Guardia Civil
La novia del agente agredido: «He abandonado Alsasua porque me siento atemorizada»
«Me dijeron que iban a reventar a mi novio». Las declaraciones de María José, de 19 años, novia del teniente de Alsasua, describen la saña de los proetarras.
Las declaraciones de María José, de 19 años, novia del teniente de Alsasua, describen la saña de los proetarras.
«Me llamó la atención que un hombre rapado golpeaba a mi novio con mucha saña en la cabeza, de forma constante, sin detenerse. En mi desesperación para que este hombre cesara, le mordí en el brazo fuertemente sin que detuviera la agresión mientras trataba de cubrir a mi novio para protegerle de las agresiones». Estas palabras corresponden a la declaración que María José, una ecuatoriana de 19 años, que vive en España desde los tres, realizó para reconstruir, con todos los detalles que pudo recordar, el linchamiento de que fueron objeto el pasado 15 de octubre en Alsasua por parte de medio centenar de proetarras.
La narración de la joven demuestra su extraordinaria sangre fría y valor, lo que evitó a su novio, el teniente jefe del puesto de la Guardia Civil de la citada localidad navarra, males mayores de los sufridos (sigue de baja médica).
Desde el primer momento, se encaró con los agresores, les pidió que les dejaran en paz y recibió por ello una tremenda paliza que, pasados los días, ha producido los lógicos efectos sicológicos para una chica de su edad, que ha tenido que abandonar Alsasua. Tiene que tomar ansiolíticos y sufre taquicardias.
«Reventar» al teniente
María José llegó a decir a uno de los proetarras que si iban a pegar a su novio, antes la tenían que pegar a ella, a lo que su interlocutor le respondió que a ella no le iban a pegar pero que al teniente lo iban a «reventar».
«Al alcanzar la primera puerta (del bar) y sobrepasarla, llegamos a un pasillo interior en el que había todavía más gente, que nos agredía mediante patadas, puñetazos y empujones. Cuando conseguimos atravesar este pasillo y alcanzar la puerta, observamos que había más gente fuera en actitud violenta, con intención de unirse a la agresión y que ninguno de ellos se acercó a auxiliarnos», declaró. Asimismo, subrayó que los que estaban fuera aplaudían en medio de grandes carcajadas, al tiempo que grababan con teléfonos móviles lo que estaba ocurriendo.
Durante las agresiones, el teniente, que ya tenía el peroné fracturado y sangraba de forma abundante por la boca, como consecuencia de dos certeras patadas, recomendó a María José que se fuera a su casa para que no siguiera recibiendo golpes. No le hizo caso y se quedó con él en todo momento, hasta que llegó la ambulancia y les trasladaron al centro hospitalario de Pamplona.
Durante la toma de declaración, se le hicieron a María José una serie de preguntas, cuyas respuestas dan idea de su estado actual:
– ¿Es cierto que tan sólo ha salido un día de casa, puntualmente, y que tuvo que ir agarrada a su madre y mirando al suelo?
– Sí, fue el día que tuve que acudir al médico; tenía que agarrarme al brazo de mi madre, avanzaba mirando continuamente al suelo, me entró taquicardia y fuimos casi corriendo, a pesar de que el facultativo se encuentra tan sólo a una calle del domicilio de mis padres. Me siento atemorizada, tengo miedo a salir a la calle y por eso ya no vivo en Alsasua. Todo esto ha marcado mi vida.
–¿Cree que esto le ha ocurrido por ser novia de un agente de la Guardia Civil?
–Sí. Nunca ha tenido ningún problema con nadie antes de esto pero no voy a tolerar que nadie me imponga con quién debo o no debo relacionarme.
–¿Los golpes que recibió fueron dirigidos directamente contra usted?
–Sí, y cuando no me encontraba defendiendo a mi novio, continuaba recibiendo golpes directos.
–¿Cuando la gente le pegaba lo hacían con odio y con saña?
–Sí, aunque se notaba que a los guardias civiles les profesaban aún mayor odio.
–¿Ustedes golpearon a sus agresores?
–No éramos capaces de ello puesto que el elevado número de agresores tan sólo nos permitía repeler la agresión.
–¿Necesita ayuda psicológica?
–Actualmente estoy siendo tratada por ello.
Patada en el tobillo
Sobre las agresiones sufridas por el teniente, las de mayor gravedad, en el informe de la Guardia Civil se indica que, tras salir del bar y alcanzar la acera, recibió una patada muy fuerte en el tobillo, a consecuencia de la cual cayó al suelo sin poder levantarse de nuevo. Además, perdió de vista a sus acompañantes, ya que seguía recibiendo múltiples golpes en el suelo, ante lo cual trataba de cubrirse la cabeza. Lo único que percibió, además de los golpes, era que su novia se acercaba para protegerle y se tumbaba encima de él, por lo que los proetarras agredían a la pareja indistintamente.
Cuando se presentó la patrulla de la Policía Foral, varios de los presentes trataron de cubrir a uno de los agresores que había sido identificado, Adur Ramírez de Alda. Le prestaron una sudadera con capucha para tratar de ocultarle. Era de una talla más pequeña de la que necesitaba ese individuo, por lo que tuvo mucha dificultad en ponérsela.
De las investigaciones realizadas, la Guardia Civil deduce que la agresión contra el teniente, el sargento y sus parejas sentimentales había sido «previamente planificada por el mayor número posible de individuos para lograr una mayor impunidad bajo el amparo de la masa y asegurar la finalidad de la misma, que no es otra que la de infundir el miedo entre los agentes de la Guardia Civil y de sus vinculaciones».
Todo lo ocurrido se enmarca en el «miedo que dichos individuos (los proetarras), a semejanza de organizaciones criminales organizadas, infunden entre la práctica totalidad de la población al saber que cualquier persona que manifieste cualquier tipo de simpatía con miembros de la Guardia Civil pudiera convertirse en víctima de hechos similares».
Sin otras versiones
También se destaca que salvo la denuncia presentada por el sargento ante la Policía Foral en los primeros momentos, ninguna otra persona dio una versión de lo sucedido y no colaboraron como testigos ni acusando al sargento ni al teniente de ninguna acción. Lo que da a la versión del suboficial, subraya el informe, mayor veracidad al no haber ningún testigo que hubiese dicho nada contra ellos.
La intencionalidad de los agresores se dirige a crear un clima de miedo entre los ciudadanos para no entablar ningún vínculo afectivo o simplemente de amistad o cortesía con miembros de la Guardia Civil, en un intento de aislarles socialmente, señala el informe en sus conclusiones.
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