Debate de investidura

Lección de historia para sus señorías

Rajoy comparó el pacto de los Toros de Guisando con el de PSOE-C’s
Rajoy comparó el pacto de los Toros de Guisando con el de PSOE-C’slarazon

Pasado inmediato, pretérito imperfecto y futuro simple. Las alusiones históricas, artísticas, literarias y cinematográficas salpicaron las intervenciones de Mariano Rajoy, Albert Rivera y Pablo Iglesias. Pedro Sánchez se decantó por las las anáforas, aliteraciones y redundancias en sus palabras de contestación.

Rajoy y los Toros de Guisando

Una mañana en el Congreso de los Diputados da para bastante. El presidente en funciones respondió al discurso que Pedro Sánchez pronunció el martes. Fue el primero –porque por turno lo era– en poner en marcha la artillería histórico-artística que seguirían después el resto de líderes. Los Toros de Guisando tuvieron su momento de gloria para aludir a un dudoso hecho histórico con el que ridiculizaba el pacto entre el PSOE y Ciudadanos, al insinuar que ese acuerdo no tiene ningún valor más allá de tratar de legitimar a Sánchez: se refiere a una supuesta reunión que se celebró en 1468 en el cerro de Guisando (junto al conjunto de toros de piedra de origen prerromano, en la actual localidad abulense de El Tiemblo). Allí se habría firmado el acuerdo entre el Rey de Castilla Enrique IV y su hermanastra Isabel para proclamarla princesa de Asturias y reconocerla como heredera de la Corona de Castilla (saltándose a su hija Juana la Beltraneja). El Tratado permitió que todo el reino volviera a la obediencia del Rey después de la rebelión de parte de la nobleza, convencida de que Juana no era hija de Enrique IV sino de su valido Beltrán de la Cueva.Sin embargo, no evitó que, tras la muerte de Enrique IV, el conflicto degenerara en la Guerra de Sucesión Castellana (1475-1479). ¿Existió o no? La escasez de pruebas documentales lo ponen en duda por parte de los historiadores.

Iglesias: del franquismo a los GAL

Sin duda, quien más tiró de referencias, sobre todo histórico-políticas, fue Pablo Iglesias, directo al PSOE al citar a «figuras de talento y dignidad irrepetibles como Juan Negrín, Margarita Nelken o Indalecio Prieto» y quiso homenajear a su manera a Salvador Puig Antich. Después vino la histórico-artística: en vez de tener como fondo «El abrazo» de Genovés, el acuerdo PSOE-Ciudadanos, según Iglesias, habría sido mejor con otro lienzo de testigo mudo, la velazqueña «La rendición de Breda», «puestos a simbolizar una capitulación».

A Rivera le dedicó unos largos minutos. Por su discurso desfilaron el investigador norteamericano de lingüística cognitiva George Lakoff y Maquiavelo («tiene virtudes de ambos») e incluso fue más lejos al asegurar que «no tiene más ideología que la cercanía con el poder. Hubiera sido líder del Komsomol en la Unión Soviética (las juventudes comunistas) y jefe de escuadra en nuestra postguerra (en alusión a las Juventudes de Falange)», le espetó. Y volvió a recomendarle la lectura de «El Príncipe», pero hasta el final: «Si lo lee, además de a Suárez quizá empiece a admirar a César Borgia. Eso sí, llegue hasta el último capítulo. Para ser César Borgia, no sólo hay que ser astuto, hay que ser valiente, señor Rivera». Aunque, sin duda, el momento más duro por parte del dirigente de Podemos fue cuando reprochó a los socialistas uno de los episodios más negros de los gobiernos de Felipe González: los GAL, al aconsejar a Pedro Sánchez que «desconfíe de los consejos de aquellos que tienen manchado su pasado de cal viva», en alusión al secuestro, tortura y asesinato de los etarras José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala, cuyos cadáveres fueron hallados enterrados en cal viva en 1985.

Y Rivera parafraseó a Suárez

Albert Rivera rebajó bastante el tono y prefirió centrarse en Churchill y en Suárez, dos referencias incuestionables para él. «Mis compañeros y yo, como dijo Adolfo Suárez, hemos escogido el camino más difícil, pero es el camino correcto. En la vida se elige entre lo difícil y lo cómodo: lo cómodo es que elijan por ti».

Y en cuanto al mandatario inglés no se quedó atrás: «Soy optimista, como decía Churchill, porque lo contrario no serviría para nada». Y también: «Decía Churchill que el problema de nuestra época es que hay hombres que no prefieren ser útiles, sino importantes. Reflexionen aquellos que se creen muy importantes pero no están siendo útiles a los españoles».