Barcelona
Puigdemont se queda solo con su consulta unilateral
El Pacto Nacional que apoya el derecho a decidir se desdibuja y su ejecutiva dimite en bloque a pocos meses del referéndum ilegal
El Pacto Nacional que apoya el derecho a decidir se desdibuja y su ejecutiva dimite en bloque a pocos meses del referéndum ilegal.
La transversalidad y unidad que había exhibido hasta ahora el Pacto Nacional por el Referéndum (PNR) mutó ayer en tensión y división. La plataforma que aglutina a partidos y entidades favorables al derecho a decidir llegó a la reunión con sus principales actores enfrentados: por un lado, los independentistas –encuadrados en Govern, Junts pel Sí y la CUP–, que entendían que el trabajo del PNR consistía en lograr una consulta pactada con el Estado; y por otro, el espacio liderado por Ada Colau y Podemos, que considera que la plataforma debe seguir vigente y servir de marco de todos los trabajos dirigidos a conseguir celebrar el plebiscito.
Lo cierto es que se impuso la tesis separatista a medias. La comisión ejecutiva del PNR, que encabeza el ex socialista Joan Ignasi Elena, anunció su liquidación al considerar que ya había acabado con su «encargo», aunque, Elena, que fue quien tomó la palabra en nombre de la entidad, matizó que eso no supone que el espacio se «disuelva», ya que seguirá «vivo» y a disposición de las propuestas que realicen sus integrantes, como querían los «comunes». Pese a ello, quedó constatado que el espacio de Colau, pieza estratégica para insuflar legitimidad al referéndum, se ha descolgado definitivamente de los planes del presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, que tiene proyectado poner las urnas como máximo en septiembre para satisfacción de la CUP. Los anticapitalistas acusaron implícitamente a los de Colau de «tacticista» por querer instrumentalizar el PNR. «Hay una minoría que querrían utilizar el Pacto como prolongación del procesismo», lamentó el diputado Benet Salellas. En contraposición, Xavier Domènech (Catalunya en Comú) avisó de que «las vías rápidas van en contra de la dirección correcta», y aclaró que no se unirá a la eventual votación independentista, ya que no reunirá «garantías para que sea efectiva» –no tendrá efectos jurídicos ni tendrá reconocimiento internacional–. No obstante, tras explicar su postura al respecto, giró el foco para articular un discurso beligerante contra el Gobierno.
Puigdemont avaló la continuidad del PNR, pero descartó que eso signifique replantearse su postura respecto a la convocatoria unilateral del referéndum para septiembre. «No cerramos la puerta a la negociación con el Estado, pero esto no frena la acción del Govern», aseguró, y respondió a los «comunes» que el PNR no nació para «cambiar el Gobierno».
Estas palabras corroboraron el fin del breve trayecto compartido entre Podemos y el PDeCAT. Puigdemont se había comprometido en privado con Pablo Iglesias a un cambio de cromos, dando apoyo a la moción de censura liderada por el secretario general de Podemos contra Mariano Rajoy. Esto ocurría el 22 de mayo en el Ayuntamiento de Madrid. Sin embargo, con el paso de los días el compromiso de Puigdemont se ha quedado en nada, ya que el PDeCAT se abstendrá en el debate de la moción de censura que llega al Congreso el próximo día 13, rompiendo así la promesa personal que el presidente catalán le hizo a Iglesias. Según cuentan fuentes conocedoras de estos hechos, las relaciones entre ambos líderes y, por consiguiente, entre sus partidos se han ido deteriorando en apenas dos semanas.
El cambio de actitud del PDeCAT con respecto a la moción de censura ha generado «muy mal rollo» y ha sido el detonante para este cambio de Podemos ante el referéndum unilateral de Puigdemont. Basta con prestar atención a un detalle nada insignificante y es que a la reunión de ayer en el Parlament no se presentó Ada Colau, la alcaldesa de Barcelona. Justificó su ausencia con su baja maternal que, sin embargo, sí que interrumpirá hoy para inaugurar las obras de remodelación del Hospital del Mar de la Ciudad Condal.
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