El desafío independentista
Puigdemont mancha el homenaje de Hipercor al vincular el «procés» a ETA
Fue abucheado al inicio de su intervención en el acto por las víctimas del atentado de hace 30 años
Fue abucheado al inicio de su intervención en el acto por las víctimas del atentado de hace 30 años.
La metáfora es un recurso adecuado para ayudar a esclarecer realidades y lustrar las palabras. La mayoría de veces se usa con acierto, pero en otras se hace con desacierto. Es lo que le ocurrió ayer al presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, que apeló a la lucha contra ETA como referencia para el independentismo en su desafío al Estado. Como elemento común: la persistencia y la no resignación. La equiparación, ya de por sí desafortunada, coincidió con una trágica efeméride: se cumplían 30 años del atentado de Hipercor, el más sangriento de la banda terrorista dejando 21 muertos y 45 heridos.
«Si no hubiera sido por la persistencia, este combate contra ETA no se hubiera ganado», aseguró Puigdemont. «En unos años, diremos lo mismo: que hemos conseguido lo que el pueblo de Cataluña se ha propuesto porque persistimos, porque no nos resignamos», comparó, aludiendo al proceso independentista que desembocará el 1 de octubre en un referéndum ilegal. En todo caso, y pese a las airadas reacciones de la oposición, como el PP que lo tachó de «mezquindad» o el PSC que exigió «disculpas», Puigdemont no matizó sus palabras a lo largo del día y acudió por la tarde al emotivo y solemne homenaje a las víctimas del atentado celebrado junto al monolito que hay al lado del Hipercor, y que organizó la Asociación Catalana de Víctimas de Organizaciones Terroristas (Acvot).
Pero allí tampoco se justificó. Aunque tuvo la oportunidad de rectificar con un breve parlamento, el president no hizo referencia. Y pasó que sufrió otro boicot, como el del viernes en las fiestas populares de un barrio de Badalona (Barcelona), un grupo de personas le abuchearon al iniciar su intervención y el presidente de la Acvot, José Vargas, tuvo que interceder para acallarlos. Fue el encargado de cerrar el acto. Su discurso, muy protocolario, puso el acento en mantener la memoria de las víctimas. «Han pasado 30 años, pero pervive en la memoria de todos la irracionalidad del atentado», afirmó, para a renglón seguido, admitir que las instituciones «no han estado a la altura» en el reconocimiento a las víctimas. También alertó contra actuales amenazas terroristas como el yihadismo, que le sirvió para lanzar un mensaje conciliador entre Gobierno y Govern, ahora que el «procés» ha sumido las relaciones en mar de tensión. «La unión, la coordinación del esfuerzo y compartir información entre las fuerzas de seguridad es importante», apuntó.
El acto, muy institucional, contó con presencia del Estado, de la Generalitat y del Ayuntamiento. Estuvieron el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, la ministra de Sanidad, Dolors Montserrat, y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. También acompañaron, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Sanatamaría, el presidente del País Vasco, Íñigo Urkullu, y el conseller de Interior, Jordi Jané, y la presidenta de la Fundación de Víctimas del Terrorismo, María del Mar Blanco. El primero en intervenir fue Vargas, que abrió el acto haciendo un llamamiento a que los partidos dejen de usar a las víctimas para obtener réditos: «En Acvot no hemos permitido que nadie se arrogue la representación de las víctimas».
Por ello, recordó que nunca se han «significado» por nadie ni han alimentado el «odio ni el rencor», y repitió en varias ocasiones que la víctima es la «sociedad». «Estos animales quieren alterar el orden constitucional», aseveró Vargas, que hizo un alegato a favor de que «las autoridades persigan a los asesinos, y que ningún delito de terrorismo proscriba jamás». En la línea de Puigdemont, Colau hizo autocrítica y pidió perdón por «si las instituciones en general y el Ayuntamiento en particular no han sabido honrar a las víctimas». En este punto, mostró el «el más profundo respeto» por su memoria. Finalmente, Zoido, en consonancia con el discurso que hizo Vargas, impregnó de tono político su intervención y llamó a impedir que la historia del terrorismo de ETA «la escriban los verdugos», que buscan «edulcorar» el relato y transmitir «falsas responsabilidades compartidas». El acto concluyó con una ofrenda floral y la interpretación de «El cant dels ocells».
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