conectar de nuevo con el voto joven», se lamentan en Ferraz.
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