El desafío independentista
ERC colocó «comisarios políticos» en el «procés» para vigilar a Puigdemont
Situó a espías en los principales organismos, en especial los de votación del CTTI
Situó a espías en los principales organismos, en especial los de votación del CTTI.
Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) montó una estructura paralela, sin conocimiento de sus socios independentistas en la Generalitat y en el «procés», para garantizar que el plan secesionista se llevaba a cabo contra viento y marea, y sin ningún género de dudas por más trabas que pusiera el Gobierno central, según han informado a LA RAZÓN fuentes conocedoras del caso.
A los de Oriol Junqueras y Marta Rovira no les faltaban motivos a la hora de crear estas estructuras ya que, como quedó demostrado, el ex presidente de la Generalitat, Puigdemont, tuvo serias dudas en los últimos antes de apoyar la declaración de independencia.
Estuvo a punto de convocar las elecciones autonómicas, lo que, de alguna manera, habría supuesto una salida al conflicto que estaba planteado en los momentos previos a la citada declaración, pero ERC, consciente de su fuerza estructural, lo impidió. Si no hubiera contado con esa «presencia paralela» difícilmente hubiera podido imponer su voluntad.
Los nombres de los «comisarios políticos» que ERC había colocado por doquier, en especial en los puntos claves del control de la información y la votación (CTTI y CESICAT), no se revelan de momento ya que forman parte de las pesquisas que realiza la Guardia Civil y que aún no han concluido. Todavía restan por entregar al Juzgado número 13, a la Audiencia Nacional y al Tribunal Supremo varios informes que están siendo elaborados conforme es analizado el material que se incautó en los distintos registros.
De los centros que ERC quería tener especialmente controlados, no sólo a través de su presencia «oficial», sino a través de sus «comisarios», era el citado CTTI.
Una anécdota que se cuenta en medios próximos a la investigación es la que sucedió cuando la Guardia Civil acudió al citado centro para efectuar uno de los primeros registros. El «comisario» de turno estaba pendiente de todo lo que hacían los especialistas de la Benemérita y, por razones que nunca se comprenderán, llegó a la conclusión de que no habían descubierto la estructura secreta que se había creado para el voto on line y el recuento de los resultados. Ante esta circunstancia, pidió permiso a los agentes de para ausentarse del lugar, lo que se le concedió, y se dirigió a toda velocidad al Palau de la Generalitat, en el que se encontraba reunido el núcleo duro del Ejecutivo de Puigdemont, para comunicarles la «buena noticia». Una vez informados, la decisión fue unánime: «Pues seguimos adelante», craso error como quedaría acreditado.
La Guardia Civil vigilaba, con autorización judicial, a alguno de los responsables del CTTI-CESICAT, incluidas escuchas telefónica, y tenía conocimiento de sus contactos y de algunos viajes que realizaron a Londres para adquirir webs con la que burlar la vigilancia de la Benemérita.
Desde el primer momento, los «fontaneros» de ERC supieron que la web Referéndum.cat, puesta en marcha el 7 de septiembre, no tendría larga vida por las prohibiciones dictadas por la Justicia. Por ello, habían diseñado una red de dominios, direcciones y correos que soportarían los previsibles ataques que las dichas autoridades. Las gestiones se extendieron hasta Suiza, en concreto a una empresa de correo cifrado que, según ellos, garantizaba la seguridad y confidencialidad a sus clientes, todo ello con la finalidad de tener todo preparado para celebrar el referéndum, quisieran Puigdemont y los suyos, o no.
Pero la actividad de ERC, además del importante control del CTTI, se extendía a la calle, para garantizar la apertura de los colegios y que se pudiera realizar la votación. Esta misión se encomendó a los Centros de Densa del Referéndum (CDR) (reconvertidos después en Centros de Defensa de la República) en los que los «republicanos» contaban con la inestimable ayuda de la CUP.
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