El desafío independentista
«La secesión de Cataluña es un desastre que hay que evitar»
El escritor Michael Ignatieff asegura que «ninguna comunidad en Europa tiene el derecho unilateral de independencia»
El escritor Michael Ignatieff asegura que «ninguna comunidad en Europa tiene el derecho unilateral de independencia».
El historiador y politólogo Michael Ignatieff (Toronto, 1947) es uno de los intelectuales que más ha reflexionado sobre el nacionalismo. Profesor en Harvard y Cambridge, actualmente ejerce como rector de la Universidad Centroeuropea de Budapest, aunque también conoce de cerca los resortes del ejercicio de la política. En 2011 fue candidato a primer ministro de Canadá por el Partido Liberal, pero cosechó una severa derrota. Es autor, entre otros, del aplaudido libro «Sangre y pertenencia». Como canadiense que es, ha vivido el fenómeno del separatismo en primera línea. La región francófona de Quebec celebró dos referéndum de independencia (1980 y 1995) y en los dos la secesión perdió. En una conversación telefónica desde su despacho con LA RAZÓN, Ignatieff recomienda mirar la experiencia de Canadá para avanzar en Cataluña.
–¿Qué pueden aprender los secesionistas catalanes de la experiencia del referéndum de Quebec?
–La experiencia canadiense puede ser útil. En 1995 se celebró un referéndum en el que la permanencia de Quebec dentro del país ganó por 60.000 votos. Fue algo muy doloroso y divisorio para el país. Sin embargo, 22 años después somos un país más fuerte y unido. Tanto los partidarios de seguir en España como los partidarios de la secesión tienen que mirar a Canadá y darse cuenta de que no hay escapatoria al hecho de vivir juntos. Todos tienen que reflexionar a fondo sobre cómo y por qué ha pasado esto. Pero hay cosas incontestables. No se puede cambiar la geografía y no se pueden cambiar ciertos hechos; uno de ellos es que mucha gente en Cataluña quiere independizarse pero también hay muchos que no quieren eso. Ahora ha llegado la hora de pensar más en lo que no une que en lo que separa y de que ambas partes hablen. Lo hicimos en Canadá y lo podréis hacer en España.
–¿Cree que Puigdemont ha ido demasiado lejos?
–No quiero comentar sobre personas en concreto. Lo que me preocupa no son los políticos sino la gente de la calle que se siente desgarrada por este proceso. El problema no son sólo los partidarios de España y los de Cataluña sino también la gente que ama Cataluña pero no quiere irse de España. Esa gente está dividida en dos. Su vida cotidiana y sus relaciones personales son ahora más difíciles porque las pasiones políticas llevan a eso. Este referéndum ha cortado a la gente en lo profundo de su ser, y eso es lo que tiene que curarse, porque si eso no se cura puede surgir la violencia.
–¿Cuál puede ser una solución para avanzar?
–La pregunta es: ¿existe una fórmula para que una nación catalana, con su autonomía y su propia lengua e historia, pueda forma parte de la nación española? La gente que piensa que no hay una respuesta posible debería mirar a su alrededor, porque en Canadá y en otros países logramos encontrar una manera para que la gente viva junta y unida. Yo creo que la política tiene que ser un intento de resolver esta cuestión. Lo importante aquí es cómo las dos partes encuentran una manera de salir de una situación que llevaría al desastre.
–Pero los nacionalistas catalanes no quieren renunciar a sus líneas rojas.
–En Canadá todos tenían líneas rojas hasta que de repente algo comienza a amenazar a ambas partes por igual, algo que hace que los dos lados pierdan el control de la situación, y nadie piensa que eso puede suceder hasta que sucede. El hecho de que sea un debate emocional no te da derecho a ser respetado. El problema en política no es respectar las emociones sino proporcionar soluciones. La identidad no es la única cuestión en política, de hecho hay otras cuestiones más importantes, como evitar catástrofes y tragedias con las que todos perderían.
–Los independentistas catalanes quisieron legitimar un referéndum que era ilegal.
–Un referéndum tiene que tener una estructura legal y el referéndum catalán no la tuvo, no cumplió con los estándares de legitimidad. Esto es un hecho. Detrás de eso hay otro principio, no creo que ninguna comunidad en Europa tenga el derecho unilateral de secesión.
–¿Cómo se ve desde Europa este conflicto?
–Todo el mundo en la Unión Europea está observando el desenlace. Europa ha rechazado acertadamente intervenir y mediar entras las partes. Es un problema interno de España que ambas partes tienen que resolver pacíficamente. Pero los estándares internacionales están muy claros aquí. No hay un derecho de secesión unilateral, si vas a celebrar un referéndum se tiene que hacer dentro del marco constitucional y con el consenso de todas las partes.
–¿Ve un escenario violento?
–Espero que no. Una gran mayoría de ciudadanos tanto en Cataluña como en el resto de España tiene oscuros recuerdos de las consecuencias de la violencia. En España la violencia no es una fantasía del futuro sino una realidad del pasado que hay que evitar a toda costa. Todos tienen que entender que no se puede repetir el pasado, sería una catástrofe innecesaria porque España es un gran país, que ha tenido un éxito tremendo a nivel económico, social y cultural y hasta ahora también político. Todos los que somos de fuera nos preguntamos como demonios se ha llegado a esta situación.
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