Marbella

Suiza, Singapur y España: el viaje de las cuentas de Granados y Marjaliza

El cerebro de la trama movió hasta cuatro millones a través de la exportación de obras de arte.

Francisco Granados y David Marjaliza en una de las escasas imágenes que hay de ambos juntos.
Francisco Granados y David Marjaliza en una de las escasas imágenes que hay de ambos juntos.larazon

El cerebro de la trama movió hasta cuatro millones a través de la exportación de obras de arte.

¿Cómo blanquear más de cuatro millones de euros que se encontraban en una cuenta bancaria situada fuera de España y hacer posible, de esa forma, que regresara «limpio» a nuestro país? Esta cuestión, al parecer y según se desprende de las investigaciones recogidas en el «caso Púnica», la tenía perfectamente resuelta el considerado «cerebro» de la trama, David Marjaliza. El método era ampararse en una supuesta operación de exportación para así dar apariencia de que se trató de una legal y simple operación de exportación, para lo cual se establecía un circuito por donde se movía el dinero en distintas cuentas, algunas de ellas siempre en paraísos fiscales.

Éste fue el sistema utilizado para el «retorno» de 4.240.934 euros. En primer lugar, según se destaca en un informe de la Unidad Central Operativa (UCO), los 1,7 millones que tenía Francisco Granados en una cuenta en Suiza se transfirieron a otra en el mismo país abierta a nombre de una sociedad de la que era beneficiario Marjaliza. Posteriormente, «casi todos los fondos de esa cuenta se transfieren después a una cuenta» a nombre de una sociedad radicada en Singapur, «desde la que en 2013 retorna a España la cantidad de 4.240.934,98 euros», que se ingresa en una cuenta de una sucursal bancaria de Valdemoro.

Esta operación estuvo amparada en una supuesta operación de exportación, pues se han encontrado extractos de las cuentas bancarias vinculadas a una empresa de la que beneficiario Marjaliza (DROZ&CO), que fueron abiertas en febrero de 2007, «existiendo cuatro subcuentas en diferentes divisas». Una, en euros, que se abrió con 1.666.666, y tres más en francos suizos, libras esterlinas y dólares americanos, sin aportación inicial.

Junto a ello, la investigación ha identificado apuntes que se pueden relacionar con la transferencia de dinero a la cuenta creada en Singapur a nombre de una sociedad que también controlaría el considerado «cerebro» de esta trama. En concreto, se encontraron dos apuntes; uno por valor de 350.000 euros, y otro, de 2.315.000 euros. Este dinero se transferiría más tarde desde esa cuenta de Singapur a una cuenta abierta a nombre de otra sociedad de Marjaliza, pero ya en España, en una sucursal de Valdemoro.

De esta forma, se completaba «el círculo del blanqueo del dinero oculto en Suiza»

Todo ello se intentó justificar como supuesto pago por la venta de obras de arte. Sin embargo, la UCO no se cree lo más mínimo esa versión, pues todo lleva a concluir que «dicha operativa no consistía sino en un artificio para justificar el retorno de ese dinero desde Suiza a España, pasando por una sociedad creada ad hoc en Singapur».

Sobre esta dinámica, alude a la declaración que prestó Roberto Garrido, de la que se deduce que Marjaliza, que era cliente de su despacho, les pidió ayuda para constituir una sociedad en Singapur y abrir una cuenta bancaria en dicho país para transferir los fondos que disponía en Suiza.

Y es que, al parecer, Marjaliza lo tenía todo muy estudiado, pues disponía, «al menos de manera aparente», de una colección de obras de arte que le permitió justificar «el retorno de más de cuatro millones». Así, se ha identificado al menos la compra de 25 obras de arte, en su mayoría de arte contemporáneo, entre los años 2006 y 2012, «alcanzando un valor de adquisición de 2.768.192 euros; y donde algunas de ellas «están incursas en la ficticia operación de venta» señalada , «y, por tanto, se encontrarían situadas en Suiza» a nombre de la empresa vinculada a Marjaliza.

De esta forma, concluye la UCO, la operación de venta de obras fue «ficticia» y le permitió «blanquear más de cuatro millones de euros y colocar parte de su patrimonio en la forma de obras de arte en un depósito franco fuera del país, a nombre de una sociedad en la que, a primera vista, no tiene vinculación alguna, vinculación que se esconde bajo la figura de un «trust» constituido en Singapur».