Dinamarca

La lista más votada manda en Europa

En la mayoría de los países europeos no es habitual que el partido que no gana en las urnas desbanque al más votado por los ciudadanos.

España y Portugal son dos de los muchos países europeos donde se aplica la ley D’Hont en su legislación electoral.
España y Portugal son dos de los muchos países europeos donde se aplica la ley D’Hont en su legislación electoral.larazon

En la mayoría de los países europeos no es habitual que el partido que no gana en las urnas desbanque al más votado por los ciudadanos.

A escasos dos meses de las elecciones generales en España, el escenario político postelectoral ha abierto todo tipo de debates respecto a la durabilidad del sistema bipartidista y la idoneidad de nuestro procedimiento electoral, en el que con el crecimiento de los partidos emergentes se podría llegar a una situación inédita hasta la fecha: que el partido más votado en los comicios –como podría ser el PP– obtenga la misma posición que el que consiga mayor apoyo de los partidos –como podría darse entre Ciudadanos y el PSOE y demás grupos–. ¿Cómo es el «modus operandi» en el resto de los países europeos? Lo habitual es que llegue al poder la lista más votada, y en caso de que se produzca un caso como el italiano, en el que un partido radical como el Movimiento 5 estrellas se haga con la mayoría de los votos, por un sentido de Estado los dos grandes partidos se unieran para gobernar, como es el caso de Matteo Renzi.

En Francia, Reino Unido o Alemania, el sistema mayoritario favorece la formación de gobiernos fuertes alrededor de la lista más votada. En cambio, en los países medianos o pequeños (Suecia, Dinamarca o Países Bajos), el sistema proporcional dibuja unos parlamentos muy heterogéneos que exigen acuerdos de coalición entre dos o más partidos para lograr la estabilidad política. Estas alianzas pesan más que el hecho de ser el partido más votado, pues la diferencia de votos y escaños entre los grupos no es tan sustancial como en el caso de los psíses que eligen su Parlamento por sistema mayoritario.

ALEMANIA. Evita las mayorías absolutas

Allí no están prohibidas las alianzas entre partidos postelectorales. De hecho, el sistema electoral tiende a evitar las mayorías absolutas, para evitar lo que pasó con los nazis, por eso en el Parlamento gobiernan dos grandes partidos de ideologías diferentes en coalición, los democristianso y los socialdemócratas. Es decir, que no se aplica el principio de la lista más votada, pero cada uno de los 16 estados federados tienen legislaciones distintas. Además, en el caso de las municipales, los alcaldes los eligen los ciudadanos directamente. Los alemanes votan dos cosas en la misma papeleta: un candidato y a un partido. La mitad de los escaños se reparten entre los candidatos elegidos y la otra mitad (más o menos, después se corrige) a las listas cerradas de partidos. Se busca la proporcionalidad.

Por esa particularidad, normalmente el partido más votado es el que acaba gobernando. Hay un caso muy representativo y, a la vez, muy reciente, de las elecciones estatales del «länder» de Turingia de 2014. Fue muy sonado porque fue la primera vez que Die Linke (La Izquierda) gobernaba un estado desde la reunificación. En este caso, no hicieron coalición dos partidos, sino tres de la izquierda (SPD/Los Verdes/Die Linke) y la CDU conservadora, que obtuvo el máximo de escaños (34 frente a los 28 de Die Linke) no gobernó por culta de esta alianza.

Francia. Un sistema electoral a dos vueltas

Con el fin de acabar con la inestabilidad política que caracterizó la IV República, Charles de Gaulle impulsó en 1958 una Constitución que imponía un sistema electoral mayoritario a dos vueltas que favorecía a los dos partidos mayoritarios (socialistas y conservadores). Por ello, la V República ha disfrutado de gobiernos fuertes con mayorías amplias en la Asamblea Nacional. En todos los casos, siempre el partido más votado es el que ha accedido al poder, si bien ha necesitado en ocasiones de aliados para ganarse la estabilidad política. Así, los conservadores han pactado a lo largo de estas últimas seis décadas con distintas marcas centristas, mientras que los socialistas se han aliado con ecologistas, comunistas y radicales de izquierdas. En la actualidad, el primer ministro, Manuel Valls, mantiene una estrecha mayoría de dos escaños gracias a una alianza con estos últimos.

Italia. Gran coalición por sentido de Estado

En Italia, no es el partido más votado el que gobierna. En las últimas elecciones generales, celebradas en febrero de 2013, la lista que recibió un mayor número de apoyos por parte de los ciudadanos fue el Movimiento 5 Estrellas, la iniciativa popular liderada por el antiguo cómico Beppe Grillo. Con su promesa de acabar con la «casta» para renovar el sistema política italiano, un espejo en el que luego se miraría Podemos en España, el M5E obtuvo 8.689.458 papeletas, casi 45.000 más que la segunda lista con más apoyos, la del Partido Democrático (PD), que logró 8.644.523 votos. Gracias a su coalición con otras formaciones menores de izquierda, el PD, al que pertenece el actual primer ministro, Matteo Renzi, consiguió el premio de la mayoría y pudo formar Gobierno gracias al apoyo del partido de Silvio Berlusconi.

La ley italiana no pone trabas a estas coaliciones, sin las cuales resultaría aún más difícil alcanzar la mayoría parlamentaria necesaria para la investidura de los nuevos ejecutivos. La fragmentación del voto se ha convertido en algo habitual en Italia desde que el escándalo de corrupción «Tangentopoli» se llevase por delante a la Democracia Cristiana y al Partido Socialista a principios de los años noventa del siglo pasado. Desde entonces, ha habido otro caso en el que la formación política más votada quedaba fuera del Gobierno. Fue en 1996, cuando el Polo de la Libertad, la marca electoral que entonces utilizaba Berlusconi, fue la que obtuvo más papeletas en los comicios. Se quedó sin gobernar, porque de las elecciones salió un Ejecutivo de izquierdas liderado por Romano Prodi gracias a su coalición con otras formaciones progresistas.

Reino Unido. Más votos no implican más escaños

En Reino Unido, el sistema electoral crea siempre intensos debates durante los comicios, ya que, debido a sus peculiaridades, el partido más votado no siempre es el que consigue más escaños. Se trata de un sistema uninominal mayoritario que divide a Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte en 650 circunscripciones, con una media de 70.000 electores cada una. Cada circunscripción elige a un diputado, no directamente al primer ministro. El candidato que más votos recibe se lleva el escaño, mientras que el resto de los sufragios caen en saco roto. De esta manera, se favorece la formación de grandes mayorías, pero se hace a costa de ser muy poco representativo. El llamado First Past the Post (FPTP, traducido como «el primero que llega a la meta gana») data de 1948. Desde su entrada en vigor, ha sido calificado como «injusto y desigual». Pero se le perdonaba todo porque, según sus creadores, permitía «gobiernos fuertes, estables y decisivos».

Analizando los resultados de las últimas elecciones de mayo, es fácil comprobar lo poco representativo que resulta. La formación más perjudicada, sin duda, fue la euroescéptica UKIP. A pesar de que fue la tercera fuerza más votada, recibiendo el 12,6% de los votos, tan sólo consiguió un escaño. Por su parte, los nacionalistas escoceses del SNP –que sólo tenían candidatos en Escocia– consiguieron 56 escaños con sólo el 4,7% de los votos. Los conservadores, con el 36,9% de los votos se hicieron con 331 asientos; los laboristas, con el 30,4%, consiguieron 232 y los liberal demócratas, con el 7,9% de los votos, 8.

El laborismo, según los expertos, es el más beneficiado por este sistema porque tiene el voto distribuido de manera más uniforme por todo el país. Requieren, por tanto, de menos papeletas para conseguir una victoria a nivel nacional. Los conservadores, sin embargo, tienen el apoyo concentrado en determinadas zonas. En 2005, por ejemplo, se presentó a Tony Blair como el «ganador» de las elecciones con el 35,2% de los votos. Pero en 2010, se consideró que David Cameron había logrado una «victoria muy débil», a pesar de haber cosechado el 36,1%.

Los «tories» siempre se han opuesto a cambiar de sistema por miedo a que otro modelo les ponga aún las cosas más complicadas. Hicieron una potente campaña a favor del «no» en el referéndum de 2011, cuando se planteó a los británicos cambiar al Voto Alternativo, que proponían los liberal demócratas, donde los votantes numeran a sus candidatos por orden de preferencia. Pero un 68% votó a favor de quedarse con el FPTP, frente al 32% que abogaba por un cambio. Hoy, sin embargo, un 61% votaría por una reforma.

Portugal. Voto bajo la ley D’Hont

Como España, Portugal cuenta con un sistema proporcional corregido, la ley D’Hont, que prima a los partidos más votados para favorecer las mayorías absolutas. Tras las recientes elecciones, la coalición de centro derecha se dispone a gobernar en minoría con apoyos puntales del Partido Socialista para sacar adelante leyes como los Presupuestos de 2016. Pese a que la izquierda (socialistas, Bloque de Izquierdas y comunistas) está en disposición de desbancar a Pedro Passos Coelho del poder tras cosechar más votos y escaños, las diferencias sobre Europa entre los tres partidos hacen este pacto una tarea más difícil, pero no imposible.

Suecia. Con alianzas preelectorales

En las elecciones de hace un año, ganó el bloque de centro izquierda liderado por el Partido Socialdemócrata tras ocho en la oposición. Stefan Löfven encabeza en solitario un Gobierno minoritario entre socialdemócratas y verdes con apoyos puntales del Partido de la Izquierda (ex comunistas). En diciembre, sin embargo, tuvieron que llegar a un pacto con la Alianza, coalición de cuatro partidos de centro derecha, para poder aprobar los presupuestos y no tener que volver a convocar elecciones. En las dos legislaturas anteriores, la Alianza de centro derecha estuvo en el poder pese que el partido más votado fue el socialdemócrata.

Finlandia. heterogéneas coaliciones

El país vecino está acostumbrado a una larga historia de heterogéneos gobiernos de coalición. En esta ocasión, tras las elecciones de abril, Finlandia está gobernada por una alianza de derechas entre el Partido del Centro (ganador de los comicios), los conservadores y los populistas del Partido de los Finlandeses.

Dinamarca. Un país adicto a los pactos

Como el resto de países escandinavos, Dinamarca cuenta con un sistema proporcional que obliga a los partidos a pactar coaliciones para gobernar. Así, más importante que conocer quién es el partido más votado es saber si cuenta con aliados suficiente par sumar los 89 diputados que otorgan la mayoría absoluta. En 2011, el Partido Liberal fue el más votado, pero fue la socialdemócrata Helle Thorning-Schmidt la que logró finalmente formar Gobierno. En cambio, en las reciente elecciones de junio, aunque los socialdemócratas recuperaron la primera posición, el liberal Lokke Rasmussen ha formado un Gobierno en minoría con apoyo parlamentario de la derecha xenófoba y antieuropea del Partido del Pueblo Danés (DF).

Austria. Populares y socialistas se turnan

Populares y socialistas se han turnado en el poder desde el final de la Segunda Guerra Mundial, pero la fórmula de gobierno más extendida ha sido la gran coalición entre ambas formaciones. Su desgaste ha beneficiado a la ultraderecha, que se ha convertido desde los noventa en el partido de protesta contre el «establihsment» político de Viena. Tras las elecciones de 2000, los conservadores llegaron al poder con un alianza con el Partido Liberal del fallecido líder populista Jörg Haider llevando a la oposición al Partido Socialdemócrata, que había sido el más votado en las urnas. El inédito pacto provocó la repulsa del resto de socios de la Unión Europea, que sancionaron a Austria durante un año.

Bélgica. Un sudoku entre flamencos y francófonos

El partido nacionalista flamenco N-VA ganó las elecciones de mayo de 2014, con el 21% de los votos y 34 escaños en el Parlamento belga, 10 puntos y 10 escaños más que el segundo, el Partido Socialista de Valonia. Gobierna el N-VA en coalición con otros tres partidos (tercero, cuarto y quinto en resultados). Los francófonos MR (de donde sale el primer ministro actual), los democristianos del CD&V y los liberales Open VLD. Dejaron fuera a los socialistas (segunda fuerza más votada). La necesidad de conformar coalición que reúnen a partidos de ambas comunidades lingüísticas deja en segundo plano el hecho de quién ha sido el más votado.

Bulgaria. Se respeta la lista más votada

La Asamblea Nacional de Bulgaria cuenta con 240 diputados elegidos por representación proporcional usando el método del resto mayor a través de 31 circunscripciones electorales (las 28 divisiones territoriales del país más dos circunscripciones por Sofía y una por Plovdiv, debido a criterios poblacionales). Dependiendo también de la población, cada circunscripción otorga entre 4 y 16 representantes al Parlamento. Las listas que presentan los partidos son cerradas y sólo entran al Parlamento las formaciones que han recibido un apoyo superior al 4% de los votos. Sin embargo, aquellos partidos que hayan recibido menos apoyo electoral, pero aún así más del 1%, reciben una subvención estatal de 12 Leva (casi 6 euros) por cada voto recibido. Debido a que es complicado obtener la mayoría absoluta, los pactos de gobierno o para elegir primer ministro suelen ser necesarios, algo que la legislación búlgara contempla. La lista más votada se ha respetado en siete de las ocho elecciones parlamentarias celebradas hasta la fecha en el país.

¿La excepción? Los comicios de 2013, cuando por diferencia de un diputado, el Partido Socialista buscó el apoyo del partido de la minoría turca (liberal) y de ATAKA (formación euroescéptica, xenófoba y ultranacionalista) para arrebatar el Gobierno al partido de centro derecha.

Información elaborada por

Celia Maza, Darío Menor, Itziar Matamoros y Pedro G. Poyatos