Galicia
La debacle del PSOE agita a los barones
Los socialistas perderían la mitad de escaños en el País Vasco y caerían a la tercera fuerza en Galicia según el sondeo para el 25-S.
Los socialistas perderían la mitad de escaños en el País Vasco y caerían a la tercera fuerza en Galicia según el sondeo para el 25-S. Arremeten contra la estrategia de Pedro Sánchez y advierten de que «no podemos seguir sin inmutarnos»,
La encuesta del CIS ha caído como un mazazo en las filas socialistas. No ha sido una sorpresa. Era lo esperado. Más bien, el CIS ha vuelto a escribir la crónica de una encuesta anunciada. «Ya ves», decía a LA RAZÓN un presidente autonómico. Se le entendía todo, aunque prefirió no decir nada más. No hacía falta. La desazón impregnaba sus palabras. No fue el único. Las voces críticas con la gestión de Pedro Sánchez se dejaron oír, aunque sin estruendo. Nadie quiere aparecer como culpable en el inicio de una campaña que todos auguran complicada y que, sin duda, tendrá repercusiones en el seno del partido. De momento, el CIS auguraba 8 escaños menos en el País Vasco y otros dos en Galicia.
El malestar de los críticos con la gestión del secretario general, Pedro Sánchez, creció a lo largo del día, aunque se sumieron en la sordina y «hasta las elecciones del 25 de septiembre Pedro está en su derecho y su obligación de intentar un acuerdo de gobierno», afirmaron desde Castilla-La Mancha, recordando las palabras de García-Page este martes en la Cadena SER. Los análisis no salían del pesimismo: «El PSOE no puede aspirar a gobernar España si no es una fuerza de referencia en Cataluña, País Vasco, Madrid o Valencia», recordaba un dirigente regional.
Los últimos resultados no son en estas comunidades para echar cohetes. En Cataluña, los socialistas han sido relegados a la tercera posición en las generales. Dejaron de ser los primeros en 2012, por primera vez desde la Transición. En las últimas elecciones, la debilidad del PSC se hizo evidente ante el triunfo incuestionable de la marca de Podemos, En Comú Podem, el embrión del partido que está construyendo la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. En Valencia, el PSPV ha perdido fuelle y ve amenazada su posición por Compromís. En el País Vasco, en las generales el PSE quedó como cuarta fuerza y en Madrid se han mejorado resultados, pero Podemos es un lastre del que el PSOE no ha podido desprenderse. Sólo en Andalucía, los socialistas mantienen una posición relevante, aunque, en las últimas elecciones generales, el PP de Juan Manuel Moreno le adelantó y provocó un fuerte terremoto en el que hasta ese momento era el baluarte inexpugnable del socialismo español.
Las perspectivas del CIS en el País Vasco eran el espejo dónde se miraban los líderes consultados. «Viene a incidir en lo que ya pasó en las generales. No podemos olvidar que hace dos legislaturas gobernábamos el País Vasco, y ahora podemos ser cuarta fuerza», reflexionan en el seno del Partido Socialista. «Tuvimos 25 diputados, pasamos a 16 y ahora podemos quedar reducidos a la mitad. No lo podemos analizar sin inmutarnos», añaden.
El caso de Galicia es diferente a juicio de los consultados. Algunos recuerdan que el Bloque Nacionalista de Xosé Manuel Beirás ya fue segunda fuerza en unos comicios autonómicos. En los siguientes, los socialistas con Emilio Pérez Touriño recuperaron la segunda posición y llegaron al gobierno gallego. «Hemos de esperarnos hasta el final», apunta un diputado que no pierde la esperanza de que los resultados sean mejores de lo que apuntan las encuestas. En realidad, el socialismo gallego sigue aspirando a repetir resultados porque «el BNG es el que paga el pato del ascenso de las Mareas», y recuerdan que «el CIS da una pérdida de dos escaños. En las generales también dejaba al PSOE por detrás de Podemos». Y no fue así. A esto se aferran varios de nuestros interlocutores.
Los errores del CIS en las encuestas de las últimas elecciones –autonómicas, municipales y generales– hacen que algunos en el entorno socialista se vea el vaso medio lleno. «Las previsiones son tan malas que si son mejores pueden ser valoradas como un éxito. Eso pasó en las autonómicas catalanas y en las generales de diciembre y junio», apunta un diputado. Otro, en la misma línea, comenta que «nos auguran grandes desgracias, que se quedan en desgracias y son interpretadas como éxitos». Esta percepción la tienen todos los sectores del PSOE, tanto críticos como partidarios de Sánchez. Es el balón de oxígeno al que se aferran, pero a la vez es la losa que les amenaza. Sánchez ha sacado pecho en todas las elecciones a pesar de los malos resultados. «No podemos seguir así, anunciando éxitos de los fracasos», apunta un dirigente que siempre ha cerrado filas con el líder, aunque añade «de esta situación, estamos prisioneros», en una clara referencia a la crisis socialista que se arrastra desde hace dos años sin solución de continuidad. «Nadie quiere ponerle el cascabel al gato, porque el gato araña», remacha. En el seno del PSOE se aspira a que las encuestas vuelvan a equivocarse, aunque son conscientes que, si los resultados son mejores que las previsiones, Sánchez se volverá a asir a un clavo ardiendo. Nadie osará entonces a intentar quemarse.
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