Pactos

El PP asume que el Gobierno depende del relevo de Sánchez

Rajoy presentó su lista por Madrid en el mismo escenario en el que vistió de largo la candidatura con la que consiguió la mayoría absoluta de 2011
Rajoy presentó su lista por Madrid en el mismo escenario en el que vistió de largo la candidatura con la que consiguió la mayoría absoluta de 2011larazon

Génova espera que un relevo en la cúpula del PSOE favorezca una abstención que les permita mantener La Moncloa

Todas las encuestas siguen afianzando la victoria del PP en las elecciones generales de junio. Pero en la dirección popular no echan las campanas al vuelo sobre el desenlace de la próxima negociación postelectoral. Salvo sorpresa mayúscula, que no barajan, sin acuerdo no habrá Gobierno, y la capacidad de maniobra dependerá, según reconocen abiertamente, de hasta dónde aguantan ellos y de la «debilidad» de aquellos con los que tienen que ponerse de acuerdo. De Ciudadanos, y también del PSOE, «de que Pedro Sánchez caiga».

La estrategia de Génova, y ahí se enmarca su apuesta por la polarización, tiene un objetivo principal: conseguir que la debilidad del PSOE se vuelva a su favor. Los socialistas se han convertido en el enemigo a batir en esta campaña, aunque al mismo tiempo mantengan vivo el mensaje de que siguen creyendo en que hará falta la gran coalición para superar la situación de bloqueo actual. Es decir, que un mal resultado de Sánchez sirva para forzar un cambio en la dirección socialista. Y, en consecuencia, «al menos una abstención» en favor de la investidura de Rajoy. Pero en el PP también comparten internamente en su análisis la idea que la pasada semana verbalizó el ex presidente del Gobierno Felipe González sobre que puede haber un Gobierno, pero puede ser muy difícil, si no imposible, gobernar. En la cúpula popular no cuentan a día de hoy con que Sánchez o Rivera vayan a atar sus destinos a los de Rajoy. Es un problema con el que tendrán que lidiar el día después de las elecciones, y en función de los resultados electorales de cada uno de ellos. Pero si la imagen final es la que están dando hoy las encuestas, que Ciudadanos no sube, pero que tampoco se hunde, la impresión en el PP es que, en el mejor de los casos, puede ocurrir que la formación naranja se abstenga, porque también lo hace el PSOE. Pero no ven a Rivera firmando un pacto de investidura con el PP si el candidato es Rajoy.

Antes de anticiparse a ese escenario, y a sus posibles consecuencias, los del PP están dedicando todas sus energías electorales a intentar que estos comicios sean vistos como una elección entre Rajoy o Pablo Iglesias. Entre, según su argumentario, mantener la estabilidad y la recuperación o el «cambio», que sólo lo representaría la coalición Unidos Podemos. Y así dejar sin condición de alternativa y en «tierra muerta» al PSOE y a Ciudadanos.

El PP no se va a mover de esta estrategia, y aunque confían en que pueda rascar más voto útil y

de la abstención en la recta final de la campaña, también son conscientes de que no es previsible que se produzca un vuelco que les permita gobernar sin necesidad de un pacto postelectoral. Y ahí entra ya la discusión sobre el margen que tendrán para buscar un acuerdo estable de gobierno. Hoy, a días de que arranque formalmente la campaña, no está abierto el debate sobre la posibilidad de que Rajoy tenga que dar un paso atrás ni sobre su sucesión. Aunque sin ese acuerdo estable de gobierno son muchos los que dentro del PP advierten, y asumen con preocupación, que para Rajoy, gobernar con 130 escaños sería tanto «como aceptar ir a la hoguera». «La izquierda y Ciudadanos le harían la vida imposible. Se encontraría con una comisión de investigación sobre Bárcenas, y eso sólo sería el principio», comentan desde las propias filas populares. Hasta ahora la discusión sobre si su candidato aceptaría dar un paso atrás para facilitar un Gobierno del PP no ha estado en ningún momento en la mesa de la dirección popular, pero sí hay quienes a título personal no la descartan del todo de cara al escenario que se puede abrir tras las elecciones de junio. E incluso hay algún miembro del Consejo de Ministros que ha empezado a hacer gestos que han sido interpretados en su entorno como que está ya preparándose por si al final hiciese falta abrir esa puerta. Aunque los partidos estén aireando el mensaje de que después de las nuevas elecciones será más fácil el acuerdo, y mostrarán más disposición para facilitarlo, de puertas adentro las cosas no se ven tan fáciles sobre la referencia de los intereses de cada parte en función de los pronósticos demoscópicos. Sigue sin haber mayoría en ninguno de los bloques, y sólo la hipótesis de un PP que consiga superar el 30 por ciento de los votos, y mejore considerablemente en escaños, podría inclinar sin dudas la balanza del lado del centro-derecha.