Federico Jiménez Losantos
Federico Jiménez Losantos: "Si vuelvo a Barcelona será con la guardia civil para iniciar la ocupación"
Sin pelos en la lengua, el periodista rememora la Barcelona de los años 70 a la que miles de jóvenes llegaban en busca de libertad hasta que el nacionalismo catalán lo destruyó todo
Sin pelos en la lengua, el periodista rememora la Barcelona de los años 70 a la que miles de jóvenes llegaban en busca de libertad hasta que el nacionalismo catalán lo destruyó todo.
Estudiante brillante, protagonista de la «movida literaria» de la Barcelona de los 70, visitante incómodo de los campos de concentración de la China maoísta, amante de la poesía, escritor de haikus, locutor, empresario... Federico Jiménez Losantos tiene más de una vida. Por cada una de ellas han desfilado algunos nombres importantes: los hermanos Labordeta (José Antonio y Miguel), Josep Tarradellas, Gonzalo Tena, Fernando Savater... De todas esas vidas y de la reedición de su libro «Barcelona, la ciudad que fue» (La esfera de los libros) hablamos una mañana calurosa de verano justo después de que termine el programa que de lunes a viernes dirige en «esRadio».Vestido con vaqueros y chaqueta azul, el periodista llega a la cita muy sonriente, enérgico y con su inseparable termo que le acompaña a todas partes. Nadie diría que acaba de terminar su matinal de actualidad y tertulia política de más de seis horas que dirige desde 2009. «Perdón por el retraso», se disculpa tras retrasarse diez minutos. De las paredes de su despacho cuelgan varios lienzos y sobre la estantería reposa una colección completa de la Enciclopedia Espasa. Es el tercer hijo del modesto matrimonio entre un zapatero y una maestra. Estudió bachillerato con José Antonio Labordeta y se marchó luego para licenciarse como filólogo con una tesis sobre Valle-Inclán. Llega a Barcelona en 1971, recién cumplidos los 20, a una ciudad que recuerda «con una mezcla de luz y caos en la que había gente rebotada de sus provincias, gays que no podían echarse novio y gente que quería vivir en un lugar en el que no le conocieran sus vecinos». El primer invierno lo pasó «fatal» porque enfermó. Fueron meses en los que encontró cierto bálsamo en las cartas que intercambiaba con José Antonio Labordeta: «cuando muere mi padre a los 16 años él se convirtió en mi familia. Con el tiempo te das cuenta de quién ha sido importante en tu vida, y en la mía a parte de mis padre lo fue él, intelectual y personalmete». Ese frenesí y ebullición que le acompañó durante los primeros años no duró mucho. Hasta 1979, momento en el que el nacionalismo catalán destruyó la libertad y la cultura. «Cuando Barcelona se convirtió simplemente en la capital de Cataluña perdió su vitalidad. De los que se quedaron allí, algunos se murieron de sida, otros de asco y el resto se pasó al enemigo».
Él se convirtió en un personaje incómodo y pagó un alto precio por su crítica: fue víctima de un atentado por parte del grupo terrorista Terra Lliure. Como suele bromear, «llegué sobre las ruedas de una Vespa y salí sobre ruedas de una ambulancia. ¿Se fue o le echaron de Barcelona? «Yo tenía el traslado oficial al Instituto López de Vega de Madrid antes del atentado. Me venía a Madrid porque ya no soportaba Barcelona, me daba asco. Y, luego, llega en un momento en el que te has convertido en un problema para tus amigos porque nos amenazaban de muerte. No podía ir por Las Ramblas. Desde entonces, en ocasiones contadas ha vuelto porque ya no le interesa, pese al fuerte lazo sentimental que le une con la Ciudad Condal. Allí conoció a su mujer, María, en el Patio de Letras de la Universidad. Sin embargo, la Barcelona actual, que los independentistas tratan de convertir en el cuartel del separatismo, no le interesa: «Solo volvería con la Guardia Civil porque lo que yo creo que hace falta es la ocupación para defender a los españoles». Sin pelos en la lengua, Federico Jiménez Losantos sostiene que el embrión del golpe de Estado del 1 de octubre se remonta a 1979. «Toda la maquinaria de despotismo que culminó con el golpe comenzó cuando el pujolismo/lenilismo, es decir, cuando la alianza entre Pujol y el PSUC se convierte en el plan racista de la extrema derecha, ladrona de Cataluña con la policía comunista del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC). Es decir, la propaganda de la izquierda al servicio de la derecha separatista». Sostiene que si hasta 2017 no habían intentado el asalto final, o sea, el intento de proclamar su república, fue porque necesitaron tiempo para la «doma», el lavado de cerebro que desde todas las instituciones se perpetra contra los habitantes de Cataluña desde niños. Sin ir más lejos, solo unas horas antes de esta entrevista, una pequeña fue agredida en Tarrrasa por su profesora por pintar una bandera rojigualda y escribir «Viva España». «Eso siempre ha sido así. En el primer Congreso de Cultura catalán, al que voy con el compositor Carlos Santos, se levantó una de Comisiones y pidió perdón por hablar en español. En ese momento yo dije: queréis una dictadura como la de antes pero mucho peor». Para poner fin a los programas de inmersión lingüística en las escuelas catalanas Jiménez Losantos es partidario de devolver al Estado la competencia en materia de Educación y la represión, que considera que «es lo único que no se ha probado todavía contra el nacionalismo catalán. Es decir, que el dueño de un colegio sepa que si en su centro pasa esto, el colegio será cerrado, multado y procesado». En su opinión, el enquistamiento del nacionalismo catalán se produjo porque «en Madrid no querían verlo». Dice que con el nacionalismo vasco «tenían bastante» y quisieron pensar que el catalán era «bueno». Se equivocaron. «Da igual que el jefe de la secta o el sumo sacerdote se llame Montilla, Maragall, Pujol o Torra.
El catalán es un terror algodonoso que te obliga a irte o someterte, que a la larga es peor». Confiesa que le hubiera gustado estar en la manifestación del 8-O y ver cómo los barceloneses se dieron cuenta de lo que él mismo había visto a finales de los 70. «No me lo podía creer. Un millón de personas salieron de manera improvisada gracias al discurso del Rey Felipe VI. ¡Fue un milagro!». Testigo incómodo de aquellos años, critica con fuerza que nunca se haya elaborado un censo de la gente que han echado de Cataluña. Tras el Manifiesto de los 2.300, realizado el 25 de enero de 1981 por intelectuales y profesionales que por entonces vivían y trabajaban en Cataluña, asegura que «otros 14.000 profesores» se fueron sin hacer ruido. «Hasta el golpe de Estado, que se contaron el número de empresas que se fueron de Cataluña y al llegar a las 3.000 se dejaron de contar, nunca se había calculado lo que ha supuesto la política de exterminio de cualquier disidencia». Finalizado el juicio a los golpistas del procés y tras el naufragio de la defensa de los acusados después de las evidencias del Supremo, Jimenez Losantos advierte de que empezará el «regolpe» orquestado por el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, que, previsiblemente, tras la publicación de la sentencia el próximo mes de octubre pondrá en marcha «la maquinaria de indultar, de desautorizar el poder judicial y condenar al Supremo». No esconde su enfado ante sus alianzas: «Pacta con ETA para conservar su poder personal». Con enfado, recuerda que Bildu es el «partido de los que querían matar a Santi Abascal y los que torturaron y encarcelaron a Ortega Lara, en referencia a las constantes críticas que el socialista lanza contra la formación verde.
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