Elecciones catalanas
Oriol Junqueras consiguió romper la CUP y derrumbar Convergència
Los empresarios catalanes avisan en la recta final para la investidura de Mas: «Pase lo que pase, malo será. Ya podéis empezar a tener condición de inmigrantes»
Recta final para la investidura de Artur Mas en un escenario delirante y un horizonte desolador. El último esperpento, la huelga de hambre convocada por un sector de la Asamblea Nacional de Cataluña, pilló a un grupo de destacados empresarios en la Masía de uno de ellos ubicada en el Alto Ampurdán. Allí suelen reunirse para despedir el año y allí se quedaron boquiabiertos. Nadie daba crédito a la grotesca gansada que inundaba las redes sociales. El futuro de Mas está hoy domingo en manos de unos cuantos radicales antisistema de la CUP y el panorama es sombrío. Deshojada la margarita, tampoco las alternativas son halagüeñas. «Pase lo que pase, malo será», dijo uno de los financieros asistentes. La frase describe muy bien la situación, tanto con Mas de nuevo en la Generalitat como al frente de otras elecciones. El lamento llegó a tal punto que algún empresario lanzó un duro aviso: «Ya podéis empezar a tener condición de inmigrantes». Tremenda reflexión para los contrarios a la independencia.
Tras la patochada asamblearia de hace una semana con el empate increíble, los dirigentes de la CUP se aprestan a un nuevo espectáculo que depara sorpresas. En estos momentos, según fuentes de la formación, la oposición a la investidura de Mas es algo mayoritaria, dado que en el secretariado radical tiene mucha fuerza la corriente Endavant, liderada por la número dos, Anna Gabriel. Pero las tensiones en este órgano son enormes tras la dimisión de uno de sus miembros, Xavier Monge, que fue candidato a la Alcaldía de Barcelona en 2011. Su salida puede acarrear más deserciones, sobre todo tras el espectáculo de la Asamblea en Sabadell. La tesis que anoche circulaba por sectores de la CUP era la del «cupayazo». Es decir, dos votos a favor en el pleno de investidura y abstención de los ocho restantes, lo que permite que Artur Mas salga elegido. Pero nada está cerrado y en Convergència sólo admiten que «puede pasar de todo».
Los dos escenarios planteados son tenebrosos. Si Mas es investido, quedará como un presidente títere sin funciones ejecutivas bajo la vigilante mirada del líder de ERC, Oriol Junqueras. Su mandato será agónico y la Legislatura muy breve, como mucho de nueve meses, exigencia que la CUP plantea para una moción de confianza. Si por el contrario no es elegido y se convocan nuevas elecciones autonómicas el panorama no es mejor. Serán unos comicios envenenados, con malos resultados para Convergència, según revelan encuestas internas en poder del partido, que pronostican un auténtico «derrumbe» con Mas de candidato. A tenor de estos sondeos, el gran triunfador sería Junqueras como aspirante a la Generalitat, su eterna ambición. Las encuestas vaticinan también muy buen resultado para Ada Colau, liderando una confluencia de extrema izquierda, algo que prefiere el sector extremista de la CUP.
Por ello, tal como avanzó este periódico, Oriol Junqueras y Ada Colau maniobran en la sombra ante el posible resultado. Sobre todo el republicano, a quienes muchos en Convergència atribuyen intrigas para desbancar a Mas. «Quiere que caiga sin que se note», dicen en Convergència. El líder de ERC ha movido con habilidad sus hilos y saldrá indemne sea cual sea el resultado. Si Mas es investido, habrá cumplido su compromiso, dirigirá la economía catalana y le tendrá en sus manos. Si por el contrario hay elecciones, liderará la carrera hacia la presidencia de la Generalitat, puede lograrla y acusar a la CUP de obstruir el proceso secesionista. «Junqueras siempre gana», admiten desolados muchos convergentes ante el fatal balance de Artur Mas. La posibilidad de que diera un paso atrás y renunciara a ser candidato de CDC tampoco augura buenas expectativas. «No hay tiempo para otro y, aunque así fuera, nos estrellamos», aseguran un alto cargo convergente. Los nombres de Germá Gordó o Santi Vila, posibles aspirantes a suceder a Mas, quedarían en mal lugar frente a Junqueras, añaden estas fuentes. Dirigentes de todos los partidos catalanes, incluidos los constitucionalistas, coinciden en el análisis: cisma total, una escisión profunda en la CUP, y desplome en cascada de Convergència, el partido fundado por Jordi Pujol que, para colmo de males, afronta ahora una imputación judicial y declaración ante la Audiencia Nacional el próximo diez de febrero. «Ponemos un circo y nos crecen los enanos», lamentan los convergentes críticos con la deriva de Artur Mas. En el PSC, Ciudadanos y el PP son partidarios de nuevas elecciones, aunque sean traumáticas. Para el socialista Miguel Iceta, «el ridículo ha llegado al máximo». Inés Arrimadas, de C’s, opina que la actual situación «es un insulto a los catalanes». Y el líder del PP, Xavier García Albiol, reclama que «es hora de acabar con este circo». En cuanto a las corrientes de Podemos, agrupadas en En Comú Podem, son también favorables a unas elecciones con Ada Colau en cabeza que les garantice el asalto a La Generalitat. Los distintos colectivos cuperos, agrupados en corrientes como Endavant, Poble Lliure, Crida constituyente y En lucha, afrontan el nuevo cónclave en un clima de profunda división. El sector mayoritario de Anna Gabriel considera el plan de choque social insuficiente y apuesta por «jubilar» del todo a Artur Mas con otro candidato. Los partidarios de no investirle admiten sin reservas que los resultados del 20-D, con el triunfo de En Comú Podem y su mujer fuerte, Ada Colau, permiten la oportunidad de articular un frente de extrema izquierda con nuevas elecciones en el mes de marzo. Por el contrario, el sector moderado que respalda la investidura de Mas, encabezado por Antonio Baños y Luis de Jódar, prefieren tenerle de rehén para seguir el «procés». Dentro de la CUP hay dos posturas enfrentadas propias de un partido leninista: para unos, primero la revolución y después la patria. Para otros, justamente al revés. Es el dogma estalinista en estado puro. En medio de esta pugna interna, el gran protagonista que mueve sus piezas es Oriol Junqueras, al abandonar su puesto como alcalde de San Vicent dels Horts. Un gesto nada casual que ha levantado suspicacias en el entorno de Artur Mas y Convergència. Fuentes de Esquerra Republicana admiten que el sector crítico le presiona para que deje caer definitivamente a Mas, sobre todo tras los resultados del 20-D que consideran buenos, pero insatisfactorios. «La corrupción de Mas y Convergència nos ha pasado factura», insisten estos dirigentes. Liderados por los nuevos diputados en el Congreso, Gabriel Rufián y Joan Tardá, y el concejal Alfred Bosch, son partidarios de «cargarse» a Mas y apostar por unas elecciones con Junqueras de candidato a la Generalitat, liberado ya totalmente de su cargo como alcalde. «Me dedicaré por completo al procés», reitera Junqueras para justificar su decisión de abandonar el consistorio.
El escenario de nuevas elecciones es bien visto por los críticos de ERC, convencidos del escaso margen de poder de Junqueras si, finalmente, es vicepresidente económico en momentos de crisis. «Si no hay dinero, ¿para qué quiere ese puesto?», se preguntan. Este sector opina que la coalición con CDC, dentro de Junts pel sí les ha pasado factura el 20-D y robustecido a En Comú Podem y Ada Colau. Por ello, abogan por dejar caer a Mas y unas elecciones con Oriol Junqueras de candidato. Alcanzar la presidencia de La Generalitat ha sido siempre la eterna aspiración del líder republicano, que atisba una Legislatura muy breve si finalmente Mas es investido por la CUP. «No dura ni un año», aseguran en ERC, por lo que ya no estaría tan clara la opción de un presidente títere, sin funciones ejecutivas, y las tres vicepresidencias en manos de Junqueras, Raúl Romeva y Neus Munté. Esta opción es la manejada por los cuperos partidarios de la investidura que no quieren ser señalados como culpables de paralizar el proceso separatista. Si como todo parece indicar en la reunión de hoy los cuperos alcanzan otro empate, el bochorno será inevitable y sólo habrá dos salidas: o voto en bloque de sus diez diputados contra Mas o dos tránsfugas para salvar la cara y no les acusen de paralizar el proceso independentista. Naturalmente, con un expresa exigencia al candidato de proclamar la República catalana y desconexión absoluta de España. Un discurso de investidura ilegal en toda regla que puede lanzar otra espada judicial sobre la cabeza de Mas. Algo que, según su entorno, ya tiene asumido. «Quiere ser mártir y víctima», aseguran. El fracaso electoral de su nueva marca, Democracia y Libertad, agita las aguas dentro de los convergentes. Su número dos al Congreso, el diputado Carlos Campuzano, se ha mostrado a favor de nuevas elecciones, lo que no es compartido por el cabeza de lista Francesc Homs. Las fricciones están servidas.
En Esquerra Republicana ven con tranquilidad cualquier desenlace. Si Oriol Junqueras entra en la Generalitat manejará a Mas a su antojo. Si hay elecciones será candidato a presidente por encima de Convergència. Fuentes de ERC señalan que Junqueras se ha reunido en los últimos meses con importantes empresarios catalanes para calmar sus temores. En estos encuentros, muy discretos, les habría hecho llegar su idea de «liderar el proceso desde dentro» y mantener una negociación seria con Madrid. Hasta el punto de que algunos de los convocados lo admite con resignación: «Mejor con Junqueras que Mas». Llegados a este punto, ven en el republicano mejor interlocutor, un líder coherente y sólido frente al desastre del actual presidente en funciones. Historiador de profesión, vaticanista convencido, experto en la Roma antigua, Junqueras es hombre culto, sibilino y quien menos se ha quemado en esta batalla. En ERC afirman que unas elecciones les darían buen resultado, con recuperación del voto de izquierdas disperso entre Podemos y la CUP. Estos últimos se han desgastado tras el empate asambleario, sus idas y venidas con la investidura. Por ello, Junqueras mantiene una táctica y expectante prudencia. Así las cosas, el partido anticapitalista y revolucionario decide si rescata a Mas o lo deja caer. En todo caso, al margen del desenlace, hay algo que todos tienen claro: el derrotado es Artur Mas y la gran damnificada Cataluña.
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