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Los prejuicios de Ada Colau
Según el filósofo José Antonio Marina, prejuicio es «estar completamente seguro de lo que no se sabe absolutamente nada». Es muy posible que todos, consciente o inconscientemente, tengamos algún prejuicio, pero no cabe duda de que es una causa del fracaso de la inteligencia, como explica magistralmente Marina. Al fin y al cabo es una flaqueza de la razón que deberíamos soportar, más bien con discreción, antes que divulgarlos.
Posiblemente la opinión de Ada Colau sobre nuestras Fuerzas Armadas y su sistema de enseñanza sea un caso claro de prejuicio, que en vez de disimular, lo airea voluntariamente a los cuatro vientos, poniéndose a sí misma en una situación verdaderamente ridícula, salvo para su público, que probablemente adolezca de los mismos prejuicios. Es muy posible que Ada Colau desconozca absolutamente todo sobre nuestras Fuerzas Armadas y su sistema de enseñanza. Es muy posible que Ada Colau desconozca el rigor de la enseñanza militar, no creo que haya pisado jamás una academia militar ni un cuartel, y que tampoco quiera hacerlo. Es su opción y no tengo nada que decir sobre ello, salvo que, al estar tan convencida de la impertinencia de la presencia de las Fuerzas Armadas en la Feria sobre enseñanza, está poniendo en evidencia un prejuicio que nada le adorna como alcaldesa, que lo es, incluso de los militares barceloneses.
Es muy posible que Ada Colau no sepa quién era el teniente Muñoz Castellanos, que murió en 1993 en Mostar al ir a socorrer a un herido. Es muy posible que Ada Colau no sepa que diez años más tarde el Ayuntamiento de Mostar, cuyo alcalde seguramente discrepe de su homóloga barcelonesa, puso el nombre de España a una de sus plazas. Es muy posible que Ada Colau no sepa quién era el teniente José Luis Morejón Verdu, que murió en 1981 al intentar proteger a sus soldados, mientras hacían prácticas de submarinismo, de una embarcación sin gobierno. Es muy posible que Ada Colau no sepa quién es el coronel Luis Herruzo Madrid, que ha divulgado la lengua y culturas españolas en la Universidad de Kabul durante seis años, en un ambiente singularmente hostil. Son solo algunos ejemplos, pero se podrían citar cientos o miles de ellos, donde los militares, en cumplimiento de su deber, no han dudado en poner en riesgo su vida en defensa de España y los españoles, incluida Ada Colau, aunque ella, ignorante, no lo sepa. El último, el guardia civil José Antonio Pérez Pérez, criminalmente arrollado en un control por un menor, al que el actual sistema educativo no ha sabido inculcarle los más mínimos valores cívicos. Es muy posible que Ada Colau no sepa que han fallecido cerca de 200 militares españoles en misiones de Paz, en los puntos más conflictivos del mundo. Es muy posible que Ada Colau no sepa que cientos de militares, incluidos guardias civiles, han sido víctimas del terrorismo. Es muy probable que Ada Colau desconozca que la Academia General Militar, a la que quiere fuera de su feria, es el centro de enseñanza superior que ha soportado más víctimas de terrorismo entre sus antiguos alumnos. Todo lo anterior no es fruto de la casualidad, sino la consecuencia de una enseñanza rigurosa y en valores. Esperemos que Ada Colau no tenga que recurrir a ellos en auxilio suyo o de sus vecinos. El catedrático Cruz Allí, en su obra «Derecho Administrativo Especial» tras un detallado análisis, incluso del derecho comparado, señala que en la actualidad los únicos centros de enseñanza donde se forma a sus alumnos son las academias militares, en el resto, simplemente se imparten conocimientos. ¿Lo sabe Ada Colau?
Es muy posible que Ada Colau sea una completa ignorante en temas militares, pero la simple ignorancia no lo explica todo. Esta se hace explosiva con la mala fe. Y digo mala fe, porque no acierto a comprender que Colau adujera los mismos motivos pacifistas en el hipotético caso de un ejército de una Cataluña independiente, seguramente no tendría valor para ello. Tampoco creo que tuviera valor para decirle lo mismo a Maduro sobre el ejército bolivariano.
De la misma manera que el ex JEMAD Julio Rodríguez no hubiera salido al quite de la alcaldesa si hubiera fichado por el PSOE en vez de por Podemos. Son pues, opiniones viciadas, demagógicas, carentes de rigor y de la más mínima credibilidad, pero irritan. Puedo llegar a comprender a un respetuoso y razonable antimilitarista como Fernando Sabater cuando escribió «Las razones del antimilitarismo», aunque tengo mis dudas de si el sensato de Sabater escribiría hoy ese mismo libro. Sin embargo, me repugna la soberbia del ignorante que alardea de sus prejuicios, es decir, de aquel que expone públicamente sus más íntimas convicciones sobre lo que no sabe absolutamente nada. ¡Qué impudicia!
*Comandante de caballería, abogado y economista
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