Ministerio del Interior
Los yihadistas «roban» datos de los refugiados para colarse en casas de acogida
El objetivo de los terroristas es crear una primera infraestructura en Europa para preparar atentados.
El objetivo de los terroristas es crear una primera infraestructura en Europa para preparar atentados.
El Daesh, el Estado Islámico, utiliza una nueva estrategia para crear una infraestructura básica en distintos paises de Europa, entre ellos España, que consiste en manipular a otras personas en los campos de refugiados para pedirles teléfonos de casas y organizaciones que les puedan acoger durante algún tiempo. Las últimas investigaciones realizadas por los servicios internacionales que luchan contra las bandas yihadistas, en especial el Daesh, han permitido conocer que los terroristas utilizan los campos de refugiados para hacerse con teléfonos de ONG’s, organizaciones humanitarias y, en general, personas dispuestas a acoger a personas que huyen de la guerra, con el fin de utilizarlas como primera infraestructura en dichos países.
Según han informado a LA RAZÓN fuentes conocedoras del asunto, este dato se ha descubierto después de constatar que los yihadistas vienen utilizando de forma regular los viajes que los inmigrantes realizan para llegar a Europa, en especial a las Islas Griegas. Hasta el momento se han detectado una decena de casos acreditados, pero se sospecha que son muchos más los que han logrado llegar al continente por esta vía, al aprovecharse de la acogida de tipo humanitario que se presta a los huidos de la contienda.
Una vez asentados en los campos de refugiados, los terroristas, siguiendo las instrucciones del nuevo jefe para «acciones en el exterior», un tal Abu Ahmad, que aún no ha sido identificado, se dedican a establecer contacto con otros «compañeros» de asentamiento, con el fin de que, quienes los tengan, les faciliten esos teléfonos. Se trata de gente ajena al yihadismo, que desconoce quiénes les hacen la petición, y que les facilitan los teléfonos creyendo que se tratan de unos «refugiados» más que tratan de lograr un lugar de asilo en Europa.
El pasado mes de diciembre, fueron detenidos en Austria dos presuntos terroristas islamistas en cuyo poder se encontraron teléfonos austriacos, griegos, italianos, ingleses, franceses, alemanes, belgas, turcos y, lo que es más preocupante, españoles.
Las Fuerzas de Seguridad han comprobado los teléfonos que tenían de España y se ha verificado que no forman parte del yihadismo, sino que sus titulares iban a ser utilizados contra su voluntad. La historia de los detenidos en Austria –un tanto rocambolesca pero no por ello menos inquietante, ya que iban a participar en los atentados de París de noviembre del año pasado–, se inicia cuando Adel Haddadi y Muhamad Husman se reúnen, junto con otros dos individuos, a finales de septiembre, en la ciudad siria de Raqqa, con el misterioso Abu Ahmad, que les da dinero, así como números de teléfono, entre los que se encuentra el de un contacto en Europa. Antes, se hicieron las fotos para falsificar los pasaportes.
Este mismo número fue hallado entre la ropa de uno de los yihadistas que se suicidaron junto al estadio de fútbol de París en noviembre del año pasado (era uno de los que había participado en la citada reunión de Raqqa). Según han revelado varios medios de comunicación internacionales, el citado número de teléfono apareció también, en enero de 2015, cuando la Policía belga desmanteló una célula yihadista en la localidad de Viviers. Tras finalizar la reunión con Ahmad, los cuatro se dirigieron a la frontera con Turquía.
Tras comprar cuatro chalecos salvavidas y cuatro bolsas impermeables para los documentos, se pusieron en contacto con los traficantes encargados de llevarles, junto con otras decenas de personas, por mar a Grecia. Con el dinero que les había entregado Abu Ahmad, pagaron los 1.100 dólares que valía cada «pasaje». Escondidos junto a la costa, con otro medio centenar de inmigrantes, esperaron para acceder a dos barcos. La travesía no duró dos horas, ya que fueron interceptados por buques de la Marina griega.
Pero no todo, según el relato de los citados medios, les iba a salir bien, ya que los aduaneros helenos descubrieron, a su llegada a la isla de Leros, que los pasaportes de Adel Haddadi y Muhammad Usman eran falsos. El sistema, según las fuentes consultadas por LA RAZÓN, fue tan sencillo como preguntarles el nombre de sus padres o detalles de la localidad donde, según los documentos, habían nacido. No tenían ni idea, no se lo habían preparado. Los otros dos terroristas, los que se suicidaron junto al estadio de fútbol, tuvieron más suerte y pudieron seguir su camino hacia la capital francesa. Después de tres semanas de detención, fueron puestos en libertad y comenzaron su periplo por Europa hasta ser arrestados de nuevo en Austria, en un campo de refugiados cerca de la localidad de Salzburgo. Mientras estaban en la cárcel en Grecia, estos dos individuos llamaron a su jefe en Siria, que les envió 2.000 euros por Western Union para que intentaran llegar a Francia. En su periplo europeo, pasaron por Macedonia, Serbia, Croacia y Eslovenia, antes de llegar a Austria, donde pidieron asilo político.
Los pasaportes falsos utilizados por los terroristas que se suicidaron en París, y que habían realizado con ellos la primera parte del viaje, dieron las pistas de que habían llegado a Europa a través de la isla de Leros. Fueron revisados los 200 documentos utilizados por los que arribaron en esas fechas a Grecia y la Policía austriaca descubrió que tenía en un campo de refugiados a dos peligrosos terroristas, que estaban a la espera de recibir nuevas órdenes, una vez que no habían podido participar en los atentados de París. Al ser arrestados, se encontró en su poder dos billetes de tren Viena-París, lo que demuestra que mantenían la voluntad de seguir cometiendo atentados terroristas.
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