Cataluña
La CUP consuma su veto a Mas
Los anticapitalistas cierran la puerta a su investidura y abocan a unos nuevos comicios en marzo. Con 36 votos a favor del «no» a Mas y 30 del «sí», la CUP sale tocada y evidencia su división interna. La única propuesta que consiguió la unanimidad fue la de no dar libertad de voto a sus diputados. El diputado Antonio Baños, partidario del «sí» a Mas, habría planteado incluso su dimisión
Los antisistema votan en contra de apoyar su investidura si no hay un candidato alternativo y le abocan a una repetición de las elecciones en marzo
Hace tres años, Artur Mas se presentó a unas elecciones autonómicas como un «Moisés» que pretendía guiar a los catalanes hacia la tierra prometida, la Cataluña independiente que tras separarse de España se convertiría en la Dinamarca del sur de Europa. Un país donde aumentaría la esperanza de vida y caería el fracaso escolar, según los informes del consejo de sabios del Gobierno catalán. Pero igual que Moisés no llegó a la tierra prometida, Mas tampoco llegará a la Cataluña independiente en los próximos 18 meses, tal y como estaba dibujado en su hoja de ruta para esta legislatura. No será reelegido presidente de la Generalitat. La CUP cumplió ayer con su promesa electoral de no investir al convergente. Con 36 votos a favor, 30 en contra y una abstención, tras un enrevesado sistema de votación, en el Consejo Político anticapitalista se impuso el veto a Mas.
Aunque la CUP emplazó a Junts pel Sí a proponer un candidato alternativo para evitar elecciones en marzo, todo apunta a que Cataluña está abocada a celebrar sus cuartos comicios en menos de cinco años. «La CUP puede forzar elecciones, pero no cambiar de presidente», dijo Mas después de conocer el inverosímil empate a 1.515 votos en la asamblea que la formación antisistema celebró en Sabadell hace una semana. Además, Convergència confirmó ayer que, si depende de ella, esta semana ni siquiera habrá pleno de investidura, tal y como estaba previsto. Si ERC no fuerza un cambio de rumbo, el 10 de enero se convocarán automáticamente unas nuevas elecciones autonómicas.
Después de tres meses de tensos debates, reuniones, asambleas y numerosas votaciones para buscar argumentos con los que avalar a un presidente convergente, la CUP cumplió con su palabra de no investir a Mas. Aunque, tal y como admitió la diputada Gabriela Serra, «el proceso interno ha sido duro» y ha desgastado a la formación. El argumento de mayor peso a favor de la investidura era el de priorizar la ruptura independentista a la idea de ampliar hacia la izquierda las bases del independentismo. «No ponerse ahora al lado del independentismo, supone situarse al lado del Estado y las oligarquías», habían alertado voces de la CUP como la del diputado Albert Botran. Por eso, los cuperos que comparecieron para explicar los resultados de la votación de ayer se esmeraron en explicar que su decisión no es un portazo a la independencia. «Seguimos siendo independentistas, feministas, anticapitalistas y socialistas», subrayó el diputado Sergi Saladié. «Hoy –por ayer– votábamos ideas políticas no en clave Mas o marzo; sigue habiendo una mayoría para avanzar hacia la independencia, pero no una mayoría para consensuar un candidato», explicó. Saladié instó a Mas a renunciar tras recordar las palabras que dijo en verano para facilitar la candidatura de Junts pel Sí: que «nunca sería un obstáculo para avanzar hacia la independencia». La CUP intentó así defender su compromiso con la independencia, tras prolongar un agónico debate en torno a la investidura de Mas para evitar ser señalados como los culpables de arruinar el proceso soberanista.
Para que no quedara duda de que son igual o más independentistas que Mas, incluso vistió el atril tras el que comparecieron con una «estelada». Pero no todos los dirigentes de la CUP compartieron esta puesta en escena. El concejal de la CUP en Girona Lluc Salellas explicó a través de Twitter que se siente «triste» y «decepcionado», porque su asamblea había trabajado por otro escenario. La asamblea local de la CUP en Arenys de Mar también lamentó que la decisión «no representa la voluntad» de su militancia. Además, fuentes de la CUP comentaron que el diputado Antonio Baños, favorable al «sí» a Mas, habría planteado la posibilidad de dimitir.
La jornada confirma de nuevo que la división de la CUP no hace más que presagiar más turbulencias en la política catalana. Además de la opción ganadora que aboga por que los diez diputados de la CUP se abstengan –con el apoyo de dos diputados de otra formación, Mas saldría investido–, se votaron otras cinco propuestas. La que avalaba al presidente convergente obtuvo 34 votos en contra, 32 a favor y una abstención.
El menoscabo al que ha sido sometido Mas no ha hecho más que incrementar su desgaste y el de su formación que perdió la mitad de sus diputados el 20-D. La investidura de Mas con el voto de la CUP facilitaba a Rajoy arrancar con la abstención socialista, pero este resultado puede anticipar también elecciones generales.
La agenda que no se cumplió deja a Mas sin regalo de reyes
Artur Mas esperaba este año un regalo de Reyes muy especial. El presidente en funciones de la Generalitat esperaba que finalmente la CUP diera su brazo a torcer y en su agenda tenía prevista su toma de posesión mañana mismo, víspera de Reyes. Pero el portazo de la CUP ha echado por tierra su planificación postelectoral, que quedó al descubierto el pasado día 29 en una comparecencia ante los medios. En esa agenda, Mas confiaba en que la primera sesión del debate de investidura se celebrara el pasado 29 de diciembre y, dos días después, unas horas antes de las campanadas de Fin de Año, la segunda y definitiva, que debía poner punto y final, en su favor, a la incertidumbre que vive la política catalana desde el pasado 27-S. No en balde, ya acumula 98 días con la Generalitat en funciones, en la que está llamada a ser la legislatura más efímera en Cataluña. El próximo domingo es la fecha tope y todo apunta a unas nuevas autonómicas, las cuartas en cinco años.
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