Bruselas
«Puigdemont es una investidura fallida, pero él todavía no lo sabe»
ERC y Convergència confían en que el ex president renuncie y recurra a un candidato de JxC.
ERC y Convergència confían en que el ex president renuncie y recurra a un candidato de JxC.
«Puigdemont es una investidura fallida, pero él todavía no lo sabe», apuntan fuentes de diferentes sensibilidades dentro del independentismo. Éste es el ambiente que se respira entre los partidarios de la independencia tras el informe de los letrados del Parlament que niegan la posibilidad de una investidura telemática o delegada. «Ahora es necesario un ejercicio de realismo, de realidad, porque si alguien pretende repetir las elecciones y mejorar el resultado podría equivocarse y mucho», apuntan fuentes cercanas al mundo de Puigdemont, en el que empiezan a vislumbrarse posiciones muy contrarias. «Si se bloqueara la situación y se fuera a nuevas elecciones se podría pagar el cansancio y la frustración del electorado independentista», añaden, para rematar su argumento: «No es bueno para el autogobierno mantener el 155. Ahora toca gobernar, recuperar las instituciones y sosegar la sociedad catalana». O sea, justo lo contrario que defiende Puigdemont, que sigue en su táctica de «todo o nada», aunque ahora «ya quedan pocos dirigentes que no le lancen indirectas para que dé un paso al lado».
De hecho, Neus Lloveras, presidenta de la Asociación Municipios por la Independencia, dijo ayer a Carlos Alsina en Onda Cero que «no quería comentar la posición de Puigdemont», siguiendo los pasos de Artur Mas. La propia Marta Pascal, la coordinadora del PDeCAT, en declaraciones a la puerta del Tribunal Supremo, dijo que no tenía ninguna duda de que «tendremos presidente independentista», aunque curiosamente no dijo que Puigdemont sería presidente.
A pesar del ruido de sables del mundo soberanista, Puigdemont no parece darse por enterado, al menos formalmente. Hoy reúne a su grupo parlamentario en Bruselas y se espera que explique sus próximos movimientos, incluida la «desahuciada» investidura telemática. Fuentes conocedoras de los contactos y las negociaciones apuntan que «la Mesa, una vez constituida, recibirá un apercibimiento del Constitucional para no hacer “frikada”», por lo que si «Puigdemont espera que alguien se queme a lo bonzo se equivoca salvo que el presidente sea uno de sus acólitos». Estas mismas fuentes reconocen a LA RAZÓN que «tanto en ERC como en el PDeCAT se espera un cambiazo de última hora», es decir, que «Puigdemont renuncie y recurra a un candidato de Junts per Catalunya».
Sin embargo, «Puigdemont no tiene ninguna intención de anunciar este plan B y mantendrá el pulso hasta el final. Primero, porque sabe que es su fin en política y, segundo, porque con un cambiazo se abre una nueva negociación, donde ERC pondrá sus condiciones y negociará con fuerza». Además, indican destacados dirigentes independentistas: «Si Puigdemont da un paso al lado, se abre la opción Junqueras, porque si Puigdemont no puede ser candidato y queremos restituir al gobierno legítimo, Junqueras es la única opción».
Este razonamiento obliga a Puigdemont a mantener silencio porque sus candidatos no pasan por ex consellers de su gobierno como Jordi Turull o Josep Rull, «porque son lo viejo, no son savia nueva», apuntan fuentes del entorno de JxC. En este punto es donde se abre paso Elsa Artadi, su jefa de campaña, que algunos no ven con buenos ojos «porque le falta crecer», y Eduard Pujol, periodista y ex director de RAC1, que mañana será el portavoz de JxC en la atención a los medios de comunicación en Bruselas.
Puigdemont sólo tiene elogios para Pujol porque «sabe comunicar muy bien y tiene criterio», apuntan desde su entorno, donde enfatizan que «sobre todo, es nuevo, es un punto y seguido al pasado del partido».
Con este envenenado escenario, ERC mantiene discreto silencio y centra toda su atención en la elección de la Mesa del Parlament al tiempo que cierra filas tras la crisis que abrió Marta Rovira, que ahora niegan poniendo paños fríos, tras entrevistarse con Puigdemont en la capital belga. Los republicanos esperan que su líder, Oriol Junqueras, «salga tarde o temprano de la cárcel y pueda asumir sus responsabilidades como diputado», a lo que otros añaden: «O de presidente tras la investidura fallida de Puigdemont». Y si Junqueras no sale en libertad «se abre un nuevo escenario», apuntan tanto ERC como los postconvergentes.
En el PDeCAT, la frialdad ante los movimientos de Puigdemont es evidente. Lloveras y Pascal son un ejemplo, junto al propio Artur Mas, pero se acentúa la prudencia ante la sentencia que el lunes hará pública el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. Una sentencia que también esperan ERC y la CUP, seguramente con intenciones diferentes a las del todavía partido de Puigdemont. A pesar de este «run, run», cada día más evidente, Puigdemont sigue en Bruselas dominando la partida, asediando a ERC, y haciendo oídos sordos, pero «todavía queda una semana para que tire la toalla».
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