El desafío independentista
El Parlament declarará la DUI el 27-O
La intervención del Gobierno envalentona a los independentistas, decididos a culminar la proclamación de la secesión de forma inminente. La convocatoria de elecciones sigue sobre la mesa del president, pendiente de firma
La intervención del Gobierno envalentona a los independentistas, decididos a culminar la proclamación de la secesión de forma inminente. La convocatoria de elecciones sigue sobre la mesa del president, pendiente de firma.
La aprobación por parte del gobierno de Mariano Rajoy del artículo 155 ha desatado la madre de todas las tormentas en Cataluña. Carles Puigdemont declarará la independencia de forma unilateral en breve, muy probablemente el próximo viernes 27-O. «La declaración de independencia está clara», afirmaban dirigentes soberanistas a este diario una vez conocidas las medidas del 155. Oriol Junqueras y Carles Puigdemont mantuvieron varias conversaciones a lo largo del día y, según fuentes consultadas, acordaron que la DUI se proclame la próxima semana. Por la mañana, Carme Forcadell reunirá la Junta de Portavoces del Parlament y convocará un pleno que apunta a finales de semana.
Tras conocer a mediodía la concreción del artículo 155 y, en concreto, la decisión del Gobierno de cesar a todo el Govern, el presidente de la Generalitat cambió su agenda. Acudió a la manifestación a las 17.00 horas de la tarde en el centro de Barcelona porque sabía que la exigencia de libertad para los «Jordis» daría paso a una manifestación independentista convencional. Y así fue. Tanto Òmnium Cultural como la Asamblea Nacional Catalana afirmaron en sus parlamentos que pese a la decisión del Ejecutivo central de aplicar el 155 de la Constitución «ningún gobierno puede suspender la soberanía popular» de Cataluña, pues «las instituciones somos nosotros, los catalanes»: «No pasarán», advirtieron. Este «No pasarán» se repitió en varias ocasiones sobre todo en la intervención del portavoz de Òmnium Cultural, Francesc Mauri, en los discursos que pusieron punto y final a la manifestación.
La única que pareció no enterarse de que la concentración de ayer era un nuevo acto de independentistas para independentistas fue la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que quiso creerse que la «mani» era para pedir la libertad de Jordi Sánchez y Jordi Cruixart.
Tras recoger el aliento de los manifestantes, Puigdemont pudo volverse a enfundarse en su papel de líder institucional y realizar un claro alegato independentista a través de la televisión y la radio pública.
En realidad, los detalles anunciados en el 155 sirvieron de bálsamo para superar las discrepancias en el movimiento independentista de los últimos días. Habían recuperado al enemigo común. Ahora la DUI es el primer paso para «ganar al dragón», como rezaba una pancarta de la manifestación. ¿Y elecciones? «Eso ya se verá», afirma un dirigente independentista, que añade «esto va ir a más», es decir, que el conflicto institucional va a continuar su escalada.
Lo cierto es que si, tal y como parece, Puigdemont declara la independencia de Cataluña, se enfrentará a un delito de sedición y podría ser detenido de inmediato, lo que podría cambiar el escenario político de forma exponencial. Se aplicaría, en este escenario, el artículo 155 una vez lo apruebe el Senado pero la acción judicial tomaría un nuevo protagonismo, y se sumaría a las actuaciones que se siguen por el 1 de octubre, por los hechos acaecidos el 20 de septiembre ante la consejera de Economía y por la actuación de Carme Forcadell como presidenta del Parlament para impulsar la autodeterminación de Cataluña.
Por tanto, parece que los independentistas desempolvan la vieja hoja de ruta: DUI y elecciones, aunque estas elecciones pueden «venir de la mano de Puigdemont o de la mano de Rajoy», apuntan desde Junts pel Sí. La CUP no quiere saber nada de una convocatoria electoral que siga la lógica autonómica y sólo están dispuestos a cumplir con la estrategia soberanista y la celebración de unas constituyentes para sentar las bases legales de la Cataluña independiente. Los antistema quieren proclamar la República Catalana y no tienen ningún inconveniente en asumir que todo este camino sólo se puede realizar mediante la confrontación con el Estado. Los llamados CDR –Comités de Defensa del Referéndum–, dominados por los sectores más radicales, así lo hicieron saber en la manifestación.
Los consejos de Iceta
Puigdemont todavía puede convocar elecciones, tal y como le pidió el líder del PSC, Miquel Iceta, en una reunión discreta que tuvieron el viernes. Iceta le transmitió que, para preservar la Generalitat, las elecciones fueran convocadas antes de ejecución del 155. El PSC apoya la aplicación del 155 en su mayoría, pero la unidad del partido se ha resquebrajado en las últimas horas. Nuria Parlón, alcaldesa de Santa Coloma de Gramanet –y miembro de la Ejecutiva Federal del PSOE hasta ayer–así como los alcaldes de Terrassa, Jordi Ballart – miembro de la ejecutiva del PSC– y de Granollers y Castellar del Vallès, han emitido un comunicado conjunto pidiendo que no se apoye el 155. Ni Parlón, ni Ballart, han expresado nunca esta opinión en los órganos del partido de los que forman parte.
En este contexto, todo indica que el gobierno de Puigdemont aprovechará estos días para organizar la resistencia ante la aplicación del 155, augurando un enfrentamiento entre legitimidades denunciando «un golpe de estado de facto». Una resistencia que se fraguará en el Parlament, con DUI incluida, pero también en la calle –ya veremos si esta movilización estará liderada por la ANC y Òmnium, o ya serán los CDR controlados por la CUP– y entre los funcionarios, sin descartar algún tipo de movilización como una nueva convocatoria de huelga.
Las calles, por supuesto, seguirán siendo protagonistas porque el movimiento soberanista decidió desde hace tiempo que sólo mediante la agitación en el asfalto puede mantenerse el pulso al Estado. Los independentistas han interiorizado que la «movilización permanente» es la única estrategia posible, ya que el choque institucional no arroja resultado alguno a nivel europeo. Por tanto, asumen, será necesario seguir proyectando imágenes de multitudes en el centro de Barcelona y en donde convenga. La próxima, aunque todavía no está anunciada, podría volver a ser cerca del Parlament este mismo lunes y, en esta ocasión, podría acabar con imágenes de euforia. De falsa euforia, en concreto.
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