Ministerio de Asuntos Exteriores
García-Margallo: «La línea roja para España es una quita de deuda a Grecia»
Entrevista a José Manuel García-Margallo, ministro de Asuntos Exteriores. «No se puede dejar de pagar al banco porque hayas votado a extrema izquierda». Ve a Podemos como «un partido antisistema que se limita a denunciar, pero no propone alternativas»
Entrevista a José Manuel García-Margallo, ministro de Asuntos Exteriores. «No se puede dejar de pagar al banco porque hayas votado a extrema izquierda».
José Manuel García-Margallo, ministro de Asuntos Exteriores, tiene claro que Podemos no es una alternativa en el espacio político español. En su opinión, «es un partido claramente antisistema que se limita a denunciar una situación pero no propone soluciones alternativas». De ello y otros temas de actualidad habla en esta entrevista donde se explaya sobre el protagonismo de Grecia en la actual Unión Europea –«la línea roja es la quita de la deuda»–, la reciente cumbre de Minsk, el desafío de Cataluña –«quedaría aislada del mundo»–, la crisis del PSOE –«me preocupa que pueda entrar en un periodo de desestabilización»– o la problemática de Gibraltar.
–Un portavoz del Gobierno griego ha dicho que la dura postura de España en las negociaciones del Eurogrupo con Grecia se debe a «cuestiones de política interna», cuestiones relacionadas con Podemos...
–No tiene absolutamente nada que ver. Nuestra posición se enmarca en tres principios: preservar la UE, recuperar el dinero que se les debe a los contribuyentes españoles y, por supuesto, ayudar a Grecia. En primer lugar hay que salvar la unión económica y monetaria y eso sólo se puede hacer si todos nos atenemos a las reglas del juego. La primera distorsión fue cuando en el año 2002 y 2003 Francia y Alemania incumplieron el pacto de estabilidad y la Comisión decretó una amnistía general y un cambio de reglas a mitad de partido. La disciplina presupuestaria se relajó enormemente y estamos donde estamos. La unión económica y monetaria se basa en el respeto a las normas que todos hemos acordado. En segundo lugar, hay que recuperar el dinero que se nos debe. Estamos hablando de que a España se le deben 32.744 millones de euros. Esto supone 693 euros por habitante. Y, desde un compromiso firme con la solidaridad europea, es preciso que se sepa que los españoles hemos hecho un enorme sacrificio en una época de grandísimas dificultades. Hemos tenido que apretarnos el cinturón y a pesar de ello hemos sido solidarios. Ahora bien, no podemos aceptar una quita de la deuda porque ese dinero no es nuestro, es de todos los españoles. De hecho, yo he señalado que, si no hubiésemos hecho esta aportación, hubiéramos podido dedicar esos recursos a otras cosas. Esta cantidad es el 90% de lo que pagamos anualmente en intereses de la deuda, es más de la mitad del déficit público previsto para 2014. Lo hemos hecho, sí, hemos ayudado a Grecia desde la solidaridad. Sin embargo, el espectáculo al que estamos asistiendo estos días es un tanto pintoresco. Acudir a tus acreedores y decir que no piensas pagar la deuda porque has elegido un Gobierno de extrema izquierda es bastante peculiar. Es como ir al banco y decir que usted no va a pagar el préstamo porque se ha hecho de extrema izquierda. Usted puede hacerse de lo que le dé la gana, pero tiene que pagar. Lo contrario sería una voladura de la unión económica y monetaria. Vamos a ver si introducimos una cierta racionalidad.
–¿Están Francia y Italia, actualmente gobernados por la izquierda, utilizando a Grecia para lograr más flexibilidad en sus compromisos?
–No voy a hacer juicios de intenciones de ningún Gobierno. Lo que está claro es que en estos cinco años tenemos que proceder a una refundación de la Unión Europea. Y en mi opinión eso pasa porque el Banco Central tenga una posición mucho más activa, que avancemos hacia una cierta mutualización de la deuda y que pongamos en marcha planes ambiciosos de crecimiento y creación de empleo. En un momento en el que el problema no es el control de los precios sino lo contrario, hay que ser más generoso y flexible para ayudar al empleo y al crecimiento. Draghi lo ha anunciado y probablemente el anuncio hubiera sido más bienvenido si se hubiera hecho antes. Siempre he creído que una moneda única y un Banco Central federal que no esté acompañado de un gobierno económico en paralelo es una edificación muy artificial y frágil.
–Si las cesiones de Bruselas a Grecia son significativas, ¿creen que tendrá un impacto en las expectativas electoral de Podemos?
–Eso me preocupa menos. Lo grave sería que eso se tradujera en una ralentización en la velocidad del proceso de integración europea. La línea roja es la quita de la deuda porque supone ir contra los fundamentos de la construcción europea. De hecho, la deuda no es el problema. La deuda empieza a pagarse dentro de treinta años. El meollo del asunto es que Grecia está diciendo: «Necesito más dinero para seguir viviendo. Usted me tiene que dar ese dinero sin condiciones de ningún tipo para que yo pueda hacer frente a unas promesas electorales muy difíciles de financiar». Lo que no puede hacer Grecia (ni nadie) es querer que financiemos con el dinero de todos unos compromisos electorales que ellos han adquirido. No tiene sentido que un país como Grecia, con una economía mucho más débil que la nuestra, tenga un salario mínimo superior al que cobra un español. Eso es difícil de explicar. Tenemos que movernos dentro de la racionalidad. La solidaridad con Grecia es total pero tenemos que movernos dentro de un orden. ¿Qué es lo que tiene que hacer Grecia? Lo que estaba haciendo ya. Crecer y reducir su deuda. El Gobierno griego iba bien, habían empezado a crecer y tenían superávit primario.
–¿Cuáles son las líneas rojas por las que no va a pasar España?
–Eso le corresponde responderlo al ministro de Economía. No obstante, en mi opinión, la quita no es discutible. Como ya le he explicado antes, la deuda no es el problema en este momento. Hoy por hoy, no es lo que está impidiendo a Grecia salir de donde está. Para recuperar la competitividad, el Gobierno griego tiene que hacer lo que ya ha hecho nuestro país: consolidación fiscal y reformas estructurales.
–Acaba de regresar de Ucrania. ¿Este acuerdo que se ha cerrado en Minsk tendrá más recorrido que el de septiembre del año pasado?
–Es un acuerdo frágil. Hay que estar seguros de que alguien controla el cumplimiento del acuerdo y yo le doy gran importancia a la presencia de la OSCE. Pero este acuerdo es mejor que ningún acuerdo, entre otras cosas porque deja de morir gente. Quedan muchas incógnitas por resolver: el control de la frontera de Rusia y Ucrania para impedir el flujo de hombres en armas e incluso armamento pesado y el grado de autonomía que se les concede a los territorios del este. Las pretensiones de los separatistas es que estos territorios se traduzcan en una federalización amplia con competencias en política exterior y defensa para vetar cualquier tentación que tenga Ucrania de entrar en la Unión Europea y la OTAN. Un Estado que se desnuda de competencias en materia de política exterior es un Estado frágil y fallido. Es difícil que eso se acepte. La buena noticia es que Rusia, salvando Crimea, respeta el principio de integridad territorial. Para nosotros eso es capital. Rusia no va a reconocer el resultado de los referendos de secesión ilegal que se celebren en esas regiones, lo cual es una tranquilidad para la comunidad internacional. El ser capaces de organizar la diversidad y la pluralidad dentro de una organización política es síntoma de civilización. Vivir en el principio freudiano del narcisismo particularista es avanzar en sentido contrario a la Historia.
–¿Qué le da más miedo al Gobierno, un Podemos con viento en popa o un PSOE desarbolado?
–Yo soy hijo de mi tiempo y hombre de la Transición. Luego he tenido una amplia experiencia en Europa. Los países estables necesitan dos partidos capaces de alternarse en el poder pero situados en la centralidad. Eso pasó en España en la Transición. Había líneas de consenso y de disenso. El proceso de construcción europeo es el fruto del trabajo conjunto de la democracia cristiana y de la socialdemocracia, que comparten unos principios comunes. En mi opinión, Podemos es un partido claramente antisistema, que se limita a denunciar una situación, pero no propone soluciones alternativas. Tenemos esta experiencia en otros países y también en el pasado. Como consecuencia de la crisis política de la posguerra y, sobre todo, de la crisis económica del 29, empezaron a emerger partidos populistas y antisistema. La crisis de 2007 es la mayor crisis vivida por el mundo desde 1929. Nos ha exigido grandes sacrificios y, cuando eso ocurre, la tentación de caer en los brazos del populismo es grande. Pero eso hay que pensarlo. En tres años hemos puesto los fundamentos donde no los había. Estamos empezando a construir. ¿Que la casa no está completa? De acuerdo. Pero eso no quiere decir que debamos derribar lo que ya esta hecho, porque a cambio, ¿qué propone usted?
–¿Qué está pasando en el PSOE?
–De conflictos internos no hablo nunca. Lo que me preocupa es que el Partido Socialista pueda entrar en un periodo de desestabilización y que una de las dos patas sobre las que se debe construir el futuro nacional se debilite.
–¿Está desinflándose el proceso soberanista o está tomando carrerilla?
–La gran dificultad del proceso soberanista es que se enfrenta a dos hechos incontestables. Uno: nadie reconocería a un Estado fruto de una secesión unilateral, es decir, contrario a la Constitución. Lo estamos viendo en Ucrania, en Siria, en Irak, etc. Dos: quedaría excluido de la Unión Europea desde el minuto uno y sin acceso a las fuentes de financiación de la Unión Europea. En Grecia los bancos privados se están financiando con las líneas abiertas por el banco nacional griego que a su vez depende del permiso y la liquidez que se les transmite desde el BCE. Eso es porque Grecia forma parte de la UE. Cataluña quedaría aislada del mundo y excluida de la UE. La otra cara de la moneda es que estar en España y en la UE es un magnífico negocio para Cataluña. Cataluña tiene unas condiciones realmente envidiables. La pertenencia a España se ha traducido, incluso en momentos de dificultad, en que la situación de Cataluña sea comparativamente mejor.
–Cataluña va a abrir dos nuevas «embajadas» en Viena y Roma. El Gobierno no tiene poder para cerrarlas por la doctrina emanada del Constitucional. ¿Cree que en estos años de proceso soberanista los independentistas han dado pasos adelante para lograr reconocimiento internacional?
–Lo han intentado pero con poco éxito. El servicio exterior español está al servicio de todas las comunidades autónomas. Y quien más se ha beneficiado es Cataluña por su alta capacidad exportadora. En lo cultural, el Instituto Cervantes ha desarrollado más de 150 actividades dedicadas a la lengua y la cultura catalanas. Por tanto si de lo que se trata es de servir a Cataluña y los catalanes nuestras oficinas están abiertas. Los contenciosos que se van a entablar, si el ministro de Hacienda lo considera oportuno, contra las aperturas en Viena y Roma se deben al incumplimiento de dos obligaciones que estaban en la Ley de Acción Exterior. Informar a Exteriores para que diga si esa acción es coherente con la política exterior del Gobierno e Informar al Ministerio de Hacienda para decir si hay una forma más eficiente y barata. De lo que se trata es de que el contribuyente catalán sepa lo que le está costando esto y lo que se podría haber ahorrado.
–Va a entrevistarse con su homólogo británico el día 19 y me ha parecido detectar cierto nerviosismo en una nota informativa de Gibraltar recordando que la postura oficial del Reino Unido es apoyar el Foro Trilateral y que no van a hablar de Gibraltar sino que se trata de una gira que se está realizando, etc...
–Es una reunión entre dos países socios, amigos y aliados. Se va a hablar de muchas cosas, pero por supuesto que se va a hablar de Gibraltar. Entre otras cosas tenemos que hablar de la aplicación del derecho aéreo europeo que está paralizado por la cuestión de si se aplica o no se aplica al aeropuerto de Gibraltar. Tenemos que hablar de temas medioambientales, de temas fiscales. Tenemos que hablar de cómo está España cumpliendo con su obligación con la Unión Europea, y por tanto con el Reino Unido, de controlar sus fronteras para evitar contrabando de tabaco y blanqueo de dinero. De todo eso vamos a hablar, porque tenemos que ir desatascando esos temas. Si están nerviosos o no no es mi problema. El que no está nervioso soy yo.
–Fabian Picardo dijo que había entablado contactos con Podemos en su reciente conferencia en Madrid.
–Las andanzas del señor Picardo no me preocupan excesivamente.
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