Barcelona
El independentismo se hace fuerte en la Cataluña rural
Quisieron hacer un debate para intentar aparentar que son imparciales, pero con tantos años silenciando opiniones contrarias, todavía les falta costumbre
El voto en las provincias más rurales de Cataluña, como son Gerona y Lérida, distorsiona el resultado global de la región. El reparto provincial de escaños para el Parlamento catalán privilegia a estas dos circunscripciones, otorgándoles prácticamente un derecho de veto. Si estas dos provincias no estuviesen tan sobrerrepresentadas en el Parlament y la adjudicación de escaños fuese directamente proporcional al número de censados de cada provincia, o incluso aplicando la circunscripción única, los partidos de la DUI no hubiesen alcanzado el 27-S de 2015 los 72 escaños y la mayoría absoluta. El resultado hubiese sido el siguiente: independentistas, 67; unionistas, 55 y comunes, 13. Nos hubiésemos ahorrado el peor episodio de la historia de España desde 1939.
Gerona y Lérida suman tan solo el 15% de la población de Cataluña, pero tienen el 23,7% de los escaños del Parlamento. El perfil electoral de estas dos provincias es casi idéntico: los partidos independentistas consiguieron el 64,6% del voto en Gerona y el 63,4% en Lérida. Los unionistas, el 27,1% y el 27,3%, respectivamente, y los comunes, el 4,8% y el 4,3%. La diferencia entre ambas circunscripciones es mínima, de tan solo décimas. Por lo que podemos resumir que el voto independentista alcanza en estas dos provincias, de media, el 64,5% y el constitucionalista el 27,2%. Cuando en el conjunto de Cataluña los separatistas representaron el 47,8% y los unionistas el 39,1%. Las distancias son enormes, de 16,7 puntos más para los de la DUI y de 11,9 puntos menos para los defensores de la Constitución.
Mientras que en las otras dos provincias más urbanizadas, Barcelona y Tarragona, que recogen el 85% de la población pero que solo cuentan con el 76,3% de los escaños, los resultados electorales de 2015 fueron muy distintos. Los partidos de la DUI sumaron el 44,9% del voto, mientras que los constitucionalistas les siguieron muy de cerca, con el 41,2%. Los comunes consiguieron el 9,7%.
Los independentistas quedaron 2,9 puntos por debajo de la media regional, mientras que los unionistas, por el contrario, la mejoraban en 2,1 puntos.
Las distancias entre ambos grupos de provincias son notorias. Los independentistas pasan del 64,3% de Lérida y Gerona al 44,9% en Barcelona y Tarragona. Los constitucionalistas registran en las dos provincias del norte el 27,3%, pero escalan al 41,2% en las dos del sur.
De esta forma, podemos concluir que el voto independentista alcanzó en 2015 casi los dos tercios en las dos provincias más rurales, mientras que fue incapaz de alcanzar el 50% en las más urbanizadas. Mientras que el constitucionalismo superó el 40% del voto en las dos más desarrolladas y quedó por debajo del 30% en las dos menos avanzadas.
El nacionalismo catalán domina el campo catalán y no es mayoritario en las provincias más desarrolladas. «Cateto, estrecho y provinciano» fueron los calificativos que Julio Anguita empleó para definir el «régimen» que ya en 1994 estaba instaurando Jordi Pujol en esta parte de España.
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