Política

Iglesias dio «formación ideológica» a chavistas para traer el régimen a España

El hoy diputado aleccionó a funcionarios venezolanos sobre «eventuales alianzas» entre movimientos sociales europeos y bolivarianos

Pablo Iglesias
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El hoy diputado aleccionó a funcionarios venezolanos sobre «eventuales alianzas» entre los movimientos sociales europeos y los gobiernos de izquierda latinoamericanos.

Durante dos años, en sendos «cursos de formación ideológica y constitucional» en 2006 y 2007, el hoy secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, instruyó a funcionarios chavistas sobre cómo exportar el modelo venezolano a España y los aleccionó sobre «eventuales alianzas» entre los movimientos sociales europeos y los gobiernos de izquierda latinoamericanos.

En el más cercano en el tiempo, realizado en Caracas del 25 al 29 de junio de 2007, Pablo Iglesias, adscrito a la Universidad Complutense de Madrid, se encargó de impartir el «quinto seminario del curso de formación ideológica y constitucional para funcionarios y asesores del Ministerio del Poder Popular para las Telecomunicaciones y la Informática de la República Bolivariana de Venezuela». En la presentación –bajo el epígrafe «Neoliberalismo, globalización y realidad social»–, consta el objetivo buscado: «Comprender las dinámicas de evolución y dominación del capitalismo que adoptaron la forma llamada neoliberalismo desde los años 70».

Una de las ponencias se dedicó a «sugerir hipótesis sobre eventuales alianzas entre agentes antagónicos de diferentes lugares del mundo, en especial entre los movimientos sociales europeos y los gobiernos de izquierda latinoamericanos». Como lectura obligatoria de apoyo a este apartado, Iglesias propuso un texto propio fechado en 2006: «El hilo rojo. La revuelta contra el Gobierno Aznar tras los atentados del 11 de marzo de 2004», donde asegura que aquella reacción «representa uno de los máximos desarrollos del conjunto de repertorios de acción colectiva propios del movimiento global contra el capitalismo y la guerra». Escribe el actual líder podemita que «el 13-M no fue una maniobra dirigida a provocar un vuelco electoral sino una crisis sistémica en toda regla que puso en tela de juicio los principales fundamentos del sistema político: la soberanía popular representada en las cámaras parlamentarias y el Gobierno al que dan origen, y las elecciones generales como mecanismo de acceso al poder político».

En el curso de 2006, realizado en Caracas del 5 al 9 de junio, sobre «Neoliberalismo, globalización y realidad social», se presenta a Iglesias como miembro de la Fundación CEPS y la Complutense. El ahora diputado incluyó como autor de lectura obligatoria a Immanuel Wallerstein, sociólogo y científico social-histórico estadounidense, analista de la pérdida de hegemonía de Estados Unidos. En el texto sugerido, bajo el título «Nuevas revueltas contra el sistema» (2004), el teórico repasa «los denominados movimientos antiglobalización». En su opinión, «la atmósfera es más favorable de lo que ha sido en cualquier otro momento» [para llevar a cabo sus propósitos], y considera que «tal tarea sigue siendo urgente e indispensable, lo cual subraya el papel de los intelectuales en esta coyuntura». Insta a un «proceso de debate constante y abierto».

Sostiene Wallerstein que «un movimiento antisistémico no puede descuidar la acción defensiva a corto plazo, incluida la acción electoral», un guión que ha seguido al pie de la letra Podemos, desde el 15-M surgido en la Puerta del Sol hasta el momento actual, cuando ya ha pasado por tres procesos electorales (europeas, autonómicas y municipales y generales) en los que ha ido adquiriendo cotas progresivas de poder.

El estadounidense considera como siguiente paso la «desmercantilización selectiva», esto es, que «las industrias en dificultades deben ser desmercantilizadas». Según sus palabras, se trata de «crear estructuras que operen en el mercado y cuyo objetivo sea la prestación de un servicio y su supervivencia, y no el beneficio». Asegura que sus objetivos son «lograr un mundo que sea relativamente democrático y relativamente igualitario». Él mismo se pregunta: «¿Se trata de lo que una vez se denominaba socialismo o incluso comunismo? Quizá sí, quizá no».