Mariano Rajoy
El PP pide ceses a Rajoy tras el caos en la AP-6
El presidente rectifica la estrategia de respuesta de sus ministros que culparon a los conductores. Malestar entre Fomento e Interior por el reparto de culpas. El Gobierno apunta a la concesionaria.
El presidente rectifica la estrategia de respuesta de sus ministros que culparon a los conductores. Malestar entre Fomento e Interior por el reparto de culpas.
Mariano Rajoy «resistirá» sin cortar cabezas ante la crisis por el caos que atrapó a miles de personas en sus vehículos durante 20 horas en las carreteras del centro del país por causa del temporal de nieve. Fuentes solventes confirmaron ayer que sobre la mesa no hay dimisiones ni ceses, «en ningún caso». Pero esta respuesta tiene enfrente la presión de la oposición, aunque también la que sale de las propias filas del Partido Popular, donde ayer era un clamor el malestar por lo que se vivió en la madrugada del pasado domingo en la autopista de peaje AP-6. La crítica no va contra Rajoy, pero sí contra sus ministros. Y enlaza con el argumento que manejan en las filas populares en ámbitos territoriales y que discute la acción política del Gabinete de Rajoy y su iniciativa por ejemplo frente a Ciudadanos (Cs).
De momento, los encargados de dar la cara ante esta crisis, Fomento e Interior, introdujeron ayer un importante matiz en el discurso al no colocar en el foco a los conductores, como sí habían hecho en la víspera. Es una enmienda que viene de una revisión estratégica superior, al ver por dónde respiraba ayer el clima de opinión pública, y afecta sobre todo a Interior y, más en concreto, al director general de Tráfico (DGT), Gregorio Serrano. De todos los implicados en la gestión de esta crisis, Serrano es el más discutido internamente. «Ya tiene otros capítulos en su currículum que le dejan en una posición difícil. Y aquí no ha estado nada fino», sentencian dentro del Ejecutivo.
A nadie se le escapa que al igual que en público se ha visualizado una estrategia sostenida en pasarse las responsabilidades de unos a otros, también fuera de los micrófonos ha habido codazos entre los departamentos afectados para quitarse de en medio el «marrón». Y esto en cadena arrastra a las corrientes que dividen al Gobierno, y, por supuesto, hay un sector que está más próximo al ministro del Interior, y otra parte más cercana al titular de Fomento. En este cruce de «balas» había hasta quienes apuntaban con toda intención contra el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, recordando que suena como el supuesto «tapado» para la sucesión de Rajoy.
Pero por encima de estas batallas casi personales se impone esta vez la crítica desde el partido a cómo se ha gestionado el temporal de nieve. En otras circunstancias a lo mejor el nivel de autocrítica callada no sería tan alto, pero aquí también se deja notar la urgencia que hay entre los cargos del PP por dar respuesta a los empujones de Cs y del PSOE para achicarles su espacio electoral.
Para Rajoy, hacer una crisis, aunque sólo afectase a algún responsable intermedio, agravaría el problema. Tampoco el partido de Rivera exige dimisiones de momento, y prefiere esperar a escuchar las explicaciones que el Gobierno se ha comprometido a dar en el Parlamento. Ayer, tanto el ministro de Fomento como el director de la DGT responsabilizaron a la concesionaria de la AP-6 del caos que atrapó durante horas a miles de conductores.
Para justificar esa exigencia de responsabilidades a la concesionaria de la autopista el ministro de Fomento destacó que la N-6, que circula en paralelo a la autopista de peaje, estaba abierta y que desde ADIF se trabajó para que la nieve no obligara a cancelar viajes en tren. «Puedo enseñarles la lista interminable de acciones que se realizaron para que no se viera afectado el sistema ferroviario y conseguimos que se mantuviera en todos los lugares, menos en uno», incidió.
Rajoy no cree que el problema generado por la gestión del temporal se solucione con dimisiones, pero tiene que lidiar con un escenario en el que han estallado las alertas entre algunos de sus dirigentes autonómicos, convencidos de que el contexto ha cambiado «y de que hay que tomar decisiones más osadas para que Ciudadanos no siga cogiendo impulso a nuestra costa». «Las respuestas de siempre ya no sirven, hay que ser más rápidos». El presidente del Gobierno no comparte esta visión tan negativa sobre hasta dónde puede seguir haciéndoles daño electoralmente el partido de Albert Rivera. Aunque el día 15 ha convocado a la Junta Directiva Nacional del PP, máximo órgano entre congresos, para sentar las directrices del nuevo curso político, en el que la maquinaria del PP tiene que engrasarse para las elecciones autonómicas y municipales de 2019. Que serán a cara de perro con la formación naranja.
El primer objetivo de Rajoy para el nuevo curso es conseguir la aprobación de los Presupuestos de 2018 y según detalló el coordinador general del PP, Fernando Martínez-Maillo, continuar con las reformas económicas para «crecer y crear más empleo». Para lo que reclamó la colaboración de la oposición, y, especialmente, del PSOE. El PP vuelve al discurso que blandió tras las generales de 2015, y mira al PSOE como socio preferente, y no a Cs, para las reformas que quiere sacar adelante. Un gesto político porque el PSOE no colaborará, ni siquiera pese a la presión de sus barones por la financiación. Por cierto, Martínez-Maillo cargó ayer contra Cs por «sobreactuar» en la negociación de los Presupuestos.
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