ETA
Desaparecen 40 bombas-lapa en plena guerra por el control de ETA
Los expertos sospechan que una facción de la banda se ha hecho con parte de las armas.
Los expertos sospechan que una facción de la banda se ha hecho con parte de las armas.
El problema es que ETA, al menos la «ETA oficial», que tiene parte de su entramado en España, no ha mentido y las actas que entregó, con sellos de la banda y códigos alfanuméricos, correspondían a los artilugios que quería entregar en el supuesto «desarme total» montado en Bayona a comienzos de este mes.
Pero las cuentas oficiales que han realizado ya las Fuerzas de Seguridad francesas no se corresponden con dichas actas: de las 23 armas largas que debían haber sido entregadas, sólo hay 13; de las 87 cortas, sólo 58; de las 60 bombas-lapa, sólo 20; de los 2.000 kilos de nitrometano, sólo 900; y 2.000 kilos de explosivos.
¿Qué ha pasado?. Los expertos no se ponen de acuerdo. Algunos comentan, con poca convicción, que ha habido problemas logísticos ya que al principio hablaron de 12 zulos y, al final, sólo fueron levantados ocho. Pero entregaron ocho actas no 12.
La opinión mayoritaria, sin embargo, es que la «ETA oficial» ha perdido el control de la organización criminal y que una facción disidente se ha podido quedar con el material que falta con fines no determinados. Las bombas-lapa, las que se colocan debajo de los coches y se activan con el movimiento, son un arma fácil de utilizar y de efectos demoledores.
Para colmo, las famosas «actas» de ETA anunciaban la entrega de 104 armas cortas;14, largas; 10.000 cartuchos; 550 temporizadores; 3.000 kilos de precursores para hacer explosivos; 700 metros de cordón detonante; y 300 detonadores. No cuadra ninguna de las cifras, se miren por donde se miren y la única conclusión es que hay artilugios con capacidad de causar muerte y destrucción sin ningún tipo de control salvo el de los que tienen en su poder y cuyas intenciones se desconocen.
Se trata de un importante conjunto de armas, bombas y explosivos con los que se pueden cometer numerosos atentados y que en estos momentos están fuera del control de ETA y de las Fuerzas de Seguridad del Estado.
Las disidencias en el entramado de la banda y, por lo tanto, en la propia organización criminal, son un hecho que ha sido reconocido recientemente por el propio secretario general de Sortu, Arnaldo Otegi.
El pasado mes de marzo, surgió un nuevo partido en el entramado de ETA, Herritar Batasuna, totalmente contrario a Sortu, que hizo público un manifiesto en el que, bajo el título «Independencia y Socialismo», se decía, entre otras cosas que ETA nació «para luchar por la liberación nacional y social de Euskal Herria (...) ¿Euskal Herria es libre y soberana hoy en día? ¿Socialista y euskaldun? Está claro que no. Por lo tanto, la lucha por liberar Euskal Herria debe continuar necesariamente, con ETA o sin ella, hasta que consigamos la Independencia, el Socialismo, la Reunificación y la Reeuskaldunización. La lucha no tiene interrupción»
«Con ETA o sin ella, debemos seguir trabajando y luchando hasta que consigamos la amnistía total y sin condiciones. Y eso, tácticamente, es la vuelta a casa de todos y todas la presas y refugiadas, sin necesidad de humillarse, arrodillarse, ni arrepentirse porque lo han dado todo por liberar a nuestro Pueblo sin pedir nada a cambio», agregaban.
Y concluían con un mensaje preocupante: «las nuevas generaciones vienen abriéndose paso, queriendo conquistar lo que nosotros no pudimos arrancar. En el camino nos encontraremos. Nos integramos un día en ETA para conseguir la liberación del Pueblo Trabajador Vasco y seguiremos luchando a favor de ese objetivo. En ese sentido será el propio Pueblo Trabajador Vasco, y la lucha que genere, quien determinará en cada momento los parámetros, ritmos e instrumentos que su liberación nacional y social le exijan». Es decir, no excluyen la vuelta a las actividades terroristas.
Recientemente, uno de los «disidente», Jon Yurrebaso, y Arnaldo Otegi han mantenido una dura polémica a través de los medios de comunicación. El primero le decía al segundo que se habían planteado la necesidad de «acabar todo lo que huela a disidencia, desobediencia, descontrol para el sistema, posición revolucionaria, posición de clase, posición solidaria, futuro libre y socialista (...) claro que Sortu hará lo posible y más, y lo de posible es un chicle extensible hasta bien lejos, Sortu o Arnaldo Otegi lo ha estirado más que de sobra (...) hasta decir que ATA (asociación a favor de una amnistía total para los presos) es una escisión de la izquierda abertzale contraria al cese de la lucha armada. Y afirmar eso es criminalizar (...) y preparar el terreno para posibles detenciones que podrían sumar años de cárcel. En Euskal Herria algo sabemos de eso y también sabemos que eso es una práctica de peaje político a los poderes, peaje político para defender rastreramente las propias posiciones de Sortu».
«A eso popularmente, se le llama chivato, y no porque sea verdad lo que afirma, sino porque lo hace sabiendo que servirá para criminalizar», subrayaba.
Por su parte, Arnaldo Otegi, en unas declaraciones radiofónicas, dijo que, en efecto, ATA es una escisión de la izquierda abertzale ya que «se ha situado fuera del partido por no saber acatar las decisiones que ganan por mayoría», como el cese de la violencia. Según aseguró, ese movimiento no respetó lo que decidió la mayoría de la izquierda abertzale y, por lo tanto, «no es que no encuentran sitio en la izquierda abertzale, sino que se han situado a sí mismos fuera de la izquierda abertzale».
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