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La autora del atentado de Hipercor: «No me arrepiento y nunca olvidaré tu cara»

LA RAZÓN accede al documento interno («kantada») en el que la etarra maría josefa ernaga relata a la banda cómo fue su declaración

Josefa Ernaga
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LA RAZÓN accede al documento interno («kantada») en el que la etarra María Josefa Ernaga relata a la banda cómo fue su declaración.

«No me echo para atrás (del atentado de Hipercor) y nunca olvidaré tu cara». Un documento interno de ETA descubre toda la patraña que la banda montó en torno al atentado contra los grandes almacenes, ahora hace 30 años. La intención era asesinar personas, no sólo destruir el edificio. Una de las autoras de la masacre lo dejó claro en la declaración ante la Policía.

«Nunca me olvidaré de tu cara». María Josefa Ernaga Esnoz, integrante del «comando Barcelona» y una de las autoras del atentado de Hipercor, se encaró con uno de los agentes del Cuerpo Nacional de Policía que había participado en su arresto. El asunto no obra en diligencias sino en un escrito, al que ha tenido acceso LA RAZÓN, que la terrorista envió a la dirección de la banda en el que describía con todo lujo de detalles a los agentes que le habían tomado declaración, sin duda para que pudieran ser asesinados.

Ernaga salió de prisión cuatro años antes de cumplir condena al beneficiarse de la derogación por un tribunal europeo de la llamada «Doctrina Parot». De la lectura de la «kantada», que así se denomina en la jerga de los etarras, se deduce que no se arrepintió entonces, como tampoco lo ha hecho después, de los delitos que cometió. Tampoco ha pedido perdón a las víctimas.

La conversación entre el policía y la pistolera se produjo, según Ernaga, de esta manera:

Policía.- Después de lo de Hipercor, ¿no te echas para atrás?

Ernaga.-¿Hacia dónde, hacia atrás?

P.-Si no tenéis nada que hacer, porque vais a ir cayendo todos

E.-Eso ya se verá, las cosas no terminan como se piensa.

P.-Me acordaré siempre de su cara

E.-Y yo de la tuya.

Éste diálogo forma parte de la citada «kantada» que la terrorista remitió a los cabecillas de ETA en las que explicaba con todo detalle todo lo ocurrido tras su detención. Se trata de un papel que los miembros de la banda debían escribir de forma obligatoria para que los responsables de la organización criminal supieran lo que había ocurrido; los fallos que se habían podido cometer, qué infraestructuras tenían que poner a salvo y, sobre todo, conocer datos de los agentes que estaban integrados en las brigadas antiterroristas. Se trataba, por lo tanto, de un documento en el que el etarra de turno, por la cuenta que le tenía, decía siempre la verdad. En el caso de Ernaga y estando por medio el atentado con más víctimas de los perpetrados por ETA, que la banda siempre intentó achacar a la falta de diligencia de los responsables de seguridad por no desalojar los grandes almacenes, cobra especial importancia.

Cuenta la etarra a sus jefes que a los policías les soltó la misma milonga que la organización criminal hizo correr entre los sectores más favorables a que el Gobierno cediera y negociara con los pistoleros; y, en general, entre los elementos de extrema izquierda y los de la «izquierda abertzale».

Ernaga dice en la «kantada» que le manifestó a la Policía que «sobre lo de Hipercor, nuestro responsable nos echó la bronca por confiar nosotros en la Dirección de Hipercor y éstos en vosotros (en la Policía)». Y que sobre la carga del coche «no me acordaba de la composición». No quería reconocer ante los agentes que las escamas de jabón y la gasolina, que formaban parte del artefacto, estaban destinadas a causar la muerte por abrasamiento, con lo que el argumento de los avisos telefónicos no atendidos (para desalojar el edificio) quedaba totalmente desmontado. Querían causar víctimas mortales y lo consiguieron.

Informó a sus responsables en Francia que había reconocido que fue a la clínica de un ginecólogo al saber que era militar y con la disculpa de pasar consulta, preparar un atentado contra él.

También confesó que, en caso de poder huir, tenía como casa de refugio el domicilio de un importante dirigente de Herri Batasuna en Navarra, Comunidad en la que ya había cometido atentados dentro del «comando Nafarroa».

Desde luego, no fue una casualidad que la ciudad elegida fuera Barcelona, la Comunidad Autónoma de Cataluña, por el sector independentista que existe y dentro de la estrategia de buscar el mayor número de contradicciones entre los ciudadanos y gobernantes de España.

Algo de eso debió pasar ya que en el comunicado que hizo público ETA sobre el atentado, dijo que «hacemos nuestra la sincera censura del pueblo trabajador vasco y catalán aceptando sin descargos la gran responsabilidad que nos corresponde por este luctuoso suceso y reconociendo de modo acorde a nuestra trayectoria de honestidad revolucionaria el grave error cometido en el desarrollo de esta operación». Cuando Ernaga contestaba desafiante al policía era porque se sentía un ser superior al funcionario, ya que estaba marcada por la «honestidad revolucionaria», la que le empujó a llevar a la tumba a 21 inocentes.