Mossos d'Esquadra
Los Mossos desalojan a los independentistas que impedían al secretario judicial acceder a la empresa de la logística del 1-O
Tras varias horas, el funcionario habría conseguido entrar escoltado por agentes de los Mossos d’Esquadra
Son auténticos profesionales del enfrentamiento ante las fuerzas y cuerpos de seguridad, y como tal actúan. «En caso de desalojo no caigas en provocaciones, deja el cuerpo en peso muerto, alza el puño y sonríe», decían las instrucciones que ayer distribuyó a sus seguidores Alerta Solidaria, una de las organizaciones que forma parte del enjambre de entidades que rodea e integra a la CUP. Los antisistema iniciaron la campaña del referéndum con un vídeo premonitorio: «Ahora comienza el mambo». Y la consigna ha hecho fortuna en pocos días, puesto que la agitación en las calles es continua desde entonces.
A cada actuación de la Guardia Civil para neutralizar los preparativos del referéndum ilegal, el mundo de la CUP responde con una convocatoria inmediata. «La Guardia Civil registra la sede de Unipost en Terrassa ahora mismo en busca de papeletas. Concentración de urgencia ahora mismo en la calle Cervantes. Mambo». Éste es el mensaje que hizo correr ayer a primera hora de la mañana la formación antisistema en Terrassa al tener la noticia de que había registros en esta empresa de envíos en busca de material del referéndum desde las 8.00 horas de la mañana. Y, en efecto, al cabo de poco tiempo aparecieron decenas de sus simpatizantes para vociferar a muy pocos metros de los agentes. Se encadenaron los gritos favorables a la votación, a la independencia y, cómo no, los ataques al sistema institucional español: «Ésta es vuestra democracia».
A la vista de que el registro se alargaba durante horas, los manifestante adaptaron su estrategia de protesta. De los gritos pasaron a la sentada y con la sentada bloquearon el acceso a la calle. El dique humano, compuesto por unas cien personas, logró impedir durante dos horas (de 17:00 horas a 19:00 horas) la entrada de la comitiva judicial, que acabó por buscar otro acceso para tutelar el registro. En paralelo, continuaron las llamadas para ampliar la sentada con más «resistentes».
Cuerpo a cuerpo
Hasta que llegó el desalojo, protagonizado en este caso por los Mossos d’Esquadra. La Policía autonómica se puso manos a la obra. En grupos de cuatro agentes comenzaron a coger por las cuatro extremidades a los manifestantes, uno a uno. Se dispararon las cámaras de los móviles, los mensajes de denuncia en las redes y, como era de esperar, los lamentos contra los Mossos, héroes hace escasos días por su papel en los atentados yihadistas y de nuevo convertidos en villanos por los antisistema. «Los Mossos revientan la desobediencia», se quejan los «cuperos».
No acabó aquí el forcejeo con la Policía catalana. Sólo hizo que empezar. De la sentada se pasó a la concentración, a los gritos de furia al paso de las furgonetas de los Mossos y a los primeros porrazos. La formación antisistema siempre ha tenido en su punto de mira a la policía autonómica. En incontables ocasiones ha pedido a la Generalitat que tome el control efectivo de los Mossos, que los inhiba de su papel como Policía judicial y que se limiten a seguir las directrices políticas marcadas desde Interior. Es una de las pocas peticiones de la CUP que no ha atendido Junts pel Sí.
El «mambo» continúa. De aquí al 1 de octubre, las protestas callejeras se van a multiplicar. Los antisistema van a forzar a la Policía a incrementar el nivel de represión. No les importa esa imagen. Al contrario. Los amantes de la desobediencia están en su terreno. Al fin.
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