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Nacionalismo

Puigdemont se va a EE UU para vender el «procés» acosado por la corrupción

La Generalitat prepara con discreción una nueva gira exterior prevista del 26 de marzo al 1 de abril para relanzar el proceso independentista tocado por los escándalos de corrupción. Sigue a Mas, que estará en Oxford y Harvard los próximos días 3 y 4.

El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, durante su visita al Barcelona Mobile World Congress el pasado martes
El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, durante su visita al Barcelona Mobile World Congress el pasado marteslarazon

La Generalitat prepara con discreción una nueva gira exterior prevista del 26 de marzo al 1 de abril para relanzar el proceso independentista tocado por los escándalos de corrupción. Sigue a Mas, que estará en Oxford y Harvard los próximos días 3 y 4.

El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, sigue la estela de Artur Mas y prepara con mucha reserva por parte de su gabinete otro viaje oficial a Estados Unidos (EE UU) para finales de mes, entre los días 26 de marzo y 1 de abril. Mañana es el turno del ex presidente Mas en Harward, después de pasar por Oxford. Respecto al desplazamiento de Puigdemont no hay más información que un enlace de un acto organizado por el director del Real Colegio Complutense de Harvard, dentro de las actividades de la Harvard Kennedy School. El acto estudiantil lo publicita en internet este centro americano desde diciembre del año pasado, aunque la Generalitat no haya informado de él.

La actividad en la que está prevista la participación de Puigdemont no es una conferencia propiamente dicha, sino una clase dentro de un curso para alumnos de postgrado titulado «Nuevas democracias europeas. La revolución democrática española desde una perspectiva comparada».

Por tanto, en un mes los dos dirigentes independentistas utilizarán fondos públicos para sufragar dos viajes a Estados Unidos para vender su plan secesionista, a ver si tienen más suerte que con su estrategia de internacionalización del «procés» en Europa. Ahora bien, aunque lo previsible es que el mensaje independentista intente manipular el alcance de estos actos para «venderlos» ante la opinión pública catalana como un «éxito» de alcance internacional, la realidad, el formato y el público, obliga a poner muy en cuestión este discurso. No son conferencias individuales y se dirigen a alumnos, no a políticos estadounidenses. El presidente de la Generalitat, como ocurre con Mas, no hablará ante un público de nivel, sino como miembro de una mesa de discusión sobre temas relacionados con el secesionismo en un ámbito casi escolar. ¿Para qué tanto gasto si sólo va a servir para decir que han estado en Harvard? La agenda de Puigdemont no se conoce, pero tiene muy difícil justificar que un presidente de una comunidad autónoma y su séquito hagan un gasto tan importante sólo para eso. Queda el interrogante de ver si volverá a reunirse con el «lobby» anticastrista en Washington, por ejemplo, aunque esto le plantearía problemas dentro de la colición de intereses con ERC en Juntos por el Sí y con la CUP. La coincidencia de estas dos giras abre interrogantes sobre la agenda y coloca, además, el foco en la nueva inversión de recursos públicos en un despliegue exterior condenado de antemano a no cosechar beneficios para Cataluña. Acabará, como hasta ahora con todas las giras realizadas, sin acuerdos y sin respaldo exterior. Además de que la coincidencia en el tiempo de los dos desplazamientos de dirigentes de la antigua Convergència alimenta las especulaciones sobre las tensiones internas dentro del pulso de Mas por recuperar protagonismo. No tiene sentido que los dos vayan al mismo sitio a hablar de lo mismo porque es una gestión que podría realizar uno solo. ¿O hay competencia entre los dos para conseguir el liderazgo futuro del partido o del «procés»?

Otra duda clave en la agenda del presidente de la Generalitat es si han preparado alguna recepción en Washington o en Nueva York a la que estén conminados a ir los catalanes allí desplazados. ¿O utilizará Puigdemont la figura del Fútbol Club Barcelona como reclamo? Los movimientos dentro del bloque secesionista evidencian tensiones políticas y electorales al alza, incrementadas por la presión judicial sobre la antigua Convergència, el nuevo Partido Demócrata Catalá. La confluencia del «caso Palau», el «caso Pujol», el de las ITV y sobre la «trama de 3 por ciento» cierran el cerco sobre el partido en un momento en el que por primera vez hay signos de que se rompe la ley del silencio. Y esto se debe a que la Convergència que ha dirigido Cataluña durante décadas se enfrenta al riesgo de ser devorada por ERC en las urnas y ya no tiene poder ni para dar ni tampoco para quitar. Y quizás por eso por primera vez un empresario ha señalado al ex presidente Mas en sede judicial dentro de la investigación de la «trama del 3 por ciento». A esto hay que sumar el problema de liderazgo en el independentismo. Puigdemont ha anunciado que se marcha; Mas pugna por recuperar espacio con el papel de víctima de la actuación judicial, y Oriol Junqueras, jefe de ERC, está de perfil, en una estrategia que parece que busca no «mancharse» judicialmente con el impulso del proceso de desconexión. Hay preocupación por las consecuencias de los procedimientos abiertos por la desobediencia a la providencia del TC que prohibió la consulta del 9-N. La sombra de la inhabilitación pesa y está condicionando la estrategia secesionista. En cuanto a la ofensiva en el Parlament para salvar a la Generalitat, y que sea la Cámara la que impulse la desconexión, el Gobierno recurrirá ante el TC la calificación de la Mesa de esa iniciativa en cuanto se produzca con el objetivo de impedir que pueda llegar a ser votada.