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PSOE: Sin modelo de España
La forma de organización del Estado tensa la relación entre federaciones que defienden propuestas contradictorias entre sí y muchas no asumen la «plurinacionalidad» de Sánchez
La forma de organización del Estado tensa la relación entre federaciones que defienden propuestas contradictorias entre sí y muchas no asumen la «plurinacionalidad» de Sánchez.
Granada y Barcelona se han convertido en el eje del debate político del federalismo en el seno del PSOE. Las declaraciones que se firmaron en ambas ciudades –la de Granada bajo la égida de Alfredo Pérez Rubalcaba y la de Barcelona auspiciada por Pedro Sánchez con el empuje del líder de los socialistas catalanes, Miquel Iceta– defienden la reforma federal del estado para modernizarlo y limar las asperezas que se han acumulado en sus años de funcionamiento que le hacen chirriar bajo el desafío independentista. Sin embargo, un elemento las diferencia: la definición de España como nación de naciones, una plurinacionalidad que no todos en el PSOE apoyan con entusiasmo, aunque en el 39 Congreso Federal fue aprobada por amplia mayoría.
Las discrepancias se están haciendo patentes. El Congreso de Andalucía apuesta por «un modelo federal cooperativo». Se podría interpretar que cómo Susana Díaz se ha refugiado en su bastión tras la derrota de las primarias, alza su voz en el tema federal como forma de oposición a Sánchez. Seguramente lo que defienden esta tesis tienen razón, pero Andalucía no es la única que ha abierto el melón federal. Los socialistas valencianos con Ximo Puig a la cabeza abogan por «un federalismo asimétrico», también reconocido por la presidenta del PSOE, Cristina Narbona, mientras que la líder de los socialistas baleares, Francina Armengol, defiende una «federación de islas».
El escaso desarrollo de la propuesta federal por parte de la ejecutiva de Pedro Sánchez que, de momento, solamente ha planteado la plurinacionalidad y está tanteando a Podemos y Ciudadanos para convocar la Subcomisión de Reforma Constitucional en el Congreso, ayuda al desencuentro en el seno del PSOE. Además, los resbalones de la vicesecretaria general, Adriana Lastra, al día siguiente del Congreso Federal en una entrevista con Carlos Alsina en Onda Cero, aludiendo como referencia de modelo federal a Bolivia, el intento de arreglar el desaguisado -con escaso éxito- por parte de la presidenta del partido, Cristina Narbona, cambiando la referencia a Alemania y el traspiés de José Luis Ábalos, tras la presentación de la Declaración de Barcelona, abogando por una quita de la deuda de Cataluña –no incluida en la citada declaración– por parte del Estado, no han ayudado a solventar la polémica en el seno del PSOE, y menos a aunar posturas.
La Declaración de Granada es el punto de partida para todos los socialistas, pero en su desarrollo el acuerdo es nulo. De hecho, la Declaración de Barcelona tampoco avanza mucho más allá de propuestas concretas para hacer un frente común entre el PSOE y el PSC al desafío separatista, sin afinar una propuesta federal. Esta falta de concreción llevó al presidente castellano manchego, Emiliano García Page, a calificarla como un acuerdo «ante el clima preelectoral que se vive en Cataluña». Así, simplemente, sin darle ningún otro valor.
No está exento de razón el líder de Castilla - La Mancha porque la Declaración de Barcelona fue presentada «para superar el enfrentamiento entre el inmovilismo del gobierno central y la deriva independentista unilateral», defendiendo el diálogo y la negociación en materias concretas como la financiación autonómica, la garantía de las inversiones en infraestructuras previstas en el Estatuto y no cumplidas, el impulso al Corredor Mediterráneo, la reforma de la justicia y de la administración local, la defensa de los símbolos, la cultura y la lengua catalanas, y la negociación con la Generalitat de las 46 reivindicaciones que Carles Puigdemont presentó a Mariano Rajoy. Tras este planteamiento exclusivamente destinado a frenar el choque de trenes que se augura para el 1 de octubre, la Declaración defiende que «es necesario abrir un nuevo escenario de diálogo y propuestas concretas que debe culminar en una profunda reforma federal, que permita aunar un profundo autogobierno de las entidades territoriales con la unidad de España y el mejor reconocimiento de la realidad plurinacional de nuestro país sin afectar a la soberanía del pueblo español ni a la igualdad de derechos entre toda la ciudadanía, y que a la vez sirva para profundizar en el carácter democrático del Estado y para garantizar su carácter social».
El enfrentamiento sobre el modelo federal de España en el PSOE tendrá continuidad tras el verano. Además de las divergencias que se han plasmado en Andalucía, Comunidad Valenciana y Baleares, se deberán sumar los congresos de Aragón y Madrid que, con seguridad, pondrán sobre la mesa interpretaciones diferentes sobre el modelo federal, atendiendo a las sensibilidades que existen en estas regiones, sin olvidar la propia Castilla La Mancha. Para aliñar estas posibles discrepancias, sobre la mesa de los dirigentes regionales socialistas estará a la vuelta del verano la recta final de las negociaciones de la financiación autonómica. Un momento idóneo para que vuelvan a saltar chispas.
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