Tarragona
El PDeCAT forzará la salida de Mas
La nueva dirección del partido espera que el fallo, que se conocerá en las próximas semanas, será muy duro, por lo que han planteado al ex president que abandone su cargo y pedir perdón por la corrupción del pasado. Quieren evitar que ERC y la CUP sigan ganando votos.
La nueva dirección del partido espera que el fallo, que se conocerá en las próximas semanas, será muy duro, por lo que han planteado al ex president que abandone su cargo y pedir perdón por la corrupción del pasado. Quieren evitar que ERC y la CUP sigan ganando votos.
En el año 2008, los Mossos d’Esquadra entraron en el Palau de la Música de Barcelona. Después de siete años de instrucción y más de un año de vista, el caso quedó visto para sentencia. La resolución final se espera para los próximos días y Convergència se está preparando para lo peor. Además, de los principales encausados Félix Millet, Jordi Montull y Gemma Montull, y los ex directivos de Ferrovial, la espada de Damocles pende sobre el ex tesorero de la Fundación Trias Fargas y de Convergència Democràtica de Cataluña Daniel Osàcar.
Tras decidirse Jordi Montull a «tirar de la manta» la financión ilegal del partido a través del desvío de comisiones en las donaciones de Ferrovial al Palau de la Música, quedó en evidencia. El juez ha valorado este desvío en 6,6 millones de euros. CDC tiene embargadas 15 de sus sedes – Barcelona, Amposta, Castelldefels, Figueres, Granollers, Capellades, Lleida, Mataró (2), Móra d’Ebre, Reus, Sant Boi de Llobregat, Tarragona, Tortosa y Sant Feliu– para dar cobertura a una fianza de 3,2 millones por responsabilidad civil tras vender su sede central en Barcelona, en la calle Córcega, para poder afrontar sus deudas.
El fiscal dijo en su escrito que «los flujos ilícitos quedaban convenientemente disfrazados, incorporándose de forma aparentemente impoluta al patrimonio del partido político o entes vinculados al mismo». La defensa de CDC se complicó sobremanera tras la acusación de Montull llegando a retirar a un buen número de testigos para evitar que se encontraran con situaciones incómodas. El caso hizo, nada más y nada menos, que Convergència cambiara de nombre por el Partido Demócrata Catalán (PDeCAT).
Daniel Osácar no era sólo el hombre de las finanzas del partido, era también el hombre de máxima confianza de Artur Mas. Primero fue su secretario personal y, más tarde, cuando Mas se incorporó a la presidencia del partido, Osácar pasó a formar parte de la ejecutiva de los nacionalistas catalanes. Por tanto, una sentencia negativa en el «caso Palau» no sólo afectará a Convergència, sino que influirá a través de Osácar en el propio Artur Mas, actual presidente del PDeCAT.
Además, el PDeCAT está siendo acosado por otros hechos delictivos. Los coletazos del caso Pujol todavía no se han disipado y hay al menos un par de casos, todavía en fase de instrucción, pero que lesionan directamente al partido. El «caso Germà Gordó» que tuvo que prestar declaración, otra vez, la pasada semana por el juez. El que fuera gerente del partido y mano derecha de Artur Mas en la Generalitat fue obligado a abandonar el partido y quedarse como diputado no adscrito en el Parlament, y el «caso 3%», que lleva el juez de El Vendrell y que quita el sueño a todos los dirigentes nacionalistas. Sin embargo, lo peor está a la vuelta de la esquina: la sentencia del «caso Palau».
La dirección del PDeCAT está analizando los diferentes escenarios que se pueden dibujar, pero existente un convencimiento: la sentencia será dura y deberá ser abordada de forma política. En este punto, todas las miradas en el PDeCAT se dirigen a Artur Mas. La dirección actual del partido, liderada por Marta Pascal, su mano derecho David Bonvehí, la alcaldesa de Sant Cugat, Mercè Conesa, y por los consellers Santi Vila y Josep Rull, quiere actuar de forma contundente para que afecte lo menos posible a la credibilidad de la formación. Y esta actuación tiene un eje de actuación: pedir disculpas públicamente por la actuación de Convergència en el pasado y anunciar el abandono de Artur Mas de la presidencia del PDeCAT.
Fuentes oficiales del PDeCAT no confirman esta información y se limitan a afirmar que acatarán lo que diga la Justicia. En el partido no hay unanimidad. Los «Quicos», los hombres de Francesc Homs, son críticos con la dirección actual y consideran que su posición no es de recibo porque «Mas ha sido el partido». Sin embargo, la dirección de Marta Pascal no tiene intención de ser pasto del fuego tras la sentencia del «caso Palau». En el pasado, ni ERC ni la CUP dieron un respiro al PDeCAT cuando se conocieron detalles sobre el «caso Palau» y a pesar de estar en la recta final de la campaña del referéndum, nada hace pensar que esta vez sean comprensivos. Además, en el PDeCAT existe el convencimiento de que desviar la atención afirmando que «la sentencia debe entenderse como una campaña del Estado, no tiene ninguna credibilidad más allá de los militantes más enfervorecidos».
Según las fuentes consultadas, a Artur Mas le han planteado esta salida –a Puigdemont no– a la sentencia del «caso Palau», ha escuchado atentamente a los dirigentes de su partido y no descarta asumir su responsabilidad para salvarlo. Sabe que su carrera política ha llegado a su fin, incluso es consciente de que ha cometido grandes errores que han llevado al PDeCAT a una situación de debilidad, y está dispuesto a asumir un harakiri público para minimizar los daños causados. El ex presidente catalán llegó a la Generalitat en el año 2010, convocó dos elecciones en 2012 y en 2015 y en siete años ha perdido todo su capital político dejando a su partido en una dimensión desconocida hasta el momento.
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