Tribunales
El tribunal «resolverá muy rápido» sobre la Infanta
Cumplió con su intención de zanjar ayer las cuestiones previas¡
Unos segundos antes de que la Infanta Cristina pusiese un pie en la sala, dos de las magistradas que componen el tribunal –la presidenta, Samantha Romero, y Rocío Martín–, ya se afanaban por enchufar sus ordenadores y dejar todo listo para el comienzo de la vista. Lejos de ademanes autoritarios, Romero hizo gala del principio de intervención mínima y, con guante de seda, sólo recurrió a su autoridad para reprender a los abogados de las defensas por hablar durante la sesión. Antes de comenzar, el letrado de la Administración de Justicia llamó la atención de los abogados por no respetar los asientos asignados y, en ausencia del tribunal, les conminó a rectificar. Ya durante la vista, las tres magistradas (mucho más jóvenes al natural que en las fotografías) no dejaron de tomar notas. Martín, en su ordenador, que no dejaba un segundo de teclear con la destreza de una aventajada mecanógrafa. La presidenta y Eleonor Moyá, con sendos bolígrafos (rojo el de la primera y azul el de la segunda). Entre ellas, ni un solo cuchicheo ni confidencia, apenas algún que otro posit intercambiado con alertas ineludibles sobre tal o cual folio del sumario. Cuando la sesión aún no ha atravesado su ecuador, el tribunal demuestra tener las ideas claras cuando anuncia su intención de concluir con todas las cuestiones pendientes en la jornada de ayer antes de comenzar los interrogatorios a los procesados el 9 de febrero. Y lo cumplieron a rajatabla, prolongando la sesión inaugural hasta pasadas las diez de la noche. Su intención es, además, «resolver muy rápido» sobre la Infanta.
A la una y cinco del mediodía, tras casi cuatro horas de plácida vista para el tribunal, se escucha de repente la voz de la presidenta, que interrumpe a la letrada de Manos Limpias. «¿Quieren hacer el favor de guardar silencio? Llevan todo el juicio igual», espetó a algunos abogados. «He estado esperando a ver si imperaba el sentido común...», justificó a renglón seguido su intervención. La presidenta mostró la mano derecha suficiente para no mostrarse inflexible. Como cuando, antes de intervenir un letrado, le pidió «dos minutos de reloj para poder informar en plenas condiciones». «Pero, ¿seguro que serán sólo dos minutos?», le preguntó antes de autorizar su salida exprés a los lavabos. Romero supo también estar en su sitio a continuación, cuando aprovechando la ausencia del abogado una de las procesadas, Mercedes Coghen, se puso de pie y estiró las piernas, adormecidas tras tantas horas sentada. Le dejó hacer pero, al ver que no volvía a sentarse, le dijo sutilmente:«Le recuerdo que no hemos interrumpido la grabación». La ex responsable de Madrid 2016 se sentó sin rechistar. Del mismo modo, solventó sin aspavientos la solicitud de la abogada de Manos Limpias, Virginia López-Negrete, de que el tribunal le permitiera interrogar a los procesados desde la primera fila «para poder mirarles a los ojos». Por la misma razón, adujo, «se pueden sentir agraviadas otras partes por la falta de visibilidad (en la sala dos columnas se interponen entre los estrados), por eso se han habilitado unas pantallas». Y, como la letrada insistía, le recordó que los procesados declararán unos metros más adelantados, por lo que seguramente podrá tener contacto visual. «Fenomenal», terminó rindiendo a la abogada.
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