El desafío independentista
El independentismo acelera hacia la DUI empujado por la calle
Los soberanistas hablan de «presos políticos» y convocan caceroladas tras el encarcelamiento.
Los soberanistas hablan de «presos políticos» y convocan caceroladas tras el encarcelamiento.
El movimiento independentista en Cataluña –con sus discrepancias y contradicciones– avanza inevitablemente hacia la ruptura a la brava y, en consecuencia, hacia la colisión con el dique del artículo 155 de la Constitución, destinado a restituir el orden institucional. La entrada anoche en prisión de los dirigentes de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y de Òmnium Cultural, Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, se convirtió en un pretexto inmejorable para redoblar las presiones sobre el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y empujarlo hacia una declaración unilateral de independencia sin matices. El propio Puigdemont se refirió a ambos como «presos políticos»: «Pretenden encarcelar ideas, pero nos fortalecen la necesidad de libertad».
Al cierre de esta edición, el movimiento soberanista ya se había puesto manos a la obra con sonoras caceroladas en protesta por el encarcelamiento de Sànchez y Cuixart, dos hombres fuertes del independentismo. Más de un centenar de personas se concentró en la plaza de Sant Jaume, ante el Palau de la Generalitat en señal de protesta. Las calles están nuevamente llamadas a a rugir: «La privación de libertad de los presidentes de Òmnium y de la ANC es intolerable en una sociedad democrática. La movilización continúa, no podrán encarcercelar a todo un pueblo», fue la conjura de las entidades.
Y no sólo eso. Al poco de conocerse su entrada en Soto del Real, TV3 difundió dos vídeos de los detenidos llamando a la movilización, que hoy está convocada con un parón ante los puestos de trabajo a las 12:00 y a las 19:00 horas con concentraciones ante las delegaciones territoriales del Gobierno. Todo ello estará esta mañana sobre la mesa donde cada martes se reúne el Govern.
El president evitó cogerse ayer al penúltimo asidero que le ofreció el Gobierno para sortear el 155, ya que se resistió a aclarar si ha declarado o no la independencia de Cataluña (al margen de su entrada en vigor). Puigdemont, en una carta dirigida a Mariano Rajoy, se fue por las ramas y se limitó a proponer un plazo de dos meses de diálogo al presidente del Gobierno, a quien emplazó a concretar una entrevista sin antes especificar en qué punto se hallan sus planes secesionistas.
La presión de la CUP
La carta de Puigdemont respondió a los complicados equilibrios que el presidente catalán debió hacer para no defraudar a su partido (el PDeCAT), a sus socios de gobierno (ERC), a sus aliados parlamentarios (CUP) y a los agitadores del independentismo en las calles (ANC y Òmnium). Puigdemont, en realidad, sólo contentó a una parte de ellos, ya que la CUP no podía ocultar su decepción por una carta que se redactó, denunció, «de forma secreta». Dicho de otra forma, el presidente de la Generalitat bastante tuvo con consensuar el texto con ERC y controlar que las entidades soberanistas no se echaran al monte antes de la cuenta.
Hoy, en cambio, será mucho más difícil sujetarlas, puesto que las entidades pondrán en marcha todas sus estructuras de movilización para arrastrar a Puigdemont a la proclamación de la independencia. Las redes sociales ya echaban humo ayer por la noche, con continuas llamadas a la protesta. En paralelo, TV3 interrumpió su programación para emitir un especial informativo sobre el encarcelamiento.
Los partidos independentistas han logrado, hasta ahora, sortear la fractura total, pero las grietas no han desaparecido. Ayer, la CUP volvió a imponer su criterio a PdeCAT y ERC y consiguió posponer el pleno del Parlament previsto para este miércoles. Fuentes de Junts pel Sí consultadas por este diario argumentaron que el aplazamiento se debe a que hay que evitar seguir haciendo política «bajo la lógica autonomista», algo que han venido defendiendo los cuperos durante los últimos días. A esto, hay que añadir que ambas formaciones han acercado posiciones sobre el contenido que abordar la próxima sesión plenaria: ambos piden un pleno monográfico sobre la situación política, aunque la CUP exige ir más allá y proclamar, sin más dilación, la independencia en el Parlament.
La única victoria que se adjudicó ayer Junts pel Sí fue conseguir frenar una semana las prisas de los anticapitalistas por celebrar el pleno. Sin concretar ninguna fecha, la CUP asumió que la sesión había que dejarla para la semana que viene –es el plazo máximo que da para celebrarlo–, aunque ambas fuerzas abren la puerta a adelantar estos plazos en función de los pasos que dé el Estado, como la aplicación del 155. Por ahora, la actividad no se reanudará hasta el lunes que viene, cuando se reúna de nuevo la Junta de Portavoces.
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