El desafío independentista
Los olvidados del «procés»: Sobrevivir con 400 euros al mes
La deriva independentista ha paralizado las políticas sociales dirigidas a los distritos más pobres de Barcelona, como Nou Barris, donde a los vecinos, que se muestran indiferentes a los comicios del 21-D, sólo les preocupa poder llegar a fin de mes
La deriva independentista ha paralizado las políticas sociales dirigidas a los distritos más pobres de Barcelona, como Nou Barris, donde a los vecinos, que se muestran indiferentes a los comicios del 21-D, sólo les preocupa poder llegar a fin de mes.
En Nou Barris no quieren hablar de independencia. No les interesa. En este distrito, uno de los más deprimidos de Barcelona, la educación, el trabajo y la sanidad son los temas que importan, por eso sienten una gran desafección por las elección del próximo 21 de diciembre en el que la secesión se ha convertido en el único tema de campaña. «Ni siquiera hacen el esfuerzo por hablar de estos temas. Antes por lo menos lo hacían en campaña para ganarse nuestro apoyo aunque luego pasaran, pero ya ni eso», lamenta Antonio, que trabaja en una gasolinera a los pies de la sierra de Collserola. Por las calles de Prosperidad, uno de los barrios que integran este distrito, no cuelgan banderas, ni españolas ni separatistas. Las lujosas boutiques que llenan el Paseo de Gracia aquí son pequeños comercios familiares que pasan de padres a hijos y que sufren cada día para llegar a fin de mes. Las chaquetas de lana se venden a cinco euros y la Vía Julia, la principal arteria de la zona, está repleta de tiendas que pequeñas que en el centro de la capital son consideradas «de segunda». Los edificios de aluminio contrastan con el cuidado modernismo arquitectónica del centro de Barcelona. Más aún si nos adentramos en Ciudad Meridiana, donde la humildad de este distrito roza la pobreza. De hecho un estudio publicado en «Metrópoli Abierta» afirma que los habitantes de este lugar viven 11 años menos que los de Pedralbes, uno de los barrios más pudientes de la Ciudad Condal.
Aquí, en Nou Barris, mercerías, pequeños puestos de fruta y humildes tabernas se mezclan con un mercado navideño que pronto abrirá sus puertas y del que estos días varios operarios se encargan de montar las casetas. Desde hace años, tanto el Ayuntamiento como la Generalitat han prometido paquetes de ayuda que nunca han llegado a materializarse. Ada Colau arrasó en 2015 en este territorio donde el 40% de los votos fueron para Barcelona en Comú y el segundo lugar para los socialistas, pero ahora parece que el sentir del norte de la capital catalana es más proclive a la candidata de Ciudadanos, Inés Arrimadas. Los guiños independentistas no han gustado en este barrio en el que la población joven prácticamente ha desaparecido. Mujeres mayores cargan con bolsas del mercado con la «cartilla» en mano (subvencionada por la administración) mientras decenas de jubilados pasan la mañana periódico en ristre sentados en un banco.
Según las estadísticas del Ayuntamiento de Barcelona, el 34 % de la población de este enclave tiene entre 40 y 64 años, mientras que los jóvenes (entre 20 y 30 años) apenas llegan al 20. Además, el nivel de formación de sus habitantes es precario. El 19% no tiene estudios y sólo el 4,5% posee una licenciatura o grado universitario. «Es una población cada vez más envejecida, los chavales se marchan fuera en busca de trabajo. Algunos se van a estudiar fuera y ya no vuelven porque saben que aquí les espera una vida difícil», explica a LA RAZÓN Maite Fernández, que es miembro de la Asociación de Comerciantes del barrio y se ha reunido en varias ocasiones con miembros del Ayuntamiento para revitalizar la zona. «Aquí no hay turismo, el PIB de este distrito es el comercio. Y precisamente, los vendedores están muy preocupados porque las incidencias políticas recientes han hecho que la gente tenga miedo a gastar y esto repercute en los negocios. De hecho ya ni si quiera ha funcionado el «Black Friday». La gente está muy retraída y no es normal», apunta Fernández. Es más, muchos de los temas sociales que se estaban tratando en el ayuntamiento de este distrito se han visto bloqueados por el «procés», algo que ha disgustado mucho a sus vecinos.
Así lo confirma Javiela Pozo, que lleva 56 viviendo en Barcelona y ve cómo ahora ni si quiera consigue plaza para que su nieto vaya a una guardería, «si es que se puede llamar así, porque son barracones», dice. «El otro día fui a hacer cola para conseguir plaza para uno de mis nietos y me la denegaron, me dijeron que ya no había, pero luego vi cómo a varias mujeres extranjeras sí se la daban. Tienen un cupo especial sólo para ellos y me parece injusto porque yo he estado muchos años pagando impuestos y me merezco que ayuden a mis nietos», asegura Javiela. Su caso ilustra la situación en la que se encuentran centenares de familias en Nou Barris. Ella tiene 59 años y lleva más de diez desempleada viviendo con una ayuda mensual de 426 euros con la que alimenta a sus nietos y ayuda a una de sus hijas que tiene una discapacidad. Hace encaje de bolillos con la lista de la compra mientras busca los precios más bajos en el mostrador de la pescadería del Mercado de Montserrat. «Nadie me quiere contratar ni para limpiar casas y eso que toda mi vida he estado trabajando, desde labores de vigilancia a sastre, pero ahora me dicen que soy muy vieja», lamenta con lágrimas en los ojos. Tampoco tiene casa. Residía en una vivienda social que demolieron para en teoría construir un edificio en mejores condiciones (esa promesa tampoco se hizo realidad) y de un día para otro se vio en la calle y tuvo que mudarse a la casa de su hija. De hecho, el Ayuntamiento prometió la construcción de 8.000 nuevas viviendas sociales y no han llegado a 3.000. A esto se suma el auge del movimiento «okupa» que se ha instalado en 250 pisos de la zona, una situación que desagrada a los vecinos como Javiela que dicen que esto «fomenta la inseguridad». Muchas personas de Nou Barris se refieren a su distrito como «Villa desahucio», ya que se producen una media de cinco semanales.
Los datos de desempleo son también preocupantes en este distrito de tradición izquierdista. En Trinitat Nova, otro de los barrios del distrito, alcanza el 14 %, en Vallbona es del 13% y un 8% en Prosperidad. Una cifra que contrasta con el 2,8% que registra la acomodada zona de Pedralbes. Aunque sin duda, el barrio que se lleva la palma de este distrito es Ciutat Meridiana con un 15,5% de desempleo. «A la gente de aquí les damos igual, yo llevo toda mi vida dejándome la piel para dar de comer a mis cinco hijos y ahora no sé siquiera si podré cobrar la jubilación», apunta Manuel, de 53 años, que dice que no irá a votar porque no sirve de nada. Sonia, que atiende a LA RAZÓN mientras despacha en su tienda de ropa parece que sí lo tiene más claro. «Inés Arrimadas estuvo aquí el otro día y me pareció muy maja, me gustaba lo que decía, eso sí a ver qué hace luego», asegura. Ella tiene 34 años y aunque nació en Hospitalet de Llobregat lleva toda su vida en Vía Julia. A las dos de la tarde sale corriendo de la tienda porque uno de sus dos hijos se ha puesto malo y tiene que llevarle al hospital. «A ver cuánto me toca esperar. Me gustaría que invirtieran más en sanidad y educación, para que los colegios de mis niños fueran mejor, pero no creo que esto cambie cuando lo único que parece que les importa a los políticos es si Cataluña se va de España o no», apunta. Raúl, que regenta una tienda de ropa infantil, confirma que los comercios del barrio «están muriendo».
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