Independentismo

Mas exige a Baños que le haga presidente antes de la campaña

Se reunieron con Junqueras el pasado jueves para acelerar la investidura ya pactada

La Asamblea Nacional Catalana se manifestó ayer para presionar a Junts pel Sí y la CUP con el objetivo de apoyar el proceso independentista y reclamar un acuerdo para formar gobierno
La Asamblea Nacional Catalana se manifestó ayer para presionar a Junts pel Sí y la CUP con el objetivo de apoyar el proceso independentista y reclamar un acuerdo para formar gobiernolarazon

La reunión se celebró a última hora del jueves en una sala del Parlamento de Cataluña y muy pocos lo sabían. Por iniciativa de Oriol Junqueras, auténtico mediador en las negociaciones para la investidura de Artur Mas, tuvo como protagonistas al llamado triunvirato soberanista. O sea, el presidente de la Generalitat en funciones, el líder de Esquerra Republicana y el dirigente de la CUP, Antonio Baños. Los ánimos estaban muy caldeados por los avisos de los consejeros Andreu Mas-Collel y Felip Puig de que ceder a los antisistema alarma a los empresarios y votantes tradicionales de Convergència. Las acusaciones mutuas sobre quién paraliza el proceso eran un clamor y la sombra de nuevas elecciones inundaban toda Barcelona. Crecidos por su decisivo papel y cambiando de opinión «como de camisa», en palabras de los convergentes, los cuperos ponían de los nervios a todos y afloraban las grietas en Juntos por el Sí. Era urgente una negociación discreta y contrarreloj.

Fue lo que hizo Oriol Junqueras, tras una larga reunión de su Ejecutiva en la que muchos alzaron la voz contra Mas. «Es hora de dejarle caer», pidieron algunos de los críticos encabezados por Alfred Bosch y Joan Tardá. Pero la hoja de ruta hacia la independencia se impone a todo y Junqueras logró salvar los muebles y la candidatura de Artur Mas. Fue entonces cuando convocó la reunión tripartita y le espetó una advertencia clara a Baños: «O haces una cabriola o esto se hunde». A partir de ahí, los tres dirigentes soberanistas comenzaron a diseñar el juego de equilibrios para la investidura, considerada ya como un hecho en todo el escenario político catalán. Sólo falta esa «voltereta» de la CUP que, según los negociadores, podría culminar en un pleno extraordinario del Parlament antes del 4 de diciembre, fecha de inicio de la campaña para las elecciones generales del 20-D.

¿Hasta dónde está dispuesto Mas a ceder para salir elegido? Es la pregunta que recorre toda Barcelona y que, según las mismas fuentes, acepta la última condición de la CUP: un pronunciamiento claro del candidato dando por finiquitada la etapa autonómica, proclamación solemne de la República catalana con desconexión absoluta de España, y moción de confianza en diez meses. «Ni pactos ni juegos a dos bandas», amenazó Baños en la reunión como prueba de la dificultad de convencer a los suyos. El encaje de bolillos traslada a la Asamblea del partido radical la decisión final, pero un engranaje previsto es la votación a favor de sólo dos diputados cuperos, los únicos que Mas necesita, y abstención del resto. «Así salvan la cara contra la corrupción y no son cómplices de encallar el proceso», opinan en Convergència. Para los partidos constitucionalistas, PSC, Ciudadanos y PP, «Mas traga con todo, es un acuerdo infame».

Dirigentes de estos partidos coinciden en que Mas está amortizado, aunque salga elegido, y el verdadero triunfador es Oriol Junqueras. Ha mantenido contactos muy discretos con destacados empresarios catalanes «para calmar las aguas», aseguran fuentes de ERC. Ello obedece a las alarmas de estos sectores sobre la figura del republicano al frente de todo el área económica del futuro gobierno, una de las condiciones impuestas por la CUP junto a una vicepresidencia política, a cargo de Raül Romeva, y otra social con Neus Munté. Las maniobras de Junqueras despiertan fuertes recelos en Convergència. «Se está postulando como sucesor», advierten al señalar que sería el aspirante si Artur Mas pierde la moción de confianza. Junqueras tiene bazas decisivas frente a otros, pues es el único que no ha sido inhabilitado por el Tribunal Constitucional al no ser miembro del Gobierno en funciones ni de la Mesa del Parlament. Tampoco está imputado por la consulta del 9-N ni por asuntos de corrupción, lo que le convierte en un futuro candidato «inmaculado» a ojos de la CUP.

Éste sería otro de los pactos con los radicales de extrema izquierda: una investidura artificial de Artur Mas con escasos poderes ejecutivos y una legislatura breve, entre diez y doce meses, nueva convocatoria de elecciones y Oriol Junqueras de candidato. Los republicanos vendrían también avalados por unos buenos resultados en el Congreso que, tras las generales del 20-D, les auguran hasta veinte diputados. «Mas se ha hecho el harakiri», lamentan los críticos de Convergència, que atisban una larga agonía del partido fundado por Jordi Pujol y muy malos resultados para la candidatura que encabeza Francesc Homs. Sus declaraciones apelando a «diálogo y a acuerdos con Madrid» levantaron ampollas entre los soberanistas y aceleraron el cambio de discurso de la CUP sobre la investidura de Mas. Si no hay sorpresas , la opción de los dos votos a favor y abstención del resto se perfila como la opción aprobada por la Asamblea de las bases el día 29.

Las exigencias programáticas de la CUP y la sucesiva fuga de empresas en Cataluña han provocado algo singular: un inusitado documento del Círculo de Economía reclamando un urgente cambio de rumbo en la política catalana, un gobierno estable y, de no ser posible, nuevas elecciones. Es la primera vez en sus cincuenta años de historia que el Círculo, el foro más importante e influyente en la economía catalana, adopta una posición política tan clara. Un documento altamente medido, con llamadas a la legalidad, alertas sobre la inseguridad jurídica e incertidumbre empresarial. «Los empresarios se han puesto las pilas», comentan varios dirigentes políticos.

Según fuentes del Círculo, el documento se aprobó tras un intenso debate y sin objeción alguna por la Junta Directiva que preside Antón Costas, y tiene como vicepresidentes a Josep Oliú (Banco Sabadell) y Artur Carulla (Agrolimen). Las mismas fuentes destacan «el impulso» de este último para redactar el comunicado, dado su peso en la economía. El documento critica el inmovilismo y funcionamiento actual de las autonomías, advierte sobre los riesgos de fractura social y defiende una consulta, pero pactada y dentro de la legalidad. Para el Círculo es imprescindible que Cataluña permanezca dentro del euro, la UE y una economía de mercado, tres ideas contrarias a la ideología de extrema izquierda de la CUP.

Con sutileza, cada día son más los representantes económicos y empresariales de Cataluña que arremeten contra la declaración rupturista. En el polo opuesto, Artur Mas, Esquerra Republicana y la CUP se tienden una desesperada mano para lograr la investidura sin visos de mucho futuro y una inestabilidad latente. En opinión de veteranos convergentes la situación se hará insostenible. Como bien dice uno de ellos: «Quieren salvar el proceso y se hunden todos».