Mesa del Congreso
Los soberanistas anulan a Sánchez
Su argumento de que sean los nacionalistas quienes faciliten la investidura de Rajoy no se sostiene tras la decisión del Parlament. Tampoco la opción de una alternativa de izquierdas
Su argumento de que sean los nacionalistas quienes faciliten la investidura de Rajoy no se sostiene tras la decisión del Parlament. Tampoco la opción de una alternativa de izquierdas
El alivio que invadió Ferraz cuando diez diputados nacionalistas permitieron al PP sumar 179 apoyos para el reparto de los puestos de la Mesa del Congreso se ha diluido. Los socialistas, acosados por presiones externas e internas para que facilitaran la formación de un gobierno cuanto antes, vieron en el movimiento de los populares una puerta abierta a la esperanza, a que su capacidad de negociar con sus «afines ideológicos» permitiera al PSOE inhibirse de cualquier responsabilidad en la gobernabilidad. Desde Ferraz se animaba a reeditar el acuerdo de la constitución de las Cortes para la investidura, un argumento que no se sostiene a la luz de los últimos acontecimientos. La decisión de Juntos Por el Sí (JxSí) y la CUP de desobedecer al Tribunal Constitucional (TC) y aprobar la vía unilateral para la desconexión de Cataluña ha viciado esta estrategia y vuelve a frustrar los planes de Sánchez para evitar la «papeleta de la abstención» –como la definen algunos barones territoriales– y para intentar una candidatura alternativa con la connivencia de los catalanes.
El líder socialista puso hace semanas el foco en los nacionalistas para alejarlo del PSOE. Si en un primer momento Sánchez llamaba a Rajoy a entablar contactos con formaciones de derechas, pronto dirigió su atención específicamente hacia los soberanistas, señalando que había que «sacar del limbo a los 17 diputados» de ERC y Convergència. Era una interpelación directa al presidente en funciones para que negociase con ellos, aunque algunos –dentro de su partido– temieron que de esas palabras también se desprendiese la intención del líder socialista de hacer lo propio si intentaba un gobierno alternativo, una vez que Rajoy viera agotadas sus opciones. Ahora ni lo uno ni lo otro, por mucho que Sánchez se pregunte en su estado de Whatsapp «¿Y por qué no?».
La invitación a apoyarse en los nacionalistas ha quedado totalmente desestimada después de que el Parlament haya decidido iniciar unilateralmente la secesión y también tras escuchar a los portavoces en el Congreso de PNV, Aitor Esteban, y de Convergència, Francesc Homs, después de su despacho con el Rey, al que le han transmitido su «no» tajante a permitir que gobierne Rajoy. Ahora el único argumento vivo que le queda al PSOE es apuntalar su negativa en que el presidente en funciones no ha sido capaz de sumar un solo apoyo a su candidatura.
Sin embargo, el desafío soberanista no sólo se ha llevado por delante las opciones inmediatas de Rajoy de ser investido, también frustra la posibilidad de la izquierda de articular una alternativa al PP, dada su imposibilidad para superar la investidura. Aunque en el PSOE se intenta separar lo que está pasando en Cataluña del proceso de investidura, lo cierto es que si la aritmética era endiablada para Sánchez antes del movimiento soberanista, más lo es ahora. El líder del PSOE, que no quiso contar con los independentistas en marzo, debería ahora apoyarse en ellos para ser investido, si no logra salvar la incompatibilidad manifiesta que se profesan Ciudadanos y Podemos. Su investidura fracasó por este extremo y no parece que las diferencias entre Albert Rivera y Pablo Iglesias, que se interpusieron entonces entre el líder del PSOE y La Moncloa, se hayan superado para una nueva intentona. En Ferraz no se mueven de que «es el tiempo de Rajoy», pero Sánchez ha evitado, hasta la fecha, descartar cualquier escenario alternativo. En Cataluña lo han desechado por él.
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