Guardia Civil
ETA no controla gran parte de las armas que dice que va a entregar
Problemas de coordinación han hecho que los cabecillas no sepan dónde están los zulos.
Problemas de coordinación han hecho que los cabecillas no sepan dónde están los zulos.
Conversaciones y otros datos interceptados por las Fueras de Seguridad dentro de la colaboración hispano francesa contra ETA demuestran que nadie en la banda tiene el control de los zulos con armas y explosivos, sencillamente porque no hay un individuo, o grupo de individuos, que sepan dónde están ubicados todos.
Además, quedan los escondites que «comandos» desarticulados en nuestro país no «cantaron» en el momento de su desarticulación y cuya localización, al menos por el momento, los terroristas no quieren facilitar.
Es todo una gran mentira. ¿Cómo va a entregar ETA todo su arsenal de armas y explosivos si no sabe dónde está escondido gran parte de ese material? ¿Cuántos zulos controla realmente en la actualidad y quién puede asegurar que los otros no queden disponibles para posibles disidentes que puedan surgir en el futuro?
Sin respuesta
La banda no tiene respuestas para estas preguntas, pero las Fuerzas de Seguridad españolas y francesas disponen de pruebas de que los terroristas reconocen ese problema interno. En definitiva, va a suponer que muchas armas y otros dispositivos queden en tierra de nadie.
Todo ello si al final, como ha anunciado un individuo que va de ecologista y de «artesano por la paz», realiza, en unión de otros, el próximo mes de abril (¿quien le dijo a este sujeto que fijara la fecha exacta para la tarde del 8 de ese mes?) las gestiones para que se consume la entrega del arsenal armado de ETA.
Conversaciones y otros materiales interceptados por expertos antiterroristas de ambos países prueban que la banda no controla dónde están muchos de los zulos en los que esconden armas y explosivos.
A esta situación se ha llegado por varias vías: por falta de coordinación a la hora de que el responsable etarra de turno tuviera informado a su sustituto de la localización de los escondites; por la falta de concreción de algunos terroristas arrestados a la hora de describir el lugar en el que estaban el zulo o zulos que controlaba, y, esto es lo más preocupante, por pura disidencia interna con el fin, si un día es preciso, de tener disponibles armas y explosivos.
Brindis al sol
Que la ETA «oficial», aunque haya sido a través del ecologista «artesano», haya anunciado el desarme total, además de una gran mentira, supone un brindis al sol y una prueba más de la situación en la que se encuentra la organización criminal gracias a la presión de las Fuerzas de Seguridad españolas y francesas.
El caos que se ha producido en algunos casos a la hora de que un etarra preso pasara a la «dirección» de la banda la localización de uno de estos escondites, sonaría a chiste si no hubiera tantos asesinatos por medio.
El terrorista de turno se afana por dar todos los detalles (es una recreación a título de ejemplo porque no se pueden facilitar casos operativos): «Vais por tal carretera hasta tal cruce (hay un cartel anunciador de....), cogéis un camino forestal a la derecha durante unos ochocientos metros, hasta unos pinos muy altos que resaltan de los demás; a la izquierda, un sendero, un arroyo que hay que travesar por un puente de piedras improvisado. Andar 500 metros en línea recta y debajo de unas piedras blancas están los bidones».
Armas perdidas
Cuando los miembros de ETA acuden a fijar el zulo se encuentran con que el cartel anunciador ha sido retirado, los árboles cortados, el arroyo está seco o cualquier otra circunstancia.
Al final, tienen que abandonar la búsqueda y el contenido del zulo se da por perdido, aunque al recluso se le volverán a pedir nuevos detalles.
El número de escondites de armas que ETA controla en la actualidad no se conoce con exactitud (algunos expertos creen que no llegan a diez y otros lo dejan en cinco). En ellos estarían escondidas unas 150 armas cortas y dos toneladas de materiales para fabricar bombas, según fuentes antiterroristas.
Además de estos argumentos y datos –agregan– hay que contar con que las bandas terroristas llevan en su ADN la mentira cuando hablan de desarmes. Ya le pasó a la guerrilla salvadoreña cuando anunció a bombo y platillo que abandonaba el terrorismo y resulta que tenía escondidas en diversos almacenes miles de armas y bombas.
Uno de estos lugares estaba custodiado, en la localidad nicaragüense de Santa Rosa, por varios miembros de ETA, entre ellos Eusebio Arzallus Tapia, «Paticorto», que logró huir del lugar antes de ser detenido.
Lo mismo ocurrió con el IRA, que escenificó una destrucción de armas, con observadores internacionales incluidos, aunque luego ha quedado demostrado que muchas quedaron escondidas y han servido para la organización de una nueva banda terrorista.
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