Guardia Civil

Bombas para atentar en Ceuta

Los cuatro yihadistas arrestados ayer estaban a la espera de recibir armas y explosivos. Uno de ellos, ex talibán ceutí, estuvo detenido en Guantánamo acusado de pertenecer a Al Qaeda.

Agentes de la Policía Nacional se preparan para asaltar el domicilio de uno de los miembros de la célula yihadista desarticulada ayer en Ceuta y Marruecos
Agentes de la Policía Nacional se preparan para asaltar el domicilio de uno de los miembros de la célula yihadista desarticulada ayer en Ceuta y Marruecoslarazon

Los cuatro yihadistas arrestados ayer estaban a la espera de recibir armas y explosivos. Uno de ellos, ex talibán ceutí, estuvo detenido en Guantánamo acusado de pertenecer a Al Qaeda.

Los cuatro arrestados en la operación conjunta de España y Marruecos contra el Daesh, el Estado Islámico, en especial uno de ellos que había estado preso en el Centro de Detención de Guantánamo (Cuba), se habían puesto en contacto con el «aparato» de la banda encargado de suministrar armas y explosivos con el fin de cometer atentados en cuanto fuera posible, según han informado a LA RAZÓN fuentes antiterroristas. Este individuo, un talibán que había combatido en Afganistán en 2002, donde fue capturado por tropas estadounidenses, cuenta con experiencia en la confección de bombas, incluidas las de gran potencia que se colocan en coches y camiones para acciones suicidas, y todo tipo de armas, cortas y largas. Se trata de un individuo muy peligroso.

Otro de los componentes de la célula es hermano de un yihadista que murió, precisamente, en una acción suicida. Al parecer, se trataba de Rachid Wahbi, un taxista ceutí de origen marroquí que en 2012 viajó a Siria y se integró en Al Qaeda. Empotró un camión cargado de explosivos contra un cuartel en Al Nairab. Asesinó a 130 personas. Del arrestado ayer se destaca su «papel carismático y referente doctrinal en la comunidad radical de la zona ceutí en la que habitaba», ya que estaría decidido a llevar su compromiso y lealtad con el Daesh hasta el final y convertirse en un mártir de la causa como su hermano.

La operación antiyihadista fue realizada por agentes de la Comisaría General de Información de la Policía Nacional española y de la Dirección General de Vigilancia del Territorio (DGST) de Marruecos, en coordinación con la Brigada Provincial de Información de Ceuta. Tres de los cuatro arrestados lo han sido en la ciudad autónoma y el cuarto en Nador, cerca de la frontera con Melilla.

Según fuentes del Ministerio del Interior, la célula había centrado su atención «en captar y adoctrinar a menores de edad de Ceuta con el fin de que se uniesen a las filas del Daesh en Irak o Siria. Esta actividad se veía beneficiada por la vulnerabilidad de los menores, lo que facilitaba la labor de intoxicación radical yihadista. Obtenían de esta manera un total compromiso y sometimiento de los jóvenes al ideario terrorista del Daesh, así como la instrumentalización de los mismos para la ejecución de acciones terroristas».

Asimismo, se destaca que la operación ha supuesto «la neutralización de una plataforma muy activa, cuyo fin principal era incrementar de forma continuada el número de activistas y combatientes del Daesh, tanto en occidente como en la zona de conflicto sirio-iraquí».

El grupo estaba perfectamente organizado y jerarquizado; cada uno de sus componentes tenía asignado un rol determinado. La dirección estaba compartida por dos de los detenidos, quienes además ejercían de mentores de la doctrina radical yihadista en Ceuta. El tercer integrante realizaba labores de apoyo en todo lo que los dirigentes le solicitaran.

Las reuniones clandestinas de la célula, según Interior, en las que ejercían sus labores de captación, se llevaban a cabo en el domicilio y en un local comercial que regentaba unos de los líderes. En estos encuentros se instruía a los adeptos en las medidas de seguridad que se debían adoptar en todo lo relacionado con su plena dedicación a la organización terrorista, como el establecimiento de puntos de vigilancia en las zonas de reunión, que se celebraban a altas horas de la madrugada; ausencia total de comunicaciones telefónicas y utilización de mensajes y lenguaje convenido, en clave o cifrado.

Éstas y otras son las técnicas que se encuentran recogidas en los manuales del Daesh.