Partidos Políticos
La CUP quiere aliarse con Otegi para la ruptura con España
Los anticapitalistas auguran que este pacto forzará al Estado a «aumentar la represión»
Los anticapitalistas auguran que este pacto forzará al Estado a «aumentar la represión»
Los estrategas de la CUP se fían bastante más de Arnaldo Otegi que de Carles Puigdemont para conseguir la independencia de Cataluña. El dirigente «abertzale» es, sin duda, uno de los políticos de cabecera de la formación anticapitalista catalana. Su cautiverio en la cárcel de Logroño mereció todo tipo de atenciones por parte de la CUP y sus frases forman parte de los documentos de trabajo de la formación radical. La relación entre la CUP y el mundo de Batasuna viene de lejos y, probablemente, se reforzará en los próximos tiempos con el objetivo de propulsar la independencia de Cataluña y del País Vasco. Así al menos lo propondrá la CUP en el documento de estrategia que su asamblea votará el próximo mayo.
«La alianza entre los movimientos revolucionarios de las naciones sin estado continúa siendo imprescindible. En Euskal Herria tenemos que seguir tejiendo complicidades con EH Bildu, siempre centradas en crear poder popular», considera la CUP, que observa con gran esperanza la salida de prisión de Otegi y su presumible candidatura a las elecciones autonómicas vascas de otoño.
Retroalimentación
«La candidatura de Otegi puede cristalizar en la apertura de un frente mayoritario en Euskal Herria que retroalimente al catalán y que coloque al Estado español en una posición de más blindaje político y de aumento de la represión», auguran los estrategas de la CUP, dejando entrever una especie de tormenta perfecta para colapsar España. «La cuña vasca y catalana pueden gestar un escenario propicio para nuestro objetivo de la independencia y para la satisfacción de los intereses de las clases populares», confían.
Aunque la alianza con EH Bildu es prioritaria para la CUP, los anticapitalistas catalanes también apuestan por trasladar las alianzas a otras foramciones soberanistas de España. «Tejer complicidades con el BNG mientras se dialoga con Anova y se mantiene el trabajo conjunto de la izquierda independentista vasca tendría que ser nuestra estrategia», apuesta la CUP.
Sus preferencias se completan con Nación Andaluza, Izquierda Castellana, Bloque Independentista de Cuchas (Aragón), Andecha Astur (Asturias), Alternativa Nacional Canaria y Unidad Nacional Canaria. Todas ellas definidas como formaciones de izquierdas no sometidas al Estado.
El documento de la CUP, sin embargo, no se basa únicamente en definir sus alianzas estratégicas en el Estado para propiciar la independencia de las nacionalidades, sino que también entra en el escenario catalán. En este sentido, queda en evidencia la desconfianza que suscitan las maniobras dilatorias de la CUP. «Junts pel Sí no ha hecho ningún esfuerzo práctico y concreto por aplicar la declaración del 9-N. Los trabajos para las tres leyes de desconexión parecen avanzar (muy poco a poco), pero no parece haber una voluntad real de ruptura y el horizonte de la ruptura democrática es aún lejano», lamentan los anticapitalistas. Para corregir esta velocidad, la CUP apuesta por buscar una fórmula para denunciar la lentidud y, al mismo tiempo, actúe como «un tensor público» del pacto de estabilidad.
Hecho este análisis, la CUP plantea colocar una fecha límite a Junts pel Sí para comprobar la fiabilidad de su proyecto independentista. Si el 10 de enero de 2017 no ha hecho todavía «un paso claro» de ruptura con el Estado, dará por concluido su apoyo parlamentario y denunciará el supuesto «fraude».
Según se indica en el documento, el 10 de enero de 2017, que es cuando se cumple exactamente un año de la investidura de Puigdemont, «JxSí no ha dado ningún paso claro en el camino hacia la ruptura, algo palpable que vire también en el discurso público y político de contención, la CUP debería organizar una conferencia nacional».
Esta conferencia nacional, precisa, tendría como finalidad «iniciar el proceso de denuncia del fraude de los 12 meses de Govern de Junts pel Sí y el inicio de un cambio de paradigma». Las críticas a JxSí son aún más duras con respecto a uno de los partidos que forman la candidatura, CDC, al reprochar que los convergentes «se recluyan en la autonomía en nombre del principio de seguridad jurídica» y «caigan en el procesismo estático».
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